Padre Alberto Hurtado, más allá del hombre

Categoría: Productos Publicado el: 25/10/2021

Padre Alberto Hurtado

Escuchar el nombre del Padre Alberto Hurtado es pensar en santidad, iglesia y religión, pero más allá de lo sacro, está la historia de una persona noble y querida por muchos, que trascendió su humanidad y se convirtió en santo gracias a su vocación, bondad y compasión; es por ello que aquí queremos rememorar las virtudes y obras de quien fuera el fundador del Hogar de Cristo, y hoy en día es venerado por fieles y seguidores.

 

Conociendo de cerca al Padre Alberto Hurtado

Hoy en día muchas personas, fieles a una religión o no, conocen el término Padre Alberto Hurtado, bien sea por una calle, municipalidad, comuna, parque u hospital, pero las nuevas generaciones podrían no saber con exactitud quién fue este gran hombre que lo dio todo por los desamparados y vulnerables de nuestro país.

 

Breve historia personal

Este chileno de nacimiento y de corazón, nació un 22 de enero de 1901 bajo el cielo de Viña del Mar; su familia de origen vasco se trasladó a Santiago tras la muerte del padre de la familia Alberto Hurtado Larraín. En esta ciudad estudió en un colegio dirigido por la orden religiosa de los Jesuitas, donde tuvo los primeros contactos con las personas más pobres de la ciudad.

 

Más allá de su vocación religiosa, siendo sacerdote jesuita, el Padre Alberto Hurtado también fue abogado titulado, legislador y doctor en psicología y pedagogía. Siendo miembro del Partido Conservador, participó activamente en la política, siempre pensando en ayudar a los demás.

 

Logros destacados

Trabajo de la mano con la juventud y los obreros para ayudar a quienes se encontraban en estado de indigencia, incluso el día de hoy todavía se recuerda a Padre Hurtado recorriendo las calles en su famosa camioneta verde para recoger niños, adultos mayores y otras personas en condición de indigencia, siendo esta una de las razones que posteriormente marcarían la creación del Hogar de Cristo y las diversos hogares de acogida y hospederías que tenemos a lo largo de todo el país.

 

Por otro lado, su constante preocupación por la condición de vida de los obreros lo hicieron muy conocido y aún se recuerda su lucha por la sindicalización de los trabajadores, la cual consideraba era una solución efectiva para mejorar la calidad de vida de estas personas, superar las desigualdades e implantar un mejor orden social, fundando así la ASICH (Asociación Sindical Chilena).

 

Entre otros tantos logros que alcanzó en su vida, también destacan su esfuerzo constante por acercar la juventud a la iglesia; abogó por el nacimiento de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, e impulsó la creación del Noviciado y la Casa de Ejercicios en la comuna de Santiago que actualmente lleva su nombre en su honor.

 

Trabajo social y fundación del Hogar de Cristo

El Padre Alberto Hurtado se destacó en múltiples labores sociales, pero su afán por brindar una mano amiga a los desposeídos, lo llevó mucho más allá de lo que pudo imaginar, y un día después de mucho esfuerzo creó nuestra institución, la Fundación Hogar de Cristo. Desde aquí se centró en ayudar a los más pobres y luego de muchas campañas logró establecer nuestra primera sede, ubicada en la comuna de Estación Central, Santiago.

 

Los primeros objetivos fueron el brindar alimento, techo y abrigo a los más pobres y excluídos de la sociedad, prácticas que fueron evolucionando hasta las líneas de acción que mantenemos hoy en día, con las cuales brindamos apoyo a niños, niñas y adolescentes, personas en situación de calle, adultos mayores, personas en condición de discapacidad, con consumo problemático y a todo aquel que necesite una mano amiga.

 

Su objetivo en vida fue la de reformar la estructura de la sociedad, lo cual consideraba era indispensable para poder enfrentar los problemas de miseria y pobreza extrema, llegando a decir en alguna oportunidad que Cristo no tenía hogar y por ello surgió esta gran obra a la que llamó Hogar de Cristo.

 

Camioneta del Padre Alberto Hurtado

La emblemática camioneta verde Ford Pickup “Half-Ton” de 1946 con la que se identifica al Padre Hurtado, es famosa en gran parte por el uso humanitario y social que le dió, empleándola para recoger a los niños en situación de calle que merodeaban a las orillas del río mapocho, entre otras labores a beneficio de la fundación.

 

Últimos días y santificación

Un 28 de agosto de 1952 y con apenas 51 años de edad, se despide de este mundo uno de los hombres más destacados de la historia nacional. La causa de su muerte fue un cáncer de páncreas, pero su historia no terminaría allí.

 

Luego de confirmarse un milagro acreditado al Padre Hurtado, fue beatificado por el Papa Juan Pable II desde la plaza de San Pedro en el Vaticano un 16 de octubre de 1994, 42 años después de su muerte.

 

Posteriormente y tras la confirmación de un segundo milagro, el 23 de octubre de 2005 pasó a ser canonizado, esta vez por parte del Papa Benedicto XVI, convirtiéndolo desde entonces en San Alberto Hurtado.

 

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Honrando su memoria

Como el gran ser humano que fue, digno de admiración, respeto y venerabilidad, hoy podemos recordar al santo de nuestro pueblo, quién hasta sus últimos días veló por todos aquellos que vivían en condiciones precarias de pobreza extrema y exclusión social, ¿cómo? Adquiriendo artículos que mantengan su memoria vigente en nuestros corazones.

 

En Hogar de Cristo contamos con una sección especial dentro de nuestra tienda virtual, donde se pueden encontrar llaveros, estatuillas, réplicas de la legendaria camioneta verde, libros, imanes, cuadros, medallas y tacos de resina con la imagen del santo. 

 

Más allá de la religión que se profese, recordemos todo lo que hizo San Alberto Hurtado por nuestra sociedad y tengamos presente que con lo recaudado con la venta de estos artículos podremos mantener a flote nuestras líneas de acción para ayudar a los que más lo necesitan , así continuar su legado, su lucha y su gran sueño de construir una sociedad más justa.

 

“La miseria no es un problema político, es un problema de fraternidad”

San Alberto Hurtado

 

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