Paulo Egenau, Director Social Nacional, Fundaciones Hogar de Cristo.

Publicado en: La Tercera / La Segunda

Los resultados de la Encuesta CASEN 2015 son preocupantes respecto de la pobreza que afecta a los niños y adolescentes entre 0 y 17 años, la cual arroja índices de pobreza monetaria que alcanzan a un 18,2%, y una cifra de 23,3% en pobreza multidimensional, hecho que convierte a este grupo etario en el más pobre y excluido del país.

Durante esta etapa del desarrollo las carencias de todo tipo influyen de manera fundamental en las posibilidades de lograr mejores proyecciones de vida, conformando un escenario de vulnerabilidad y riesgo en el que las privaciones multidimensionales son tan relevantes como las monetarias, las cuales son trascendentales a la hora de superar las barreras de la exclusión.

En este sentido, por ejemplo, es tremendamente grave que miles de niños y adolescentes en nuestro país carezcan de las garantías necesarias para permitir su acceso al sistema educacional con altos estándares de calidad, situación que tiene entre sus efectos más dañinos la exclusión escolar de cientos de jóvenes anualmente; que permitamos que su desarrollo se de en contextos conflictivos, carenciados y ausentes de todas aquellas redes que faciliten la tarea de su inclusión social; o la falta de dispositivos básicos de salud que aseguren su bienestar físico y mental.

Todo ello nos obliga como Estado y sociedad a tomar en cuenta los importantes desafíos políticos y sociales para los cuales requerimos señales claras y decididas por parte del Gobierno, e iniciativas públicas contundentes y prioritarias para la etapa más frágil del desarrollo de las personas.