Feb
2019
Paola Yankovic: Joyas angelicales para mujeres en pobreza
Ex candidata a Miss Chile, de origen croata, se ríe de sí misma calificándose de “brutoeslava”, pero como artesana es digna heredera de su parienta Lili Garafulic, la destacada escultora, y como persona es solidaria y sensible. Mientras diseña una cruz que sueña regalar al Santuario del Padre Hurtado, hará en marzo un taller de talismanes angelicales para seis acogidas del Hogar de Cristo.
Por Ximena Torres Cautivo
La forja es una tarea ruda. Se trabaja con arena, con metal fundido a altísima temperatura, pala, cautín y ruidosas pulidoras, por eso resulta tan llamativo ver a esta rubia fundiendo a 900 grados Celcius aluminio, cobre y silicio.
Paola Yancovic (51) es hija de Sergio Yankovic Rodighiero e Itziar Domenech Luzárraga, un crisol de etnias y nacionalidades que se inició en Chile, en Antofagasta, con su abuelo Sergio Yancovic Garafulic, venido de la isla de Brac, e íntimo amigo de la famosa escultora, Premio Nacional de Artes Plásticas 1995, Lily Garafulic Yancovic, su prima, cuya influencia artística cayó como un rayo sobre Paola cuando murió su papá hace 17 años.
Hoy está a cargo de un enorme sitio de galpones industriales en Independencia, donde funcionaba la Fundición Rodighiero, fundada en 1938 por su abuela paterna para la elaborar fittings y cañerías de fierro. “La fundición abastecía a todas las grandes empresas constructoras de Chile. Mi abuela nunca pensó que la derrotarían los tubos de PVC que llegaron en 1978 al país. Pero sí: nos venció la tecnología”.
Su papá reconvirtió el negocio y se dedicó a la forja de muebles y ornamentos de jardín de influencia belle époque y morisca. A comienzos de los 80, sus rejas, barandas y faroles ambientaron la terraza del Hotel Miramar de Viña. Hoy ese negocio artesanal ocupa un pequeño lugar en la propiedad, destinada a bodegaje. Y convive con la obra artística y esotérica de Paola, la alquimista que a los 15 años, a mediados de los 80, participó del concurso Miss Chile.
ARCÁNGELES EN RAPA NUI
Pese a su entierrado overol, no cuesta imaginar a Paola sobre una pasarela. Se ve mucho más joven del medio siglo que tiene. Ahora viste jeans negros con rasgaduras en las rodillas y lleva el pelo amarrado con un elástico, un look muy diferente al que debía usar cuando tuvo con una socia una tienda en el Soho de Manhattan donde, bajo la marca Soul Alchemy, vendía sus joyas de profundo contenido espiritual. “Me sentía como pollo en corral ajeno, con taco aguja y vestido, maquillada, en un medio que no conocía, sin hablar inglés, viajando a cada rato a Nueva York. Me cargaba”.
Ahora, dirigiendo su taller de talismanes, donde el color de las piedras que se incrustarán en el aluminio fundido, está vinculado a los colores que representan los arcángeles, se siente mucho más cómoda y plena.
Fue una noche de lluvia conversando con su amiga, la abogada, metafísica y experta en ángeles, Ángeles Castaño, que tuvo una revelación. “Siempre he sufrido de déficit atencional, me cuesta mucho concentrarme y leer, pero su descripción de los ángeles y sus propiedades y su conexión con los colores del arcoíris, me alucinó. Entendí todo. Mi obsesión por los cubrecamas amarillos, todo. Y partí a Rapa Nui, siguiendo la indicación de la Lily Garafulic. En Rapa Nui me pasaron todas las cosas que me debían pasar”.
Lo primero fue reencontrarse con una ex candidata a Miss Chile, Tati Rapu, y quien Paola le dijo: “Tengo que construir un moai acá. ‘Estás loca. Acá te pueden matar por esa idea’, me advirtió. Estábamos diciendo eso, cuando en el cielo se desplegaron dos arcoíris entrelazados”. Estuvo una semana en la isla, pero partió decidida a volver e instalar sus siete arcángeles de fuego en Rapa Nui. Energética como es, armó su proyecto, al que llamó Hitu Merahi, y en 2016, consiguió financiamiento, autorización municipal y que el Consejo de Ancianos le otorgara un lugar de 20 metros cuadrados, al lado del cementerio, “donde se hace la tradicional fiesta Tapati”, para montar sus 7 esculturas.
-Debe haber sido emocionante.
-Nooo. Fue aterrador, estuve a punto de morir. Mucha gente en la isla no entendía el proyecto. Fue espantoso y bonito al mismo tiempo. Lo mejor fue conseguir el respaldo de Pau Hereveri, el último y más importante constructor de moais vivo. Yo le conté mi sueño: hacer el primer santuario de ángeles en el mundo, en Rapa Nui. Él creyó en mí. Lo mismo hizo Johnny Tuki, otro artista tremendo. Yo me metí en sus tradiciones, en sus familias, en su etnia. Me transporté a otro mundo, a otro tiempo y me convertí en ellos.
Y les enseñó los misterios de la fundición del metal, porque uno de sus ángeles había llegado con una ala quebrada y tuvo que improvisar un horno para repararlo. “Ellos nunca habían visto fundir. Yo me conseguí la tapa del motor de un viejo refrigerador, que era de aluminio y la metí en un tarro y los puse a todos a abanicar las brasas durante horas. Quedaron con la boca abierta. Ahora estamos montando una pequeña fundición en Rapa Nui. Me he traído a varios rapa para que aprendan el oficio acá y contribuyamos a reciclar latas y desechos de aluminio y fundirlos, porque allá en la isla hay basura por todos lados y ellos tienen el arte en sus manos”. Y está haciendo lo mismo en San Pedro de Atacama, lugar donde descansan las cenizas de su padre.
ELIGE TU PIEDRA
Desde niña y contra la voluntad de su papá, Paola revoloteaba por la fundición, fascinada por el milagro que se producía con el calor en el horno. Sin temor a quemarse, hasta hoy se deja seducir por la atávica atracción del fuego. “Nunca he tenido un accidente. Me siento protegida. Es un trabajo duro: el chorreado del metal hirviendo, luego cargarlo y meterlo en el agua fría, las explosiones que a veces disparan trozos de metal o piedra… Para mí, ha sido vital la ayuda de Gabriel Espinoza, él es mi maestro y el alma de la fundición. Ha sido mi guía y me ha enseñado todo lo que sé”.
Gracias a Gabriel, antiguo trabajador de su padre, empezó a aprender esta técnica ancestral para fundir el metal y generar en moldes enterrados en la arena objetos artísticos, vinculando sus ideas creativas con sus inquietudes espirituales. Lo que mejor resume ambas materias son sus talismanes, los que surgen a partir de la fundición de desechos, fundamentalmente de aluminio, como latas de bebidas o cerveza, piezas de electrodomésticos en desuso, chatarra diversa, y una sencilla técnica de moldeado en plumavit con un cautín eléctrico.
Gracias a su vínculo con Arte Ayuda, iniciativa del Hogar de Cristo que reúne a casi un centenar de artistas plásticos en torno a la inclusión de personas en pobreza con consumo problemático de alcohol y otras drogas, Paola le comentó al capellán José Yuraszeck que quería regalar una cruz de aluminio fundido y madera a la causa del padre Hurtado, y lo invitó a participar de su taller de talismanes en enero.
Al pie de las tres cruces gigantes que pintaron diversos y conocidos artistas con ocasión de la visita del Papa Francisco hace poco más de un año y que hoy están emplazadas en el santuario de San Alberto Hurtado en la Estación Central, Paola le contó al capellán que había soñado con el diseño de una cruz escultórica de gran formato en madera con aluminio fundido.
Además le ofreció dictar un taller de talismanes para mujeres participantes de algún programa terapéutico del Hogar de Cristo. El taller se inspira en los 7 árcangeles y sus colores, que están presentes en las ágatas que se mezclarán con el metal fundido. “A veces las piedras cambian de color al entrar en contacto con el metal fundido cuando están bajo la arena; otras veces se quiebran. Eso hay que saber leerlo, porque en esas mutaciones puede haber mensajes poderosos”.
Paola se reconoce católica, aunque advierte: “Canto en una parroquia católica canciones de un compositor evangélico que me encantan, además, tengo tatuado a Buda en el corazón. El amor es mi mayor creencia. Tengo un alma y una mente súper libres, y esa libertad es la que trato de expresar en mis obras. Yo respeto y suscribo todo lo que predica y promueve el amor entre los seres humanos, por eso lo único que no me gusta son los fanatismos, en especial los religiosos”.
En unas semanas más, el 14 de marzo, 6 mujeres acogidas del Hogar de Cristo, a partir de una ruma de desperdicios metálicos que estará junto al crisol hirviente, elaborarán tres joyas súper personales para cada una. Ya veremos cómo les quedarán.
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