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May

2021

Jóvenes en el sistema de protección: De los brazos del Estado a la calle

Cerca de  mil 500 jóvenes que han vivido bajo la protección del Estado,  cumplen cada año su mayoría de edad y un alto número de ellos son egresados o abandonan el sistema para volver con sus familias, aunque para algunos la calle es su única salida. Urge para ellos y ellas un programa de transición a la vida adulta que incluya vivienda y apoyo en salud, educación y gestión de redes.

Por María Teresa Villafrade

El reciente estudio lanzado por Hogar de Cristo “Del dicho al derecho: Ser niña en una residencia de protección” señala que en 2019 un total de 9.371 niñas, niños y adolescentes se encontraban en cuidado residencial del SENAME, en sus 18 modalidades distintas, agrupándose principalmente en las residencias de protección para mayores.

Cada año, cerca de  mil 500 alcanza la mayoría de edad y, por lo tanto, de ahí en adelante, su permanencia en las residencias es voluntaria. El 23 de diciembre del 2020 se promulgó la ley que crea el nuevo Servicio de Protección Especializada de la Niñez y Adolescencia (Mejor Niñez) en reemplazo del SENAME. Una  de sus características es que ya no se exigirá el certificado de alumno regular de un establecimiento autorizado por el Ministerio de Educación para que estos jóvenes puedan permanecer en estos centros residenciales hasta los 24 años.

Jóvenes de la Fundación Sentido.

Sin embargo, dada la etapa de transición que está viviendo el SENAME, todavía siguen presentándose casos de jóvenes que, al cumplir los 18 años, son egresados y/o regresan con sus familias, las que no siempre han podido resolver las causas de vulneración que llevaron a estos niños, niñas y jóvenes a ser internados bajo la protección del Estado.

Carlos Vöhringer, director técnico de Hogar de Cristo, precisa que ya en el 2018, en otro estudio “Del dicho al derecho: Estándares de calidad para residencias de protección de niños y adolescentes”, se señaló expresamente el deber de asegurar servicios de soporte a los jóvenes en su transición a la vida adulta, al menos hasta los 25 años. “La evidencia señala que este acompañamiento debe tener una perspectiva holística y considerar: alternativas habitacionales seguras, hasta que estén en condiciones de arrendar o comprar su propia vivienda; beneficios financieros que apoyen el inicio de su vida independiente; soporte educacional para acceso a capacitación y/o a programas de educación superior; programas de apoyo al empleo; acceso a asesoría legal; y acceso a servicios de salud, especialmente para aquellos jóvenes con trastornos de salud mental. Este acompañamiento debe ser liderado por la residencia y el sistema de protección debe asegurar que los servicios de soporte estén garantizados”, sostiene el psicólogo.

AUMENTAN LAS MUJERES JÓVENES EN CALLE

La triste realidad que se observa desde el Hogar de Cristo es que hay muchos jóvenes en situación de calle cuyo denominador común es haber estado en el SENAME. Hace una década se hizo el Segundo Catastro de Personas en Situación de Calle (2011) y entonces se vio que el 46% de los jóvenes en situación de calle, entre 18 y 28 años, había estado en el Servicio Nacional de Menores. Una cifra dramática que prácticamente no ha cambiado en una década.

Para Daniela Moreno, jefa de la hospedería de Hogar de Cristo en la Región de Valparaíso, es una señal de alarma para todo el sistema de protección que mujeres cada vez más jóvenes, que llevan meses viviendo en situación de calle, vengan a tocar la puerta pidiendo albergue. En un momento, cuatro de los usuarios del recinto –un hombre y tres mujeres jóvenes- se conocieron de niños en algunos de los centros CREAD del antiguo SENAME.

Habitación de la hospedería de Valparaíso.

“Nos golpea fuerte esta situación y hemos levantado este tema con los organismos de protección para que podamos generar estrategias a nivel de red que incidan en políticas más efectivas de apoyo frente a los riesgos y vulneraciones que han sufrido las mujeres en situación de calle en la región. Hemos visto situaciones de extrema violencia hacia ellas, de abuso por el solo hecho de ser mujer y estar en calle. Es una población en completo abandono y con nulas redes de apoyo”, dice.

Claramente una hospedería mixta, donde hay adultos mayores que han pasado largo tiempo en situación de calle, no es el mejor lugar para este perfil de jóvenes cuyas historias de vida ha sido de permanente vulneración de derechos. “Nosotros tenemos que hacernos cargo y estamos en proceso de aprendizaje. Un aspecto positivo dentro de lo malo es que ellas no quieren volver a vivir en la calle, tienen muy clara la percepción de riesgo que eso significa. Como sociedad todos nos tenemos que comprometer”, dice convencida de que deben existir programas especiales para prepararlas hacia la vida adulta.

INDEPENDIENTES NO, INTERDEPENDIENTES SÍ

La Fundación Sentido, que dirige Margarita Guzmán, tiene precisamente esa finalidad. Hace 9 años que trabajan con niños, niñas y jóvenes que están bajo la protección del Estado. Ella recuerda que al saberse la noticia del cierre de los CREAD por parte del SENAME, muchos se fugaron masivamente, noticia por estos días ha vuelto a repetirse.

“Nos dimos cuenta que estaban en la calle y aunque intentamos reinsertarlos no resultó, sencillamente porque no tienen un techo sobre sus cabezas”, cuenta. Por esa razón, decidieron abrir un proyecto de casa compartida para mayores de 18 años, la que está ubicada a dos cuadras de La Moneda y en este momento tiene sus cupos completos con seis hombres y seis mujeres.

Margarita Guzmán, directora social Fundación Sentido.

“Hasta hace muy poco, la ley del SENAME permitía que hasta los 24 años los jóvenes permanecieran bajo protección siempre y cuando tuvieran un certificado de alumno regular del Ministerio de Educación, lo que dejaba fuera a cualquier joven que no estuviera en el sistema formal de educación. Después de mucho lobby y mucha presión por parte de organismos colaboradores, se logró que el nuevo Servicio Mejor Niñez quitara ese requisito y se aceptara el certificado de una institución colaboradora acreditada. Ese un gran logro”, señala Margarita Guzmán.

Sin embargo, dado que son centenares los que egresan del sistema de protección cada año, se está pidiendo que la nueva ley asegure programas de transición a la vida adulta con vivienda, “porque mientras estos jóvenes estén en situación de calle, no hay ningún programa ambulatorio que pueda lograr que continúen con sus estudios en esas condiciones. La única forma de evitar que estén viviendo en la calle es asegurándoles un techo”, recalca.

Así como existen programas de reinserción social para personas que han estado privadas de libertad e incluso para los migrantes, la directora aboga para que se haga un seguimiento y estudio acabado de lo que pasa con los jóvenes que salen del sistema de protección, porque para ellos lamentablemente no hay nada.

“Chile es el único país de Latinoamérica que no tiene un programa de transición hacia la vida independiente de jóvenes que salen del sistema de protección. Empezamos gestiones con el Ministerio de Vivienda para que emulemos lo que se hace con Vivienda Primero para personas en situación de calle. Es decir, que haya un subsidio de arriendo colectivo para estos jóvenes. Estamos pidiendo que se haga un proyecto piloto con fundaciones como la nuestra que nos permita, ante una emergencia, poder abrir nuevas casas. Nosotros tendremos que levantar recursos para alimentación y gastos básicos”.

Para Carlos Vöhringer es fundamental cambiar el enfoque, tal como adelantó Hogar de Cristo en 2018 en su estudio “Del dicho al derecho: Estándares de calidad para residencias de protección de niños y adolescentes”.

La residencia debe cambiar el enfoque de preparación para la vida ´independiente´, por preparación para la vida ´interdependiente´; alejándose de la búsqueda de la autosuficiencia y promoviendo, en cambio, el desarrollo de habilidades sociales en los jóvenes y apoyando la construcción de una red social a la cual pertenecer. Esto requiere cambiar las actitudes, valores y creencias de los equipos de residencia y de todo el sistema, dejando de motivar el alcance de la independencia como un parámetro de éxito”, explica.

Ahora todos los ojos están puestos en el nuevo Servicio Especializado para la Niñez y Adolescencia, en el que se tienen grandes expectativas. Es de suma urgencia evitar que estos jóvenes lleguen a situación de calle. ¿Por qué? Un dato como respuesta: más del 41% de las 17.710 personas que actualmente viven en esa condición, señalan que su primera experiencia en calle ocurrió antes de los 18 años.

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