Abr
2021
Neftalí Kram: “Tuve que aprender a usar desde el califont hasta la lavadora”
“Gracias Señor, en el nombre del Señor” fueron las primeras palabras que pronunció Neftalí al abrir las puertas de su departamento en Osorno. Dejaba así detrás el hambre, la injusticia y la pobreza que vivió estando en situación de calle debajo del puente Rahue Bajo. Allí quedaron sus amigos, a los que promete no olvidar y seguir ayudando.
Por María Teresa Villafrade
Visiblemente emocionado al recibir de manos de la Seremi de Desarrollo Social Región de Los Lagos, Soraya Said, las llaves de su departamento, Neftalí Kram (58) e incluso la misma personera no pudieron ocultar las lágrimas, saliéndose de todo el protocolo que revestía la ocasión. No era para menos, ya que el programa Vivienda Primero, que entrega techo, alimentación y asesoría a personas en situación de calle, llegó a Osorno por primera vez después de tres años de implementación en otras ciudades del país.
Hogar de Cristo ejecuta este programa desde 2019 en la Región Metropolitana (76 personas), Valparaíso (22 personas) y ahora en Osorno, que se abrió con un cupo de 20 personas que, igual que Neftalí, podrán dejar atrás una de las situaciones humanas más indignas y dolorosas: vivir en la calle.
“Eso no era vida. No la pasé nada de bien ahí. Debajo de ese puente sufrí hambre, injusticia, desprecio, cosas que no le doy a nadie y que ahora, solo, me he estado cuestionando: ¿Cómo llegué yo hasta allí? Es una larga historia”, reflexiona, al tiempo que agradece a todas las personas que le dieron las herramientas para volver a levantarse: Gerardo Bello, jefe de la hospedería del Hogar de Cristo en Osorno; su hermana, “que ha dejado los zapatos en la calle por mí”, y los expertos del Cosam en el que todavía se atiende para superar sus problemas de adicción al alcohol y las drogas: Mónica Rodríguez, Mónica Vidal y el asistente social, Manuel Jesús.
“Una forma de agradecer es haciendo las cosas bien y respondiendo a todo lo que me han dado. Soy medio pelusa, bueno para conversar, de eso se dieron cuenta los de la Hospedería que nos visitaban en la calle, siempre me preocupaba de darles pancito a mis compañeros de infortunio”, agrega.
DEL RÍO A UN DEPA
Neftalí nació en Puerto Octay en una familia campesina con 9 hermanos. Tenía 8 años cuando empezó a trabajar recogiendo papas en el campo para ayudar en la casa. “De mi padre recuerdo solo los castigos, echo de menos haber tenido un papá. A los 17, mi madre nos llevó a vivir a Santiago y empecé a trabajar en lo que saliera”, cuenta.
Pronto, aprendió el oficio de panadero, labor que desempeña hasta el día de hoy y que le permitió casarse y criar a sus tres hijas. “Mis bebés están grandes, las dos mayores ya se casaron y la menor a la que le digo mi Panchi-Panchi, tiene 19 años y quedó en la Universidad Católica. Vive con su mamá, mi ex, con quien tengo una buena comunicación. Me han dicho que quieren venir a verme”, señala, contento.
Vivió 30 años en Santiago, “hasta que colapsé”, confiesa, cayendo en un hoyo profundo y negro. “Decidí dar un paso al costado, hablé con mi familia y me vine al sur. Si yo mi primera cerveza la vine a tomar a los 29 años, ya era papá”, dice, todavía sin explicarse cómo pudo llegar a una situación límite que lo obligó a tocar fondo.
Neftalí se quiebra varias veces al hablar de sus seres queridos. “Toda mi familia camina por la fe”, afirma.
-¿Cómo ha sido este mes y medio que llevas viviendo en tu departamento?
-Todo es calma y felicidad. Yo trabajo de 11 de la noche a 6 de la mañana en la panadería que está en las calles Temuco con Talca, a veces llego a mi depa y me quedo dormido en el sofá, no lo puedo creer. Antes a esa hora me iba al río, imagínese la diferencia. En el trabajo no andaba bien porque en la calle se duerme mal, ahora estoy magnífico. Pero hubo un problema: como todo es nuevo en mi nuevo hogar, no sabía cómo usar la lavadora, incluso el califont no sabía cómo hacerlo andar, la televisión. Tenía que llamar al equipo para que me enseñaran– responde.
El equipo de Hogar de Cristo, encargado de apoyarlo durante tres años en su nueva vida está formado por el trabajador social Patricio Campos, el psicólogo Andrés Quezada y la terapeuta ocupacional Yureinis Pinto.
Andrés Quezada cuenta que Neftalí Kram es un hombre muy motivado con el proceso que está viviendo y mantiene el vínculo con su familia, lo cual es muy importante. Explica que Vivienda Primero es un programa que nació en Estados Unidos como Housing First en la década del 90 y su lógica es entregar una vivienda permanente a personas en situación de calle.
“El modelo chileno es distinto en el sentido de que el programa entrega una vivienda por tres años y no para que vivan solas, como es el original, sino que comparten el espacio con alguien desconocido. Por eso tengo mis reparos en cuanto al tiempo de duración del programa, imagino que eso se va a evaluar porque ya los que partieron el 2019 cumplen este 2021 los tres años. Se crea harta incertidumbre especialmente en un país donde no existe el derecho a la vivienda estipulado en ninguna parte. Nosotros como equipo interventor tenemos que trabajar ese factor. La idea es que la persona pueda postular a una vivienda al cabo de los tres años, pero sabemos que es muy difícil que obtenga ese subsidio. Nos enfrentamos a estas barreras que son estructurales”, señala el psicólogo.
También reflexiona: “Son 20 personas que salen de su situación de calle, pero en Osorno hay más de 150 y, cada día, el sistema hace que entren otras 10 o 20 a vivir así, la llave no se cierra”.
Respecto a que los beneficiados del programa deben compartir su vivienda con otros, señala que tiene aspectos positivos y negativos. “El cambio del ruco a una casa es un impacto de por sí que se suma al acomodarse a un otro que no conoce, lo que puede generar una mayor dificultad. Se presentan problemas de convivencia que complejizan el proceso de adaptación, pero, al mismo tiempo, con un buen manejo y una buena contención, es una oportunidad para la reinserción social de las personas”, concluye el profesional.
Para Neftalí Kram la experiencia, hasta ahora, es muy positiva. “Estoy muy enfocado en mi meta de salir adelante y lograr independencia y estabilidad. Mi hermana me está ayudando mucho, voy a visitarla con frecuencia y mis sobrinos siempre se alegran cuando me ven. Mis hijas siempre me decían que yo era enfermante en entregarles tanto cariño, porque traté de ser un padre distinto al que tuve. Ellas también están muy contentas por mí”, dice, con esperanza en su futuro.
SI TE IMPORTAN LAS PERSONAS EN SITUACIÓN DE CALLE