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Abr

2020

Juan Cristóbal Romero: “Esta donación da cuenta de la confianza que se le tiene al Hogar de Cristo”.

La fundación que atiende a más de 30 mil personas en el país recibirá parte del fondo privado de emergencia para la salud creado por la CPC para paliar la crisis sanitaria. “Hoy día, tenemos 4.500 personas en cuarentena, a lo largo de cien residencias para adultos mayores”, revela el director ejecutivo.

Diario Financiero.

A diario deben comprar 8 mil mascarillas, 4.500 pares de guantes, vestimentas de protección, implementos de limpieza y termómetros. La crisis sanitaria producida por el coronavirus está golpeando fuerte al Hogar de Cristo, sus beneficiarios y sus 1.500 trabajadores. “Hoy día no tenemos todo ese tipo de insumos que son tan elementales y no teníamos la plata para financiarlos”, revela el director ejecutivo de la institución, Juan Cristóbal Romero.

Hace algunos días la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) les informó que serían receptores de parte del Fondo Privado de Emergencia para la Salud de Chile, creado por la entidad y sus seis ramas para hacer frente a la crisis sanitaria ´producida por el brote Covid-19 y que ya cuenta con compromisos de aporte por hasta $ 50 mil millones de parte de personas, empresas, grupos y familias empresarias.

“De las 30 mil personas que atendemos hoy día, tenemos 4.500 en cuarentena. A lo largo de 100 residencias para adultos mayores hay 3.000 de ellos en cuarentena”.

En esta conversación con diario financiero, el profesional explica el sentido de los recursos que tiene como sentido específico enfrentar la crisis. Pero prefiere no dar a conocer la cifra del donativo, porque aún no se concreta, sostiene.

En todo caso, cuando la CPC lanzó el fondo, trascendió que en una primera etapa las 8 fundaciones que recibirían esos recursos obtendrían en total $ 6 mil millones.

“El Hogar de Cristo atiende a los más pobres entre los pobres”, reitera Romero. Y por eso que agradece varias veces el aporte. A sus dependencias acuden a diario personas en situación de calle, adultos mayores, personas con discapacidad mental, con consumo problemático de alcohol y drogas, jóvenes y niños que están bajo medidas de protección; jóvenes excluidos del sistema escolar, a través de escuelas de reingreso; y 3 mil niños que acuden a los jardines y salas cuna de la fundación.

En este sentido, aclara que la donación soluciona un problema en específico, pero “todavía quedan muchos gastos por financiar. Por eso siempre es importante mantener la invitación a que colaboren muchas más personas”, sostiene. “esta crisis que estamos viviendo, que es una pandemia inédita, difícilmente podemos saber cuánto más va a durar cuales van a ser las necesidades en el tiempo”, añade.

-¿A cuántas personas está atendiendo el Hogar de Cristo hoy?

-A más de 30 mil personas en los cerca de 300 programas, desde Arica a Punta Arenas.

Queremos estar donde nadie está.

-¿Cómo se financian estos programas, sólo con donaciones?

-El 50% de los ingresos que sostienen esta obra enorme proviene de pequeñas donaciones que aportan 400 mil socios,        a un promedio de $ 7 mil mensuales; también hacen su contribución empresas y fundaciones familiares.

-¿Reciben aportes del Estado?

-El otro 50% proviene de subvenciones escolares, transferencias para los jardines, convenios con el Estado, no aportes directos. Por lo que estamos permanentemente sojutos a estas sorpresas que nos ofrece la solidaridad del país, como en este caso que estamos viviendo momentos tan difíciles, realmente una emergencia al interior del hogar.

-¿Por la pandemia?

-Claro, de las 30 mil personas que atendemos hoy día, tenemos 4.500 en cuarentena. A lo largo de 100 residencias para adultos mayores hay 3.000 de ellos en cuarentena, personas con discapacidad mental, personas en extrema pobreza, muy vulnerables y muy riesgosas, también a personas en situación de calle en las hospederías que tiene el hogar. Los adultos mayores son todos de extrema vulnerabilidad, con alta dependencia, que muchos de ellos tienen Alzheimer, que no pueden valerse por si mismos y necesitan apoyo 24/7.

-¿Van a invertir en eso el donativo?

-Esta crisis sanitaria nos ha significado gastos extraordinarios para montar la cuarentena y estos son los que en parte vamos a ir financiando con estos aportes. Por ejemplo, la compra de 8 mil mascarillas todos los días, tanto para la protección de las personas que atendemos como de los 1.500 trabajadores. Necesitamos 4.500 pares de guantes diarios, vestimenta de protección, termómetros láser, implementos de limpieza. Hoy día no tenemos todo ese tipo de insumos que son tan elementales y no teníamos la plata para financiarlos.

-¿En época normal cuánto necesita el hogar para funcionar?

-Alrededor de $ 4.000 millones mensualmente.

-¿Y logran cubrilo con la fórmula 50% y 50%?

-Claro, $ 2.000 millones provienen de donaciones y $ 2.000 millones de subvenciones, subsidios, convenios con el Estado, que son licitaciones.

-¿No arrastran deudas?

-Siempre tenemos dificultades, pero esta donación va ir a financiar directamente estos gastos extraordinarios que implica esta emergencia. Al punto que tenemos que ir rindiendo la utilización de esos fondos de acuerdo al proyecto.

-¿Les ha costado más atraer socios desde lo sucedido con el excapellán Renato Poblete?

-La ciudadanía distinguió claramente la inmensa obra del Hogar de Cristo, de un capellán que dejó de serlo hace 20 años. Estos 20 años el hogar ha hecho una labor extraordinaria y eso lo reconoce la ciudadanía; al punto que esta donación da cuenta de la confianza que se le tiene al Hogar de Cristo. El 90% de los socios que aportan, se hicieron socios hace menos de 20 años y muchos de ellos no tienen memoria de Poblete. Además, esta es una institución que está constantemente activa en los distintos contextos que ha vivido el país. Lo estuvo en la crisis social que vivimos en octubre…

-¿El estallido social significó una sobrecarga para el hogar?

-Lo principal fue que no dejó de operar sus programas sociales, que están en comunas muy conflictivas, en los barrios más vulnerables. Ni una obra sufrió, más bien fueron protegidas por las comunidades; los colegios se mantuvieron operando, ni uno de los jardines infantiles cerró, tenemos 40 a lo largo de todo el país. Eso por el trabajo comunitario que se hace.