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May

2019

Jóvenes de la UDD se conmueven con la dura realidad de las personas en situación de calle

Por cuarto año consecutivo, más de 90 alumnos de la Universidad del Desarrollo participan en distintos programas y causas asociadas al Hogar de Cristo de la región Metropolitana. Una de ellas es la ruta calle y aquí narran su experiencia.

Por María Teresa Villafrade

“Yo iba asustada de que no quisieran recibirnos”; “el pan y el café que les dimos era lo que menos les importaba”; “esta experiencia te ayuda a romper con los prejuicios y los miedos”; “me sorprendió lo felices que estaban de que los escucháramos”. Estas frases revelan lo que sintieron los 12 jóvenes de la Universidad del Desarrollo que participaron en una ruta calle del Hogar de Cristo para conocer la dura realidad de las personas en situación de calle.

La visita se enmarca en la Semana i del plantel, programa que se realiza a partir de desafíos dirigidos a alumnos, los cuales son propuestos por docentes de la universidad y/o empresas e instituciones, en donde se busca fortalecer el desarrollo de competencias a través de la interdisciplina y colaboración. Por cuarto año consecutivo, Hogar de Cristo ha sido invitado a participar presentando ocho propuestas que congregaron a más de 90 estudiantes a vincularse con las causas de la fundación.

Conversamos con los 12 integrantes de uno de los grupos que realizó la ruta calle en la noche del miércoles 8 de mayo, después de haber estado en dos inducciones corporativas. El trabajador social del Hogar de Cristo, Alejandro Lagos, los llevó hacia el sector de Recoleta, Avenida La Paz e Independencia en donde pernoctan regularmente decenas de personas en situación de calle.

Allí, los jóvenes estudiantes de las carreras de derecho, ingeniería comercial, fonoaudiología y educación parvularia fueron conociendo las historias de “Pan Grande”, del “Gitano”, de la “señora Paty” y de “Jorgito”, por mencionar algunos.

Estos son algunos de los relatos de los universitarios:

“Me acordé mucho de ellos a la mañana siguiente, porque lloviznó en Santiago. Me preguntaba cómo habrían dormido. Yo nunca antes había ido a una ruta calle, fue una experiencia enriquecedora que jamás me habría atrevido a hacer sola. Ahora lo volvería a hacer. Me sorprendió que el pan y el café que les ofrecíamos era lo que menos les importaba.” (Daniela Riveros).

“La señora Paty se encariñó conmigo, no me quería soltar. Le prometí volver para llevarle enmarcada una foto que nos tomamos con ella y todo el grupo. Antes, había salido un par de veces cuando estaba en el colegio a dar desayuno a los que duermen cerca de la Posta Central, pero nunca con un grupo ni por la modalidad de ruta calle. Me llamó la atención que las personas no querían que nos fuéramos” (Martín Zunino).

“Es muy bonito ver el apego que se crea cuando se hace una ruta calle, porque sus rostros y nombres empiezan a hacerse familiares. Me impactó ver a un señor buscando comida en la basura. Fue el único que no quiso nuestra ayuda, pero los demás querían contarnos toda su vida, porque nadie los escucha, ellos querían ser protagonistas. Creo que los hicimos sentir importantes” (Cecilia Martínez).

“El último lugar al que fuimos, me conmovió saber que los vecinos los aceptaban e incluso les daban trabajo. Estaba todo muy ordenado y limpio. Creo que esa alianza y el hecho de que tengan trabajo es muy motivador” (Montserrat Hincke)

“Esta experiencia me ayudó a darme cuenta lo importante que será en mi profesión sensibilizar desde la temprana infancia sobre esta dura realidad, enseñar a los niños que estas personas nos necesitan y que debemos ayudarles” (Montserrat Miro)

“La ruta calle te ayuda a romper con los prejuicios y los miedos. Te enseña a ver lo que generalmente no ves. En realidad no sabemos nada de lo que ellos están pasando y las carencias enormes que tienen, de afecto más que nada” (Javiera Barría)

El trabajador social, Alejandro Lagos, reconoció que compartir con estos jóvenes fue para él también muy motivador. “Yo les veía sus caras, cómo pasaban del temor y nerviosismo a la alegría y también a la tristeza, cuando escuchaban los dolorosos testimonios de vida. Noté en estos alumnos mucha empatía y energía. Además fue potente ver cómo se dieron todo el tiempo del mundo para escucharlos. Estuvieron geniales”, señaló.

Eva Lara, encargada del programa social Personas en Situación de Calle de la fundación, expresó su alegría de ver a los jóvenes tan sonrientes en una de las noches frías de otoño. “Yo soy una convencida de que san Alberto Hurtado nos cuida harto, porque en lo personal, solo una vez en mi vida he sentido frío en una ruta calle”, dijo.

El grupo de la UDD se puso entonces manos a la obra para crear soluciones innovadoras y Eva Lara los alentó: “Soy toda oídos para escuchar la lluvia de ideas que ustedes nos tienen”.

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