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Nov

2020

Ecoropa: A toda máquina avanza el proyecto liderado por jóvenes de Súmate.

A comienzos de diciembre los estudiantes tendrán su última clase de costura. Con esto, estarán listos para comenzar la elaboración final y venta de sus productos hechos a partir de ropa en desuso. Un emprendimiento innovador integrado por hombres y mujeres talentosos y con ganas de aprender y vender. Esta es la historia.

Por María Luisa Galán

A Tomás Soto (18) no le complica ser el único hombre en un taller de costura predominado por mujeres. Él es parte de la nueva generación que quiere romper con los estereotipos. “Pensamientos de los viejos, a la antigua, hay que cambiar ese pensamiento, todos podemos hacer lo mismo. No es tan difícil tomar una máquina y echarla a andar. Lo difícil es la práctica, que te quede bonito para venderlo, eso es lo difícil”, dice en un año que le ha sido complicado por la pandemia, pero motivado por ser parte de este curso porque le gusta aprender cosas nuevas.

Él, junto a otras seis jóvenes, es parte del proyecto “Ecoropa”, una iniciativa del Programa Socioeducativo Zona Sur de la fundación Súmate que busca reutilizar ropa desechada y que gracias a la adjudicación de un fondo concursable, cuentan con recursos para capacitarlos. Llevan cerca de tres meses preparándose con clases on line sobre negocio y emprendimiento y pintura en tela y ahora que se pudo y con todas las medidas sanitarias, por fin el grupo logró reunirse presencialmente. Esta vez para el taller de costura.

Gracias al fondo que obtuvieron, compraron máquinas de coser, hilos, agujas, botones, cierres y todo lo necesario para que los jóvenes aprendieran lo básico en cuatro clases. La profesora, Loreto Ponce, es diseñadora de vestuario y docente de costura. Se unió a este proyecto gracias a las redes sociales. Debido a la pandemia comenzó a hacer talleres a través de Instagram live, ahí la vio Francisca Vásquez, facilitadora y parte del equipo de Súmate y Ecoropa, y la invitó a sumarse.

“Me encanta hacer estas clases porque no suelo trabajar con gente tan joven, por lo general son personas de 30 años para arriba. Y el proyecto me cautivó, todo lo que me iban contando me convenció. Además, me gusta capacitar para que tengan una fuente de ingresos con lo que  enseño. Siempre les inculco a mis alumnos que pueden ganar plata con sólo saber usar la máquina. Con cuatro clases quedas bien para empezar, aprendes los tips, a coser derecho, pegar cierres y ellos se han dado cuenta que hay un mundo de posibilidades con tan solo usar la máquina”, dice Loreto.

Una de las jóvenes estudiantes de Loreto es Javiera Aroca, o “la Pollo”, como se le conoce. Ella es alumna graduada del colegio Álvaro Lavín de Súmate y ex vocalista de varios grupos musicales nacidos en su época escolar y que se presentaron en los famosos Encuentros de Banda que la fundación organizaba. Pero ese período musical está pausado, por ahora. Hasta comienzos de este 2020 estaba estudiando “Dibujo y modelamiento arquitectónico y estructural”, pero lo dejó por el confinamiento ya que le complicaba concentrarse desde su casa en las clases on line. “No podía aprender lo mismo que en las clases presenciales, porque el profe iba haciendo los trabajos y nosotros con nuestros computadores copiando, aprendiendo así desde la casa no se podía”, dice. Quiere retomar sus estudios, pero más ligado al arte. Mientras, se apuntó a ser parte de este proyecto porque ya tenía conocimientos de costura.

Me interesó la ropa, poder pintar, bordar, porque pinto en tela, sé bordar y me gusta. Siempre me ha llamado la atención pero nunca tuve la oportunidad de aprender. Súmate me la dio y empecé a hacer poleras. Este taller me gusta mucho. Además me fascina vender en distintos lugares como la feria, me gusta interactuar con las personas”, cuenta Javiera mientras delinea y corta un jeans que usará como short.

Nayaret Schaeffer es otra de las jóvenes participantes. Tiene 20 años y una hija de 2. Quería estudiar diseño de vestuario, pero la sede le quedaba muy lejos y le complicaba la logística de dejar a la niña al jardín e ir a clases. Optó por estudiar publicidad el próximo año gracias a la beca de gratuidad que obtuvo. Este taller, entonces, le viene como anillo al dedo. Me gusta esto por eso lo encuentro bueno. Sabía usar la máquina y había hecho ropa con una amiga más experta, pero yo propiamente tal, no”, dice y no descarta dedicarse a la moda en el futuro. “Mi meta más lejana es tener una marca muy conocida, una tienda”, agrega.

“La idea es meterles el bichito porque después no pueden parar. Algunos a los que les he hecho clases se compran la máquina porque te sirve para todo. Si no quieres vender no importa, pero te sirve para hacerte tu ropa, arreglar las cosas de la casa, hacer regalos. En el caso de estos jóvenes, los veo muy motivados, muy talentosos”, cuenta Loreto, la profesora que durante los talleres asesora constantemente a los jóvenes en todas sus ideas, a los que quieren hacer un estuche, una mochila o falda. También les da consejos de venta: que no vendan tan barato porque deben considerar todo el tiempo y esfuerzo que dedicaron en descoser, cortar, volver a coser, etc. “Todo se trabaja, la creatividad está ligada a lo que vas viendo, a los estímulos y al juntarse más gente, el otro te va abriendo los ojos porque todos vemos cosas distintas y ahí está la creatividad. Inventando, experimentando, probando con texturas, con colores, cualquiera lo puede hacer y hay que tener ganas y los chicos las tienen”, finaliza Loreto.

¿Cuál es la próxima etapa? Que los estudiantes confeccionen sus productos y los puedan comenzar a vender a través de la cuenta de Instagram que puedes ver aquí. ¡Súmate!

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