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Voluntariado

Abr

2016

¿Dónde está el Hogar de Cristo? La pregunta no es tan obvia como parece

Por el contrario, desde un principio el Padre Hurtado concibió la Fundación como una obra que debía estar con todos: porque es una labor común contribuir a que los más pobres vivan conforme a su dignidad. A más de 70 años del inicio de esta causa ¿Te has preguntado dónde está hoy el Hogar de Cristo?

Tengo la impresión de que muy pocos se cuestionan realmente esta pregunta. Sin embargo, testimonios como los de Nicole y Pamela, dos voluntarias de la Fundación, pueden ayudarnos a descubrir nuevamente la ubicación actual del Hogar de Cristo.

En aquel entonces hubiera sido difícil saberlo. Pero cuando Pamela Valencia Cereceda, de 50 años, comenzó su voluntariado, no tendría cómo haber comprendido que su labor solidaria la estaba preparando para las experiencias que pondrían a prueba su vida.

Su voluntariado empezó hace más de 20 años en la Sala Padre Hurtado de la Fundación, que trata y acoge enfermos terminales. Fue en ésa época cuando todo se complicó para Pamela “Me enfermé y tuve que posponer mi voluntariado. El doctor me miro y me dijo: usted tiene leucemia, está enferma de cáncer… Sucede que poco tiempo antes del diagnóstico había perdido a mi hija, tal vez la pena me provocó el cáncer, quién sabe. Pero mientras estaba hospitalizada, ¡todos los abuelitos del Hogar me fueron a ver a la clínica! y me regalaron una estampita que tenía la cara del Padre Hurtado y su oración detrás. Después de eso, todas las noches le pedía un milagro”, nos cuenta Pamela.

Sucede a  veces, que en medio del llanto aparece la alegría, y a la sombra de la muerte hay una luz que resiste. Porque en medio de su tratamiento contra el cáncer, el doctor le dio otra noticia: estaba nuevamente embarazada. “Mi hijo logró nacer de cinco meses y medio. ¡Desde el principio fue un luchador!”.

Pamela venció al cáncer. Y contra todo pronóstico su pequeño también salió adelante. “Un día que fui a donar ropa al Hogar me ofrecieron ser voluntaria de Rostros Nuevos del Hogar de Cristo, una Fundación que promueve la integración social de personas con capacidades mentales diferentes, yo les dije que sí en al tiro”, afirma.

No está claro quién determina las cosas que nos pasan en la vida. Y la mayoría de la veces, todo lo que podemos decidir es qué hacer con el tiempo que nos dieron. “De alguna manera me sentía muy identificada con Rostros Nuevos, porque antes de fallecer, mi hija quedó con un daño cerebral muy severo, si bien era muy chiquitita, alcancé a estar con ella en muchos lugares de tratamiento y pude conocer la realidad a la que se enfrentan las personas con discapacidad mental, desde ese momento quise hacer algo por cambiar eso”.

Desde entonces, Pamela es voluntaria de Rostros Nuevos en el Hogar de Cristo. “Les hago terapia de Reiki a todos los muchachos, que actúa sanando en los cuatro niveles: emocional, mental, físico y espiritual. ¿Y sabes qué? en los acogidos a veces veo los ojos reflejados de mi hija que aún me mira”.

Jóvenes en situación de calle

Nicole Núñez Suazo, de 28 años, nos enseña a través de su voluntariado que los prejuicios son barreras que se superan poniéndose uno mismo frente a la realidad de otro, no juzgándola sino haciéndola sentir considerada, reconocida, motivando en ella las ganas de ir más allá de la rutina de injusticias que sucedieron en su vida.

Nicole es voluntaria del Programa Residencial para Mujeres Adolecentes de Fundación Paréntesis del Hogar de Cristo, llamado: Mapumalén, que en lengua mapudungun significa “Tierra de Adolescentes”. Donde se entrega apoyo y residencia a mujeres adolescentes entre los 14 y 18 años, con consumo problemático de alcohol y otras drogas en situación de vulnerabilidad social. “Aquí estoy con las chicas entregando apoyo pedagógico, imparto clases de lenguaje y matemáticas, pero también hacemos actividades recreativas, como ver películas con verdadero contenido social”, nos cuenta.

Nicole nos invita reflexionar sobre la cruda realidad que viven las adolescentes en riesgo social. “Hay niñas que no tuvieron ningún tipo de contención familiar, o que fueron explotadas sexualmente, ¿Quién no querría consumir para borrarse del mundo después de ver cómo tus derechos son tan pisoteados?, ahí está la raíz desigualdad, porque los derechos son iguales para todos, pero no se aplican igual para todos. ¡Hay que aprender a incluir! porque el problema de las adicciones es un tema de salud pública que nos involucra a todos”.

¿Dónde está el Hogar de Cristo hoy en día?, ¿Está en sus acogidos? ¿Sus voluntarios? ¿Los socios o los trabajadores? La respuesta la tiene Nicole y Pamela, porque al escuchar sus testimonios reconocemos nuevamente la ubicación exacta de la Fundación; y no es está en una dirección específica del mapa, sino más bien en sus personas. Con los que nadie más está.