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Reportaje

Mar

2020

Clases por WhatsApp en La Granja: “No hay internet, pero hay ganas”

No se puede desaprovechar el interés de estos alumnos a quienes la Escuela de Reingreso Betania ha logrado recuperar de la exclusión educativa, por eso los profes hacen lo imposible por seguir enseñándoles. Como no tienen acceso a plataformas online, las clases son vía WhatsApp, revisando ejercicios con fotos y conteniendo angustias, conversando. Más que nunca, urge hacerse cargo de los que están fuera del sistema escolar.

Por Ximena Torres Cautivo y Daniela Calderón

 

“Setenta y cinco estudiantes fueron a retirar el material didáctico que prepararon nuestros profesores antes de que se suspendieran las clases. 75 de un total de 189 matriculados para nosotros es muy significativo”, nos dice por teléfono Paulina Vivanco, la directora de la Escuela de Reingreso Betania, de La Granja.

Paulina Vivanco, directora de la escuela de reingreso Betania

Esa fue la medida de emergencia por el coronavirus que adoptó la escuela más antigua de las 5 que tiene fundación Súmate para alumnos con gran rezago escolar que estuvieron desescolarizados por mucho tiempo por toda suerte de precariedades y vulneraciones de derechos, y que han vuelto a estudiar. Lamentablemente esta pandemia puede tener un impacto aún más negativo que el tsunami de 2010 sobre los más de 200 mil niños, niñas y jóvenes que por su pobreza están fuera del sistema escolar. Se trata de estudiantes “con poca adherencia” a las clases regulares, por lo que una catástrofe como la actual, que ha obligado a cerrar los establecimientos educacionales y a intentar funcionar con clases digitales, para ellos no parece ser una solución.

“Muy pocos de nuestros alumnos tienen acceso a plataformas en línea”, se lamenta Paulina, dificultad que supieron salvar con tecnología móvil: “Desarrollamos material didáctico para que lo pudieran revisar por WhatsApp o por el correo electrónico en los teléfonos”, explica y agrega: “Nuestros chicos van desde tercer nivel, eso significa que hacen quinto y sexto básico en un año, hasta el último nivel, que es tercero y cuarto medio. Trabajamos con el sistema dos años en uno. Notamos mucho interés de los estudiantes de enseñanza media y de los nuevos”.

-¿Cómo funciona el sistema que han implementado?

-Los estudiantes reciben este material, que corresponde a todas las asignaturas, incluso orientación vocacional, y trabajan desde sus casas. Cuentan con el apoyo de los profesores que se encuentran disponibles por WhatsApp todo el día.

Los profesores mandan la foto del ejercicio y los alumnos responden por WhatsApp. Así han estado toda la semana. Es la forma en línea que podemos realizar, porque la mayoría de nuestros chicos no tienen acceso a trabajar de forma realmente online. No tienen computadores, ni wifi en sus casas.

Como no se puede garantizar un trabajo pedagógico con plataformas online, con todas las de la ley, no se está evaluando a los alumnos con notas cuantitativas al libro. “Pero estamos buscando una forma adecuada de evaluar y estamos considerando que lo mejor es que los chicos nos manden fotos o videos de los ejercicios de las guías resueltos por WhatsApp. Más que garantizar el aprendizaje en su hogar, lo que nos permite este sistema es que los estudiantes se sientan acompañados por la escuela durante este proceso”, explica la directora del colegio Betania.

Un alumno de la Escuela llenando su guía que luego fotografiará y mandará por WhatsApp para comentar por chat los ejercicios con su profesor

Resulta realmente emocionante y muy significativo, que la mayoría de los alumnos esté perseverando en el estudio pese a esta interrupción de emergencia sanitaria mundial que nos tiene a todos alterados y que podría haber provocado una suerte de estampida. La experiencia en episodios tan traumáticos como el terremoto y tsunami de 2010 en Lota provocó que varias generaciones abandonaran para siempre los estudios que habían retomado con mucho esfuerzo. Perdieron su casa, a algunos de sus padres o hermanos, debieron cambiar de ciudad, en fin, muchas razones propias de la tragedia, pero que la pobreza y vulnerabilidad profundizan. Ahora tenemos la esperanza de que el efecto de coronavirus no sea tan devastador para esta población, aunque no podemos negar que tendrá un efecto importante en la exclusión escolar.

 

HACER EN EMERGENCIA LO QUE NO SE HIZO EN NORMALIDAD

Liliana Cortés, directora de fundación Súmate de la cual depende la Escuela Betania y otras 4, incluida una en Lota, quien lleva años batallando por conseguir presupuesto estable para la modalidad educativa de reingreso, lo que incluye escuelas y aulas, reflexiona con evidente frustración:

-En tiempos de temor e incertidumbre nuestra preocupación está en los cercanos: la familia, los amigos, los trabajadores, los estudiantes… Por eso, en estos días no he dejado de pensar en que si hubiéramos logrado el apoyo de la ciudadanía y la concreción de una política educativa de reingreso, los cientos de miles  de jóvenes fuera del sistema escolar estarían recibiendo lo que por derecho les corresponde: alimentación de la Junaeb, acceso a plataformas de aprendizaje en línea. Pero no es así.

Liliana Cortés, directora de Fundación Súmate, lleva años pidiendo una modalidad educativa de reingreso

El esfuerzo de la Escuela Betania y el evidente entusiasmo de sus alumnos por volver a aprender, por retomar y recuperar sus trayectorias educativas que emprendieron este año con tanto entusiasmo, podría quedar trunco.

Dice la directora Paulina Vivanco:

-Hemos orientado que el horario de trabajo de los profesores es de 8 am a 5 pm, que es el horario normal en que ellos se encuentran en clases. Pero el compromiso de nuestros profesores no termina a las 5 de la tarde. Ellos han estado dispuestos incluso los fines de semana, cuestión que no es de ahora por la contingencia sanitaria, sino que es una dinámica que se da en nuestra escuela desde siempre. Eso es clave, dada la realidad de nuestros alumnos. La cuarentena o el período de aislamiento que vivimos los profesores no es la realidad que viven nuestros chiquillos. Ellos están expuestos a violencia intrafamiliar diaria. Por estos días están sometidos a vivir con su agresor más intensamente, en espacios mínimos, en condiciones precarias. Por eso, hemos estado conteniéndolos a través del teléfono. El modelo de escuelas de reingreso plantea que el proceso educativo es más que tener a los jóvenes sentados en una sala de clases… Ese planteamiento   que llevamos tantos años empujando y pidiendo que sea reconocido como asistencia real es algo que hoy intentan todas las escuelas de nuestro país, no sólo las de reingreso.

-¿Han estado entregando otros apoyos tangibles, de manera presencial?

-Hasta ahora el colegio ha funcionado para entregar colaciones frías, consistentes en jugo, cereal, leche y una compota de fruta, que los alumnos pueden ir a buscar. Ahora mismo estamos a la espera de que se entreguen las canastas Junaeb de mercadería. Junaeb sacó un estimativo y entregará 136 canastas y nosotros contamos con 189 niños. Ahí hay un problema: entregando estas canastas se cierra físicamente la escuela, aunque continuaremos con el contacto con los jóvenes vía remota. Las clases vía WhatsApp siguen y esperemos que los chicos aprendan, avancen y encuentren otro tipo de contención.

Liliana Cortés, por su parte, espera en que este sea el momento de tomar el toro por las astas y hacer en emergencia lo que desde hace tantos años en normalidad no hemos concretado: crear la modalidad educativa de reingreso y lograr que ningún niño, niña y joven en Chile esté privado de su derecho a la educación por ser pobre, distinto, problemático.

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