May
2018
Cambia el capellán: Pablo Walker presentó a su sucesor, el padre Pepe Yuraszeck
El que se va es muy artista y apasionado, el que llega toca la guitarra PERO ES INGENIERO U y sueña con ciudades donde quepamos todo. Aquí, la directora ejecutiva de la obra de Alberto Hurtado en Biobío, Cecilia Ponce, cuenta cómo fue la ceremonia de “cambio de mando espiritual”.
Pablo Walker, el capellán saliente del Hogar de Cristo, y José Yuraszeck, el entrante, quienes vinieron de visita a la región de Biobío en el contexto del “cambio de mando” espiritual de la institución, partieron la mañana del martes 8 en el centro terapéutico Villamávida, de fundación Paréntesis, ubicado a 33 kilómetros de Concepción, integrándose al círculo motivacional con que hombres y mujeres con consumo problemático de alcohol y otras drogas inician habitualmente su día.
“Fue realmente emocionante”, comenta la directora ejecutiva del Hogar de Cristo en Biobío, Cecilia Ponce. “Ambos sacerdotes se conmovieron, cuando los chicos lanzaron su grito de guerra: ‘¡Sí, se puede!’, luego de haber contado de sí mismos y sus problemas. Se puede dejar el consumo, se puede abandonar la calle y revincularse familiarmente, se puede vivir en comunidad pese a la discapacidad mental, se pueden recuperar los estudios perdidos. Todas las personas tenemos el poder y la capacidad de cambiar”, afirma la trabajadora social, quien en esta somera enumeración describe cuáles son los actuales énfasis de la causa del padre Hurtado en la región. “Estamos con el foco puesto en los jóvenes excluidos del sistema escolar; en las personas con discapacidad; en los adultos mayores y en las personas en situación de calle, que además de tener todos sus derechos básicos vulnerados, son invisibilizados. Esas son nuestras prioridades, y esperamos que el padre Pepe las asuma prontamente como suyas. Y la emoción que le afloró ayer en el círculo en Villamávida es prueba de que ya lo está haciendo”.
Son 954 las personas en situación de calle en la región. Para el caso de la provincia de Biobío el único dispositivo para personas en situación de calle estable es el del Hogar de Cristo, siendo Los Ángeles donde más ha crecido la cifra de personas, son 188 quienes necesitan asistencia y sólo 45 tienen cobertura en el programa residencial integral que ofrece la institución en esta comuna. Esta realidad dura, dramática que moviliza a la acción, tuvo el año pasado una de las manifestaciones más cruentas de lo que significa vivir -y morir- en la calle. Hablamos de la muerte a golpes y piedrazos de Carlos Seguel, de 48 años, y de la casi mortal golpiza que recibió Manuel López, de 50, en la ciudad de Los Ángeles.
En la calle confluye una constelación de carencias que se retroalimentan mutuamente: falta de alimentación, vestuario e higiene, la ruptura de vínculos interpersonales cercanos, la desvinculación de las instituciones sociales, el desempleo o inactividad, el consumo problemático de alcohol y otras drogas, entre muchos otros aspectos que deterioran el cuerpo y la mente de quienes se encuentran en esa situación.
“Mientras que en algunos casos estas privaciones constituyen una causa de la vida en calle, en otras son más bien su consecuencia, y debemos hacer algo de manera urgente por ellos”, insiste Cecilia Ponce.
Pablo Walker, capellán general del Hogar de Cristo desde marzo de 2011, presentó ayer en la región a su sucesor, el sacerdote jesuita José Yuraszeck, quien fue nombrado en el cargo por el provincial de la Compañía de Jesús, además de delegado suyo en el Área Social.
Ambos sacerdotes están recorriendo Chile, cubriendo todos los rincones donde existen programas del Hogar de Cristo para reunirse con sus acogidos, trabajadores, voluntarios y con la comunidad en general, y transmitirles que terminar con la pobreza los mueve tanto como su amor a Dios y a los más vulnerables de Chile. Con esta frase-fuerza, que es la de la campaña anual de socios, los dos jesuitas, que son reconocidamente muy amigos, ayer tuvieron una muy intensa jornada, que partió en Villamávida y culminó con una “liturgia muy conversada, que duró dos horas, donde dimos gracias, pedimos y ofrecimos”, detalla la directora ejecutiva del Hogar de Cristo en Biobío.
-¿Cuáles fueron las peticiones más significativas?
-Que no nos limitemos sólo a la acción, sino que tomemos partido sin miedo frente a las nuevas formas que toma la pobreza, entendida como vulneración de derechos. Eso, que es lo que hemos venido haciendo en los últimos años, es muy importante. En el fondo, que nos preguntemos todo el tiempo qué haría Cristo en mi lugar, tal como hacía el padre Hurtado, ante las realidades de una pobreza cada vez más compleja que nos toca enfrentar.