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Entrevista

Mar

2020

Cai significa seis y Ruth es un siete para los adultos mayores huilliches

No conversa fluido en la lengua de su pueblo, pero se esfuerza por mejorar su conocimiento de esta derivada del mapudungun. Huilliche por los cuatro costados, la jefa del Padam de Ancud es también la vocera o werken de su etnia y fomenta el respeto por el kimun o experiencia de los viejos, esos a los que dedica sus afanes profesionales, más en tiempos de coronavirus.

Por Ximena Torres Cautivo

 

Ella es la jefa del Padam de Ancud del Hogar de Cristo y la werken del pueblo huilliche en el territorio

Caicheo quiere decir “seis avestruces” y Caileo, “seis ríos”, en lengua huilliche, explica Ruth Caicheo Caileo (47), asistente social, jefa del Programa de Atención Domiciliaria del Adulto Mayor (Padam) del Hogar de Cristo en Ancud, Chiloé. Oyéndola, es evidente que más que sus logros profesionales o laborales, lo que más la apasiona es ser la werken o mensajera de la comunidad huilliche de Ancud y de su cultura ancestral.

-En 2014, fui elegida en el cargo de werken del territorio de Ancud y en 2017 entré a trabajar en el Padam (Programa de Atención Domiciliaria del Adulto Mayor) del Hogar de Cristo en la ciudad. Hasta entonces estaba en un programa de salud mental del consultorio de Ancud. Siempre me ha interesado aportar en el trabajo con los más vulnerables, así es que postulé y quedé.

-En tu caso, hablamos de ancianos pobres y, en muchos casos, abandonados. ¿Qué sabías de ese ámbito y cuál es tu aporte desde el punto de vista cultural?

-Nunca había tenido experiencia laboral con ese grupo etario. Me pareció un buen desafío y sentí que en una sociedad que endiosa la juventud, era todo un reto poner en valor a los adultos mayores. Por lo poco insertados que están en la sociedad, es muy necesario visibilizarlos. Yo veo ahí un gran terreno para aportar y trabajar. En la sociedad huilliche, uno mira a los mayores con respeto, con admiración, porque en ellos está contenida la sabiduría, que es fruto de la experiencia. A eso, mi pueblo lo llama el kimun o conocimiento que se adquiere con la edad, con una vida larga, y que hoy desechamos. Todo ese kimun se pierde al marginar a los ancianos, al tratarlos como ciudadanos de segunda categoría.

-En una cultura racista y clasista, el origen indígena también puede ser motivo de exclusión. ¿Cómo observas ese tema en el trabajo que haces?

-Nosotros intentamos que ellos, los adultos mayores que tienen ancestros huilliches, se reconozcan como tales. Un 35% de los del Padam de Ancud descienden de indígenas en primera generación y podemos fácilmente llegar al 50% de los participantes si ampliamos el criterio a segunda generación.

Casada, madre de dos hijos, uno de 27, “que ya me hizo abuela” y el menor, de 9, Ruth es personaje señalado en Ancud. El orgullo por sus ancestros ha contribuido a su fama local. Y su personalidad y carisma, sin duda, también. Dice: “En la historia de la isla hubo mucha pérdida de apellidos ancestrales. Contribuyó a este hecho el que muchos apellidos se castellanizaran y a que otros se perdieran. El machismo de la isla obliga al padre de una hija que era madre soltera a reconocer al nieto como hijo, y así los apellidos se empezaron a reducir a unos pocos. Hay muchos descendientes huilliches que no tiene apellidos huilliches. No es mi caso. Yo escuché siempre a mi abuela cantar en nuestra lengua, que es una variante del mapudungun. Yo entiendo, logro entender, he hecho un trabajo de recuperación. Puedo presentarme en mi lengua, saludar, dirigir a un grupo o comunidad, pero hablar fluido, con estilo, es otra cosa. La recuperación de la lengua post evangelización ha sido un proceso lento. Nosotros en el Padam tratamos de sensibilizarlos a nuestros acogidos con el tema de su cultura, del significado de sus apellidos en el caso de que los conserven”.

Ruth en la Hospedería de Castro, donde hicimos esta entrevista

Cuenta experiencias concretas que ha vivido el grupo de uno 30 adultos mayores que participan del Padam de Ancud, como el llevarlos a conocer una ruca tradicional. “Sentados al lado del fogón, han reconocido que ellos vivían así o que sus abuelos antiguamente lo hicieron. Ha despertado recuerdos. A los mayores les hace muy bien recordar su niñez”.

Aquí, en este video, Ruth explica por qué estos recuerdos les hacen bien a los adultos mayores de etnia huilliche: https://youtu.be/bVC9TrsdFF4

Este aspecto cultural, de rescate de viejas prácticas es lo positivo del trabajo, pero hay aspectos menos felices, como el consumo problemático de alcohol, tan arraigado en la zona o la violencia doméstica, que suelen estar íntimamente ligados. “Hay parejas de adultos mayores que se agreden física y sicológicamente, ahí nosotros tenemos que hacer la denuncia. Existen casos muy complejos, como el de una mujer mayor que fue abusada de niña. Eso suponemos. Le tiene pánico a los hombres, a las hachas, a los objetos cortantes, a la violencia. Arrastra un trauma con el padre. Está abandonada. Ahora vive en una mediagua que le construyó la municipalidad, pero ni siquiera tiene servicios básicos. Como ella no tiene control de esfínteres, vive en una suciedad inhumana. Ahora todo nuestro empeño es lograr internarla en una residencia de larga estadía, porque con su nivel de daño y deterioro, la asistencia del Padam es absolutamente insuficiente, más en estos tiempos de pandemia de coronavirus que estamos viviendo. Impacta ver en una anciana, ese temor al padre, un delincuente conocido con varias condenas a su haber. Es muy duro ese nivel de daño”.

 Ahora con más fuerza y razón que nunca hay que ocuparse de los adultos mayores.
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