Feb
2018
“Youth in Iceland”, el plan preventivo europeo contra las drogas
El último estudio del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol, SENDA, revela un aumento en el consumo de marihuana en los jóvenes chilenos de entre 19 y 25 años. Es decir, encuestas sobre el tema, existen en Chile, se vienen haciendo desde los 90, pero algo ha pasado: las prevalencias van en aumento y la percepción de riesgo han bajado. Obviamente, esto tiene relación con el trabajo preventivo que se ha venido desarrollando.
Hace 20 años, en la bella, fría y desarrollada Islandia, tenían un grave problema de consumo de alcohol, tabaco y marihuana entre su juventud, muy similar al nuestro. En 1998, el 42% de los jóvenes islandeses de entre 15 y 16 años reconocía haber estado borracho en el último mes. En 2016, ese porcentaje bajó a 5%. Respecto al tabaco, al comienzo del período, el 23% admitía fumar todos los días. Hoy, ese porcentaje sólo llega a 3%. Con la marihuana, el 17% que la consumía disminuyó a un 7%.
¿Cuál fue la clave del cambio?
El programa Youth in Iceland (Juventud en Islandia), incluye dentro de sus estrategias realizar una encuesta a la población escolar cada 2 años, algo que como señalamos antes, en Chile se viene haciendo desde los 90. La diferencia es que acá los resultados no están por comunas y menos por escuelas, lo que sí se logra allá.
Como Fundación, hace años comprendimos la importancia de desarrollar programas a la medida, por lo que una de las intervenciones iniciales al trabajar con una comunidad educativa es el desarrollo de un diagnóstico cuantitativo y cualitativo que permita caracterizar a cada escuela en específico, no solo en prevalencias, sino identificando la cultura y postura de los alumnos, docentes, padres, apoderados, directivos, incluso del barrio en que está inserta. Esta labor es un recurso esencial para asentar un trabajo preventivo efectivo y de intervención terapéutica.
El programa islandés incorporó también medidas restrictivas en términos de la publicidad de alcohol y tabaco, así como la prohibición de que los menores de 16 años circularan por las calles solos después de las 10 de la noche. Esta última medida nos parece, por decir lo menos, polémica, ya que implica alejarse del sentido último de la prevención, que es hacerse cargo, aprender a tomar mejores decisiones, lo que aplica tanto a los hijos como a sus papás.
Las encuestas de Youth in Iceland mostraron que la mayor participación en actividades extraescolares y el aumento del tiempo pasado con los padres disminuían el riesgo de consumir alcohol y otras sustancias. Esa es la base -y la clave- de la estrategia: desarrollar espacios de uso del tiempo libre y apoyar a los papás en la formación de sus hijos. Parece lógico, pero es lo que ha quedado más abandonado en cuanto a la prevención, especialmente en nuestro país. Las poblaciones más excluidas, vulnerables y vulneradas son las que generalmente cuentan con menos posibilidades de acceso a estos espacios de protección. En Chile, los recursos para instalar estos dispositivos son limitados, y requerirían de más de un organismo (municipal/estatal/privado) para generar esta oferta programática. Si se va a desarrollar un programa como “Youth in Iceland”, este aspecto es uno de los más complejos de abordar desde un inicio.
Y la otra observación frente a la implementación de esta exitosa iniciativa nórdica en colegios de las comunas de Colina, Las Condes, Renca y Melipilla, es que en estos programas no aplica el “copy/paste”. Es imprescindible no “cortar y pegar” y aplicar la estrategia a las comunidades específicas para conseguir los resultados esperados.