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Covid-19

Ago

2020

Yenny Castañeda, TENS venezolana: “Una lucha por cada vida y es doloroso cuando no podemos hacer nada”

La paramédico y profesora diferencial llegada a Chile desde Puerto Ordaz, Venezuela, lleva dos meses trabajando en la Residencia Rosita Renard, programa que acoge a adultos mayores en San Bernardo. Está feliz con su trabajo, a pesar de la pena por ver partir algunos a causa del implacable Covid-19.

Por María Luisa Galán

Yenny Castañeda (37) no tiene claro cómo llegó a trabajar al Hogar de Cristo. Es un lío, porque no sabe si fue por el sitio web esmiturno.cl o por trabajando.cl; a la primera únicamente subió sus datos, pero recuerda que había postulado para trabajar en la fundación sólo a través de esta última plataforma. Con el tiempo se fijó en que ambas estaban conectadas, así que concluye que por ahí se desenreda la madeja sobre cómo aterrizó en la Residencia para Adultos Mayores (RAM) Rosita Renard, ubicada en San Bernardo.

Es oriunda de Puerto Ordaz. “Es hermosísima, una de las mejores ciudades de Venezuela, la más organizada de todas y hay puros extranjeros: peruanos, chilenos y colombianos”, comenta Yenny, paramédico y profesora diferencial de profesión. A Chile llegó hace tres años y medio junto a sus hijos y su marido, pero hoy es madre soltera. Una vez en Santiago, se dedicó a cuidar y limpiar casas. “No quería trabajar como técnico en enfermería (TENS) porque uno tiene que estar inscrita en la Seremía de Salud, entonces no quise postular. Pero cuando salió esto de la pandemia y vi que en las noticias hacían llamados a personas extranjeras que tuvieran conocimiento, hablé con mis hijos, postulé y me llamaron del Hogar de Cristo, que es la primera institución en la que trabajo como TENS aquí en el país”, dice, feliz porque este año espera terminar sus estudios para convalidar su título de paramédico en Chile, lo que permitiría trabajar con todas de la ley como TENS.

En la residencia Rosita Renard, que acoge a cerca de 45 hombres y mujeres adultos mayores, comenzó a laburar hace dos meses, en mayo. En Venezuela trabajó como paramédico y conductora de ambulancia, atendiendo a adultos mayores para casos puntuales y por corto tiempo o durante el día, no como ahora que tiene pacientes fijos, teniendo que aprenderse los medicamentos que toman, qué les gusta comer, entre otros. Pero le encanta.

“Además de trabajar para los adultos mayores, trabajo con mujeres que llevan muchos años con ellos y los conocen desde que llegaron. El amor que les tienen me conmueve, es como si fueran sus abuelos, yo he tratado de impregnarme de eso y hacerlos a ellos como parte de mi familia. Para mí ha sido maravilloso este trabajo y ha sido también muy triste que hayan fallecido varios por Covid. Uno lucha por cada una de esas vidas, entonces luchar y luchar y que este virus se los lleve igual porque no podemos hacer más nada, es muy doloroso”, cuenta.

“Lo bueno en el Hogar de Cristo es que las medidas sanitarias para la atención a los pacientes Covid, han sido muy buenas. No me puedo quejar. Tengo amigas que trabajan en hospitales y ellas mismas compran sus tapabocas y guantes. De verdad me siento bendecida en el Hogar de Cristo”, relata.

Debido a la pandemia, los programas del Hogar de Cristo han tenido que acudir a personal de apoyo, por eso la institución se unió a la plataforma esmiturno.cl para cubrir esa necesidad, porque precisamente el sitio web permite que instituciones que acogen a personas en situación de vulnerabilidad social se adelanten a sus necesidades de personal.

Aunque aún no tiene claro cómo llegó finalmente ahí, Yenny está dichosa con su trabajo en el Rosita Renard. Tiene la esperanza de poder seguir ahí cuando pase la pandemia. Cuenta que ha tenido una buena acogida con los residentes, ellos ya la reconocen por su acento extranjero. “Como estamos tapados y solo se nos ven los ojos, cuando les hablo me dicen: ‘Ah, la venezolana’ y les digo: ‘sí, mi amor, soy la venezolana”. Y tengo los ojos verdes, entonces otros me conocen como ‘ojos bonitos venezolana’. Es lindo. Hay pacientes que son muy críticos que no hablan, tienen la mirada dispersa, distante, pero hay uno que cuando me escucha comienza a buscarme como niño pequeño. Y cuando me acerco me parpadea los ojos, levanta la mano para que lo toque y para mi esa es mi paga, que aprecien el trabajo que uno hace para ellos”.

 

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