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Reportaje

Ene

2017

¡Arte para la inclusión! Uno de los actos más democráticos que existe.

La expresión artística es una vía para que todos quienes afrontan situaciones de exclusión y vulnerabilidad, desarrollen esa dimensión y ejerzan ese derecho, de manera individual y colectiva.

El arte constituye un espacio de expresión y desarrollo personal, de encuentro, participación social y trabajo. Un espacio que permite a las personas trascender barreras y dificultades de muy diversas índoles, como físicas, relacionales, comunicativas, logrando así la inserción social.

Las expresiones artísticas muestran diferentes formas de ver el mundo. “Es uno de los actos más democráticos que existe. Nos paramos todos de la misma forma frente a una obra de arte, de teatro o ante un libro, y lo que pasa en cada uno de nosotros tiene siempre relación con lo que somos”, señala Ana Tironi, subdirectora nacional del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (Cnca). Y es que la cultura puede lograr un cambio social, logra movilidad social más allá del dinero o el apellido, hace mirarnos a la cara como iguales en derechos pero distintos en forma de ver y habitar el mundo.

Es por eso que no basta sólo con promover el acceso a la cultura de las personas en situación de exclusión, riesgo o vulnerabilidad, desde una perspectiva de consumo cultural, sino de posibilitar sobre todo que los excluidos puedan expresarse, continuar creciendo como personas y transformar su situación, pudiendo incidir en la sociedad.

Arte e inclusión

Las distintas manifestaciones de lo que llamamos arte, como la plástica, la literatura y la música, son actividades propiamente humanas y, por lo tanto, teóricamente “ya sea como creadores o como espectadores, debería estar disponible a toda la población sin distingo de ninguna índole. Si quisiéramos ser fieles a las palabras de Gabriela Mistral, ‘hay que humanizar la humanidad’, no cabe ninguna duda que la inclusión en los distintos ámbitos de la sociedad es el gran desafío”, detalla Haydée Domic, directora ejecutiva de la Fundación Orquestas Juveniles e Infantiles (Foji).

“La problemática radica en que si no se incorpora un pensamiento más integrador en favor del arte, el camino está errado” Santiago Aránguiz

El arte, entonces, se transforma en un vehículo de inclusión para las personas que se encuentran excluidas del resto de la sociedad. Santiago Aránguiz, director del Consejo de Arte Ayuda de Fundación Paréntesis del Hogar de Cristo, dice que “es un puente maravilloso que muchas veces está invisibilizado. La problemática radica en que si no se incorpora un pensamiento más integrador en favor del arte, el camino está errado”.

En por eso que se han desarrollado numerosas iniciativas a través del arte como nuevas formas de inclusión. Una de ellas es justamente Arte Ayuda, pionera en su tipo que ha permitido apoyar a los segmentos más pobres y excluidos de la población. Busca promover la justicia social, movilizando, convocando y generando adhesión de artistas, amigos y colaboradores de la institución.

“Formamos Arte Ayuda para colaborar en las labores de la fundación. Son cerca de 80 artistas los que están comprometidos para manifestar nuestra posición, a través del arte, en lo que los artistas creemos es un rol social de enorme responsabilidad”, comenta Aránguiz. Otro ejemplo es la Foji, movimiento orquestal infanto-juvenil conformado por más de 10 mil jóvenes, niños y niñas, a través del país, varios de ellos de sectores vulnerables, “muchas veces invisibilizados en una sociedad que no da respuestas al interés y la pasión por la música en una etapa de sus vidas que hemos visto la transformación social a través de ella. En nuestras propias orquestas, 17 a través del país, la inclusión se encuentra permanentemente presente con sus 1.200 participantes”, relata Haydée Domic.

“Lo que falta es que ir a un museo, a un concierto callejero, a una exposición haga tal sentido en nuestras vidas, que necesitemos siempre más”

Aun así, todavía falta generar más acciones que cuenten con una participación real de la comunidad, junto con incluir el arte y el patrimonio con mayor intención en la educación de niños y jóvenes. “El acceso al arte y la cultura es un trabajo bastante logrado, lo que falta es que ir a un museo, a un concierto callejero, a una exposición nos haga tal sentido en nuestras vidas, que necesitemos siempre más. Y eso se logra, además de fomentando la creación, creando nuevas audiencias desde la escuela y las familias”, comenta Ana Tironi.

Se requiere de fomentar la acción, “de enseñar a ver los problemas. Como Arte Ayuda no queremos estar fuera de ese apoyo y, a través de la belleza del arte, estar presentes en el sentir de las personas, en la observación de los problemas y en esta realidad ignorada por tanta gente”, destaca Santiago Aránguiz.

Políticas culturales

Si bien los talentos están repartidos democráticamente, no pasa lo mismo con las posibilidades de desarrollarlos ni tampoco la necesaria formación que se requiere para que cada persona pueda experimentar el arte. “Es por ello que todos los esfuerzos deben estar dedicados a cerrar las brechas; a estimular la creación en niños y jóvenes y a fortalecer la educación artística”, señala Tironi.

Para Santiago Aránguiz el problema “tiene que ver con una brecha educacional, de falta de equidad y las escasas posibilidades que tienen los sectores vulnerables dentro del sistema educacional, en que la conexión con el mundo del arte no existe. Estamos ante la pérdida de las conexiones del arte con el proceso educativo”

En ese sentido las políticas culturales deben apuntar, tanto a fomentar las artes como a fortalecer la democracia cultural, es decir, “la posibilidad de crear, acceder, apreciar y participar del arte y el patrimonio. De esta manera estamos aportando a la inclusión y a la transformación social”, comenta la vocera del Consejo. Pero hay políticas que hacen pensar en un futuro mejor. Este año, por primera vez los Fondos Concursables del Cnca incluyeron en su diseño aspectos que permitan privilegiar a las comunidades con discapacidad del país, permitiendo con ello poner a disposición material que facilite al acceso a la lectura, a material audiovisual, a encuentros y a infraestructuras mejoradas, asegurando estos proyectos mediante criterios de selección y /o de evaluación.

Otro ejemplo es que en 2015 se creó el programa de Migrantes e Interculturalidad. Su propósito es “visibilizar las expresiones culturales de las personas migrantes en Chile, valorando el aporte que éstas hacen a la construcción de las identidades en el país”, revela Ana Tironi. Nuestro país ha hecho esfuerzos de llegar con el arte/cultura a sectores más desposeídos o excluidos. No obstante, “siempre será insuficiente y los esfuerzos deben seguir promoviendo que más y más personas sean partícipes de ellas, las acciones deben involucrar a múltiples instituciones integrando un tejido que dé solidez y amplitud a ellas”, reflexiona Haydée Domic.

A través de la participación activa, el ser más protagonistas que espectadores, facilitará transformaciones sociales y personales más profundas.