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Nov

2020

“Para vivir en la calle hay que echarle. Si andaí con miedo, sonaste”

Siete asesinatos de noche en plena vía pública dejan en evidencia la violencia a la que se ven expuestas a diario las personas que viven en situación de calle, como Andrea, que tiene ruco y huerto en Estación Central, comuna donde se produjeron las muertes atribuidas a un supuesto asesino en serie.

Por Daniela Calderón P.

Cuando se habla de personas en situación de calle se habla de hambre, frío y desigualdad social.  Son más de 18 mil personas en todo el país, las que sin duda han aumentado a causa de la pandemia, pero que nadie ve. Hablar de personas en situación de calle también es hablar de consumo problemático y de violencia, la que se intuye pero que por estos días ha quedado al descubierto de manera brutal y se ha tomado el interés de la opinión pública.

Así quedó demostrado esta semana con el asesinato de siete personas en situación de calle en la comuna de Estación Central. Quienes, según los primeros detalles de la investigación policial, fueron asesinados a sangre fría mientras dormían. Son siete historias que terminaron de la peor forma posible, en completo abandono y desprotección.

Andrea Carrillo (48) conoció a uno de los asesinados. Ella lleva 7 años viviendo en situación de calle a orillas de la autopista en Estación Central. Comparte sus días con Ignacio, su pareja, con quien ha armado un pequeño ruco, donde incluso tiene una huerta donde cultiva tomates, choclo y habas. Es un lugar que ella considera su hogar.

A lo largo de los años, Andrea ha sido testigo de innumerables episodios de violencia pero nunca uno como el ocurrido durante estos días. “Para vivir en la calle hay que echarle. Si andaí con miedo, sonaste, pero ahora con todo lo que ha pasado hay que tener mucho más cuidado. Ahora, por precaución, no estamos durmiendo abajo (a orillas de la autopista) y pusimos el colchón arriba (en el bandejón), porque si pasa alguien y nos quiere hacer algo malo, con el ruido de la carretera, nadie nos va a escuchar.  Aunque tenemos el apoyo de los vecinos que nos conocen y saben que no somos malas personas”, explica. De acuerdo a las desactualizadas cifras con que se cuenta, las mujeres en situación de calle, como Andrea, son minoría. Sólo un 16% del total, pero son las que padecen la mayor violencia y se ven expuestas a todas suerte de vejámenes a cambio de una supuesta “protección”. Si la calle mata, como sostenemos en el Hogar de Cristo, en el caso de las mujeres, mata antes y peor.

Desde que se conoció este terrible caso de violencia contra personas en situación de calle, Andrea y su pareja se protegen aún más de quienes que pasan cerca de su ruco. “Siempre nos cuidamos, aunque cuesta vivir en pareja y a veces nos peleamos, él siempre me cuida. Se preocupa cuando me enojo y me voy a caminar por el barrio, aunque toda la gente nos conoce, uno nunca sabe dónde está el peligro. Siempre digo que en la confianza está el peligro”, reflexiona.

Aunque Andrea e Ignacio pasan sus días cuidando su pequeña huerta y alimentando a su perro guardián, hoy, por la contingencia, han debido salir a recorrer el barrio en busca de un amigo que no aparece hace días. “Tenemos un amigo, le decimos el Maquinón, que no llega hace dos días y después de escuchar las noticias, lo salimos a buscar. Preguntamos por él en la plaza y no ha aparecido. Menos mal nos enteramos que no es uno de las personas asesinadas, pero igual estamos preocupados por él”.

El tema de la violencia es de lo único de lo que hablan las personas en situación de calle que pernoctan cerca del metro San Alberto Hurtado, en Estación Central. Johnny es uno de ellos. Sentado en una esquina, dice que agradece estar con vida. “Yo conocí a uno de los que mataron, era el Che, así le decíamos. Por eso le agradezco a Dios estar vivo, pude ser yo”, cuenta. “Ahora en las noches dormimos todos juntos y uno de nosotros se queda despierto, cuidando el ruco”.

Para Andrés Millar, director técnico de Hogar de Cristo, la única solución para que las personas en situación de calle dejen de ser víctimas de este tipo de hechos es que se les dé acceso a la vivienda. “Vivir en la calle mata a las personas, las mata de frío, de soledad y de aislamiento. Con este terrible caso de violencia queda en evidencia que el Estado debe garantizar a las personas en situación de calle el derecho a la vivienda. Las personas que están en calle no tienen un lugar donde vivir y dormir, son más de 18 mil personas que viven en condiciones inseguras, inestables, que pasan frío en invierno y padecen de calor extremo en el verano y no tienen las condiciones adecuadas para protegerse y aquí lo que se requiere es una vivienda. Esa es la solución efectiva para las personas en situación de calle, no la alimentación ni el patrulleo de carabineros en la calle, la solución es la vivienda. Con ella, llega la salud, la protección, el descanso y seguridad y, gracias a eso, las personas empiezan a trabajar, a conectarse con su familia, porque existe un lugar protegido desde donde pueden partir. Lamentablemente, ese lugar no existe hoy para ellos”.

 

 

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