Ene
2020
Paloma y su vida en calle: Violaciones y golpes
Tiene 26 años, dos hijos y hace cuatro años que vive en una dramática situación de calle en la que ha sufrido violencias indecibles y casi pierde una pierna tras ser apuñalada. Paloma Contreras contó su historia al Hogar de Cristo en el marco del gran Círculo Territorial Calle en el que ella participó como usuaria de la Corporación Nuestra Casa.
Por: María Teresa Villafrade/ Fotografías: Julio Vidal
Según cifras oficiales, en Chile el 16% de las 15 mil personas que viven en situación de calle son mujeres. Paloma Contreras Valenzuela (26) es una de ellas desde hace cuatro años y todavía le cuesta aceptarlo: “Es difícil para una mujer, a mí me cuesta creer todavía que estoy viviendo así, en la calle. Tienes que asumir violaciones, golpes, los hombres son muy machistas. Me cuesta que mis papás no quieran saber nada de mí”. Mira aquí el video de la entrevista.
Entre risas, se autodenomina como “la oveja negra de la familia”, pero se nota que este hecho le causa mucho dolor. Eso y el estar alejada de sus dos hijos: Martín y la pequeñita, cuyo nombre y edad no quiere revelar, porque “me la quitó el gobierno y está en el Sename”.
“Martín cumplió 9 años el 12 de diciembre y su papá me permite verlo, porque el cabro pregunta por su mamá. Mi hija está en el Sename y la voy a ver porque es chiquitita, es más linda que la cresta, tiene los ojos claros, es crespita, parece que la hice yo sola. Pero me duele estar lejos de ellos y de la gente que me quiere, que me ama. A mi mamá se le olvidó que yo era pedazo de su corazón, éramos amigas, hermanas, me cuesta aceptar eso”, insiste.
Todo comenzó en Talagante hace seis años cuando se quemó la casa en que vivía y la familia tuvo que dividirse. “Me vine a Santiago con mi pareja, pero me equivoqué. Los primeros dos años estuve bien, pero hace cuatro que vivo en la calle, calle, calle, caminando y cagándome de frío, he tenido que robar, he tenido que hacer maldades para estar un día más con mi gente, la vida real la veo ahora. A lo mejor mi papá no cree que paso hambre, frío, sed, tengo que conocer a medio mundo para hacer amigos, contarles mi realidad a este mundo de mierda en que estoy viviendo. Perdón las palabras pero eso es lo que siento. Mi familia ni siquiera pregunta si estoy bien o estoy mal. Creo que recién estoy abriendo los ojos, porque esto es un mundo para mí, yo nunca había dormido debajo de un árbol, con un perro al lado o con un hombre desconocido…”
-¿Dónde está tu familia ahora?
-Ellos viven en Peñalolén, tengo seis hermanos chicos, soy la mayor. Me fui porque me costó superar la muerte de mi abuela el primer año, el segundo año tuve un aborto, el tercero se me quemó la casa. Viví golpes muy fuertes, gracias a Dios tengo dos hijos muy lindos. Soy mamá de dos preciosuras. Yo a lo mejor no he elegido bien, he cometido errores, pero me pasaron muchas cosas. El único perfecto es Jesús.
–¿Quién te ha ayudado?
-Nuestra Casa, allí me puedo vestir, bañar y pasar el día para olvidarme un poco que vivo en la vereda, digo yo, no en situación calle. La corporación nos apoya en el día, en la noche debo enfrentar la realidad. He sufrido amenazas, hace un año casi pierdo la pierna derecha por una puñalada, todo porque quise defender a una persona y mandé un golpe, no fue culpa mía. Tengo un don, sé calar a las personas. He tenido que pasar mañana y tardes sin comer, no tengo el ánimo de pararme, una persona que me motive a hacerlo. Ahora llegó Pedro José a mi vida, llevamos tres meses juntos, sabe dónde vivo, le agradezco a Dios que puso esa persona que me acepta tal como soy.
-¿Qué te gustaría hacer?
-Quiero terminar mi enseñanza media, el cuarto medio. Empezar de cero, demostrarle a mi familia que si ellos no me apoyan tengo otra gente que se preocupa de mí. Yo ahora les digo señora Claudia y don Marcelo porque ellos ya no son mis papás.
-¿Qué te ha parecido participar en un Círculo Territorial Calle que busca darles voz a ustedes?
-Es bueno porque así se dan cuenta que hay mujeres y hombres vulnerables, que viven así, en peligro constante porque no falta el cabro que se pone al lado de tu ruco para hacerte daño. No es fácil especialmente en invierno. Yo empecé macheteando, plumillando (limpiando vidrios de autos en la luz roja de los semáforos), pero no somos basura, tenemos derecho a opinar, a enojarnos, a darnos cuenta de nuestra realidad, a conversar como ahora estoy hablando. Yo soy terrible de pasiva pero cuando necesito mostrar mi carácter te lo muestro, soy cara de raja, si me caí bien te pesco, si me caí mal no te pesco.
Dice que de Las Condes hasta Estación Central “te volví loco con tanto ruco que hay. No es fácil para una mujer vivir esta mierda. La parte que más duele es que para sentirte protegida tení que pasar el cuerpo, tení que acostarte con un hueón para que te de un espacio, peor si soí una persona que fuma la mierda de pasta. Yo gracias a Dios llevo seis meses sin fumar, en mi bolsillo ya no existe. De a poco se puede, con la ayuda de Dios y de las personas que te quieren, se puede”.
¿Te interesa colaborar para que las personas en situación de calle puedan salir de esa dura realidad?