Oct
2018
Moisés González: “Mi historia ha sido terrible”
Hace casi 20 años, un trastorno siquiátrico lo encaminó por “un camino de sombras”. Ahora, a los 52, con el tratamiento en el servicio de salud pública y el apoyo de Fundación Rostros Nuevos, su vida y la de su familia, han recuperado algo de luz. Moisés sabe de exclusión y de estigmas, por eso pide en el Mes de la Salud Mental: “Movámosnos por la inclusión”.
Por María Teresa Villafrade
Bastó que un diputado de la República, Gabriel Boric, publicara en su cuenta de Instagram que padecía de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) para que toda la atención mediática se dirigiera a saber qué es esa enfermedad y por qué es tabú en Chile reconocer cualquier patología mental: nadie públicamente admite que la padece.
Lo cierto es que van en aumento y las estadísticas señalan que un 20% de los chilenos va a sufrir alguna enfermedad mental. Moisés González (52) es uno de ellos. Supo que tenía esquizofrenia a los 33. Casado y padre de dos hijos, ha vivido en carne propia la pobreza, la discriminación y la exclusión social desde que, por culpa de la enfermedad, no pudo continuar trabajando en una barraca de madera prensada. Hoy, su mujer, Graciela Díaz, es el sostén del hogar y su apoyo fundamental en lo que define como un “caminar entre sombras de muerte”.
“Mi señora me sacó adelante, me llevó al Hospital Félix Bulnes donde me atendió el doctor William Cortés. Ahora tomo cinco pastillas diarias: tres en la mañana y dos en la tarde”, revela en el Centro Diurno Quinta Normal de la Fundación Rostros Nuevos, al cual acude desde hace cuatro meses. Moisés asegura que asiste sagradamente todos los días porque le ayuda a sentirse mejor y porque de esa manera su mujer puede trabajar más tranquila.
“Antes salía de la casa y me gastaba todos los pesitos comprando jugo, en las máquinas o me la pasaba durmiendo todo el día y cuando ella llegaba cansada de su pega, encontraba todo desordenado y sucio. Gracias a este lugar al que vengo, me siento acompañado y con más valor como persona”, relata. Se desplaza diariamente en bicicleta y dice que los talleres que más disfruta son el de alfabetización y el karaoke: “Yo sé leer pero me cuesta escribir, por eso me empeño en aprender. Estudié hasta cuarto básico, porque tuve que salir a trabajar chiquitito. Mi papá era viñatero, pero se fue y nos dejó a mí, a mi madre y a mis seis hermanos. A los 13 años, yo trabajaba en la feria. Mi historia ha sido terrible. Me han dicho loco, nadie me da trabajo”.
-¿Cuándo comenzaste a sentir los síntomas de la esquizofrenia?
– Yo tenía malos pensamientos. Decía que me iba a matar, me alteraba mucho. No recuerdo qué me pasaba, pero me dijeron que tenía esquizofrenia a los 33 años, la edad de Cristo. Soy evangélico y siento que he tenido caminar entre las sombras de la muerte. Mi mujer se ha llevado la peor parte, gracias a ella y a que este centro al que vengo siempre, ahora no me siento tan mal. Antes pasaba solo. Me agradan mis monitores Cynthia, Pilar y Valentina, ha sido maravilloso conocer otras personas que me hacen sentir mejor como ser humano, y también tengo amigos: María y Cristián.
-¿Qué te gustaría lograr si te dan la oportunidad de reinsertarte en la sociedad?
-Nosotros vivimos de allegados y me gustaría obtener el subsidio para comprar una casita, tener algo propio. Pero es difícil si yo no aporto y soy un gasto como hasta ahora, tengo que ayudar a mi señora, ella trabaja de nana en Los Dominicos. Mi hija está estudiando tecnología en alimentos. Me gustaría ser útil como antes de enfermarme. Estamos ahorrando, pero es muy difícil.
Poco a poco, Moisés González ha ido recuperando su autoestima después de casi 20 años en que se ha sentido un marginado social. Si esta historia te toca #MovámonosporlaInclusión.
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