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Entrevista

Jun

2016

Luis Larraín: “En Chile el clasismo es más duro que la discriminación sexual”

El presidente de Iguales lucha por los derechos de los gays y por los de los enfermos crónicos y no duda de cuál es el peor enemigo de la integración.

Por Ximena Torres Cautivo

A fines de junio de 2015, al ingeniero y máster en relaciones internacionales, Luis Larraín Stieb (35 años), lo abrieron y le “agregaron” 140 gramos de carne de su hermano Pedro, seminarista schoenstattiano. Era su segundo trasplante de riñón y su quinto ingreso al quirófano a causa de su insuficiencia renal crónica en cinco años.

Entonces lucía flaco y con la piel cetrina. Aún no volvía a su trabajo como presidente ejecutivo de Iguales, fundación que formó con el abogado Antonio Bascuñán y el escritor Pablo Simonetti para luchar contra la discriminación homosexual. Hoy, con más peso y buen color, está a full en la sede de Iguales. “Me siento bien. Y Pedro, mi hermano y donante, también está fantástico, tanto que ya ni le pregunto por su salud. Estamos más preocupados de su ordenación como sacerdote, que será este año”, cuenta.

Lo que no parece bien es el costo de los remedios, como denuncias en Twitter.

Las farmacias hacen muchas triquiñuelas para venderte lo más caro. Yo vivo luchando por que me vendan los remedios de las marcas más baratas. “Es que el sistema no me lo arroja”, me responden cuando insisto. Los software de las farmacias están diseñados por las gerencias comerciales que quieren maximizar utilidades. Sería muy simple diseñar uno que busque por principio activo, pero no lo hacen. Hay un gran conflicto ético ahí. Se obliga a los enfermos crónicos a que paguen lo más caro.

¿De qué monto hablamos en tu caso?

El AUGE cubre mis remedios más caros; unos 800 mil pesos al mes, de los que pago 56 mil. Pero todos los demás significan unos 155 mil pesos mensuales, eso siempre que encuentre las marcas más baratas. Esa búsqueda implica mucho tiempo y trabajo. El sentimiento es que siempre te están cagando. Tampoco entiendo por qué el ministerio de Salud no arancela todas las prestaciones. Más de la mitad de los exámenes que se hacen en Chile no tiene código FONASA y eso significa que la isapre no te los reembolsa. ¿Por qué el ministerio de Salud les cuida el bolsillo a las isapres? ¿Por qué privilegia sus utilidades en vez de la salud de las personas?

¿Qué ves detrás de estas prácticas?

Puede ser codicia. La codicia existe porque estamos insertos en un sistema que le da valor y permiso a la empresa privada para que tenga muchas utilidades, incluso en estos rubros tan sensibles. Algo no está bien. Viví dos años en Francia, donde con mi tarjeta de salud, me pasaban mi canasta de remedios mensuales sin pagar ni un euro. Ciertamente Francia está muy complicado en sus finanzas públicas por la cantidad de servicios sociales que cubre. Es el otro extremo. Hay que buscar un equilibrio entre esas dos realidades, pero no puede primar la utilidad de un negocio privado por sobre la salud de los chilenos. León Schmidt murió, dejando a sus padres una deuda de 554 millones. ¿Por qué permitimos algo así? En los países desarrollados existe un pilar de solidaridad en el sistema que permite que la mayoría sana subsidie a la minoría enferma.

¿Eres consciente de tus ventajas sobre los que además de enfermos crónicos son pobres, sin educación ni contactos?   

Claro, y esa ventaja la transformo en una responsabilidad. Yo saco la voz por todos los enfermos crónicos. Lo hago en redes sociales, comparto videos, respondo preguntas sobre trasplantes, sobre diálisis, recibo ofertas de remedios y las divulgo. Trato de hacer lo que más puedo, porque en el tema de los enfermos crónicos hay pocas voces, mucho menos que en diversidad sexual. Ricarte Soto fue un vocero importante, pero se murió, porque los enfermos graves se mueren. Y, aunque los enfermos crónicos tenemos la ventaja de que no nos morimos, trabajamos por vivir, y eso dificulta el estar presente, levantando la voz. Falta que los enfermos nos aliemos y demandemos cambios, porque parece que el Estado está más enfocado en cuidarles el bolsillo a los laboratorios, a las farmacias y a las isapres que a las personas, sobre todo a las enfermas crónicas.

Recuerda cuando salió del clóset y empezó a hacer activismo contra la discriminación homosexual a partir del blog Jovenconfundido.com, que hoy administran otros, porque ya no le queda tiempo.

Y ya no eres un joven confundido.

No, claramente no.

Luis es el mayor de los 5 hijos del economista, director de Libertad y Desarrollo y presidente de Cruzados, Luis Larraín Arroyo. Se crió en La Dehesa, se educó en el Newland, se tituló de ingeniero en la Católica, fue modelo, habla inglés y alemán.

Sé que te carga La Dehesa y “la burbuja” en que te criaste…

Soy un privilegiado, por eso no quiero que parezca que me quejo. Tuve una suerte infinita de haber nacido en la familia que nací, haber ido al colegio y a la universidad que fui, haber tenido las redes y el capital cultural que tengo. Lo que me carga es que la comuna en que naciste o el apellido que tienes determine tu futuro al margen de tu mérito y capacidad. Así es Chile; quisiera que fuera distinto.

¿Existe conciencia social en la clase alta o sólo lastima y caridad?

Hay distintos mundos. Uno está centrado en el éxito, en las apariencias, en la plata, en tener el auto más vistoso. Y otro, que es más católico a la antigua, al que le da pudor tener tanto, que es austero, se compra ropa en el Líder, no aparenta y tiene una cierta conciencia social, pero no orientada a construir una sociedad más igualitaria, sino a ayudar a los que tienen menos, manteniendo las diferencias de clases y el statu quo.

¿Cómo se avanza hacia una sociedad donde nos entendamos como iguales?

La sociedad latinoamericana se formó sobre relaciones de poder y subordinación: europeos sobre indígenas y negros. A esto hay que sumar el mestizaje, por eso está marcada por el dinero, los apellidos, el aspecto físico. Siento que la discriminación por clase social en Chile es mucho más dura que la por discriminación sexual. Acá si tienes un determinado aspecto y apellido, naciste en cierto barrio, consigues pega y hasta te pagan más. Eso es una aberración y debemos luchar contra eso.

Dicen que Iguales es la cara cuica del movimiento homosexual, mientras Movil H sería la popular. ¿Qué respondes a eso?

Hay en esa observación una caricatura clasista, quizás malintencionada, aunque entiendo que se produzca porque los principales voceros, Pablo Simonetti y yo, representamos  un cierto perfil. Pero es injusta porque somos 300 personas, en 6 regiones, de todas las edades, clases, orientaciones sexuales. Y en el Movilh trabaja gente que también viene del ABC1.

Explica un concepto sociológico: la interseccionalidad. “Cuando distintas categorías de discriminación se dan en una misma persona no sólo se suman sino que se multiplican y potencian. Una lesbiana sufre por ser homosexual y por ser mujer y por ser indígena si lo es… Los gays que han muerto por homofobia no han sido los de La Dehesa, sino los de San Bernardo. O sea, los más pobres.

¿Hay más tolerancia a la diferencia? ¿Percibes progresos?

Tolerancia es una palabra que no usamos. Uno tolera el mal olor en la calle, pero no es algo que respetas ni valoras. Nosotros aspiramos a que la diferencia sea considerada  un valor. Que una empresa este orgullosa de tener trabajadores peruanos, colombianos, dominicanos; hombres y mujeres; gays y lesbianas; blancos, negros, indígenas. Las palabras que nos gustan son respeto e inclusión. Y, sí, ha habido progresos. Tenemos una ley de Acuerdo de Unión Civil, las encuestas muestran que la aprobación al matrimonio igualitario ha ido aumentando del 30 al 60 por ciento en los últimos 5 años.

¿Qué te da rabia?

Que aunque la Constitución diga que todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, todavía haya gente que diga que los homosexuales no nos podemos casar.