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Entrevista

Sep

2017

Gonzalo Flores, Jefe de Vinculación con el Medio de fundación Rostros Nuevos: “Nuestra causa está llena de vulnerabilidad”

La aprobada ley de inclusión laboral y, por qué no, la película “Los Niños” de Maite Alberdi, han puesto en el tapete desde unas semanas el tema de la discapacidad mental. Un tópico que por muchas décadas fue prácticamente un tabú, porque avergonzaba, asustaba y obligaba a recluir a las personas discapacitadas mentales en sus casas o en centro especiales.

La Fundación Rostros Nuevos, del Hogar de Cristo, se enfoca en entregar un servicio especializado a personas con discapacidad mental en situación de pobreza. Uno de sus programas es el Centro de Preparación para el Trabajo (CPT), antes llamado Centro de Rehabilitación Laboral (CRL), del cual estuvo a cargo el sociólogo Gonzalo Flores por cerca de cuatro años. Además dirigió los Coffee Break, el exquisito servicio de bebidas, sándwiches y ricos dulces de Rostros Nuevos atendido por participantes del CPT.

Gonzalo Flores es hoy es el nuevo Jefe de Vinculación con el Medio de Rostros Nuevos y nos cuenta de su visión y trabajo durante este tiempo.

 

-¿Por qué el cambio de rehabilitación a preparación laboral?

-Se hablaba de rehabilitación laboral desde un concepto más de terapia, pero entendimos que lo que queríamos generar era mucho más que la rehabilitación, sino que preparar a las personas y entregar herramientas para que pudieran ingresar al mundo laboral.

 

-Precisamente, estamos partiendo con la nueva ley de inclusión laboral.

-Ha sido un proceso muy largo. Lo bueno de esta ley es que muchas organizaciones, incluida Rostros Nuevos, participamos en las discusiones. Es una ley a la que le tengo harto cariño porque puso el tema en discusión. Hoy las empresas nos dicen que no quieren cumplir la ley: quieren ir más allá del piso que pone la ley. Para nosotros eso es maravilloso. Hay empresas grandes que nos dicen que su meta no es el 1 por ciento de personas con discapacidad entre sus trabajadores, sino un 2 por ciento.

-¿Ha habido un aumento en la demanda de trabajadores preparados por Rostros Nuevos a propósito de la ley?

-Sí, después de la ley hemos tenido el triple de contrataciones, no sólo de llamados. Este año, antes de la ley, habíamos logrado que contrataran a una persona, después de la ley han contratado a siete más. A veces nos preguntan por qué nuestros acogidos no están en trabajos de primera línea, sino de aseo, jardín, coperos, pero esto no tiene que ver con el diagnóstico de la persona, sino con el contexto social, de alta vulnerabilidad, en el que creció. Porque muchos no terminaron el colegio, sino en colegios especiales, que en una empresa no son homologables. Algunos tuvieron privación socio cultural, otros no han trabajado nunca. Entonces es difícil que puedan acceder a otros puestos, pero no tiene que ver con su diagnóstico.

 

Para que la gente entienda el día a día de un Centro de Preparación para el Trabajo, ¿qué es lo que hacen y cómo ingresan las personas a este centro?

-Las personas postulan derivadas desde una institución o por demanda directa, por un familiar o por sí mismas. Llenan una ficha o si vienen derivados de una red conocida ya traen un informe de sus habilidades prelaborales. Se le hace una entrevista y luego hay como un mes “de prueba”, y en este tiempo observamos sus habilidades y desarrollamos un informe. Después se le hace una propuesta de acuerdo a sus fortalezas y oportunidades, a partir de la cual se arma un plan individual de trabajo. Todo se hace en conjunto con el monitor y el terapeuta ocupacional. A los cinco meses hay otra evaluación, y ahí se decide a partir de los logros de habilidad, competencias, intereses y disponibilidad, si se deriva a un puesto laboral o capacitaciones. Si no se logra lo propuesto en el plan, se sigue durante cuatro meses más, y así hasta un máximo de dos años. Puede ser que, dependiendo de las habilidades o de las ofertas, haya algunos que puedan ingresar antes de los tres meses a un trabajo. También les pedimos asistencia, de lunes a viernes, en la mañana o en la tarde o en otros casos se acuerda que vayan día por medio, porque también están haciendo otras cosas, pero el proceso va a ser un poco más lento. En el fondo, lo que buscamos es homologar una jornada de trabajo, independientemente de cuando trabajen tenga 45 horas o menos.

-¿Qué talleres realizan?

-Existen talleres laborales, como envasado y selección de productos, jardinería, aseo y cocina, dividido en platos fríos o calientes o productos del coffee. Nosotros buscamos que las personas pasen por todos estos talleres, porque son la excusa para trabajar sus habilidades sociales y hábitos laborales. No obstante, hay otros talles que son de conocimientos, que son importantes para su vínculo laboral. Tenemos legislación laboral, cómo enfrentar una entrevista de trabajo, presentación personal, reforzamiento de locomoción. Todos los talleres que hacemos tienen que estar vinculados con lo laboral, porque creemos que el tema social es muy importante a propósito de que en los empleos tienes que participar de dinámicas organizacionales. Y la idea es que no se sientan aislados. Una vez acompañé a un grupo a una capacitación de una multitienda y la interacción fue maravillosa. La capacitación no era sólo para personas con discapacidad y ellos fueron los que más participaron y aportaron, con ideas concretas y ejemplos.

 

-Tú lideraste por cuatro años los Coffee Breake. ¿Cómo fue ese trabajo, esa experiencia?

-Desde el día 1 nosotros nos propusimos ser un servicio competitivo y que por calidad, no por caridad. Hoy estamos con precio de mercado, lo que no es menor. No cobramos menos para que nos contraten, cobramos por justo porque entregamos un buen servicio. Nuestro plus son las personas que lo atienden, que son una forma de visibilizar a la causa, no sólo de generar recursos para sí mismos. En la Universidad Autónoma contrataron hace un mes a una persona con discapacidad mental, pero nuestra relación con ellos partió con los coffees.

 

-Para los acogidos, ¿qué significa trabajar en el Coffee?

-Ellos lo toman con mucha responsabilidad, es su trabajo. Nosotros les pagamos. Para ellos ir al Coffee es como un premio porque los que van son los que están listos para trabajar, es como hacer la práctica. Junto con el monitor, ellos se preocupan del montaje, del inventario.

 

-¿Cuántos coffees tienen a la semana?

-En promedio 3. Por lo general, atendemos como a 40 personas por servicio, el más grande que hemos tenido ha sido de 300. En un comienzo nuestros clientes eran las fundaciones del Hogar de Cristo, hoy son otras organizaciones, universidades, se ha ido corriendo la voz.

 

Gonzalo es un gran motor en Rostros Nuevos. Él dice que su paso por el Centro de Preparación para el Trabajo le entregó herramientas, y ahora está aprendiendo a trabajar con las tres áreas del Hogar de Cristo: comunicaciones, recursos y comunidad. “El desafío es cómo entre todos posicionamos la causa de la discapacidad mental. Hoy es menos difícil que años atrás, pero queda mucho por avanzar. Cuando hablamos de discapacidad, por lo general lo llevamos a lo físico, y cuando hablamos de mental el imaginario se va a la caridad. Que no es malo, porque nuestra causa está llena de vulnerabilidad, pero no es lo único. Debemos avanzar en la inclusión laboral de las personas con discapacidad mental, con la educación  y con el deporte, por poner algunos ejemplos”.

 

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