May
2017
Socia fundadora del Hogar de Cristo en La Araucanía: “La necesidad hizo a la gente más solidaria”
Por Daniela Calderón.
Fue hace 33 años que Alicia Garbarini recibió una invitación que cambiaría su vida para siempre. Durante esos días dedicaba su tiempo a impartir catequesis a un grupo de niñas de un hogar en la población Las Quilas de Temuco. La escuela hogar cerraba a fin de año y 9 de sus alumnas no tendrían dónde dormir.
Durante esos mismos días, la Directora de Voluntariado del Hogar de Cristo en Santiago, que había visitado a su hija en Temuco, convocó a un grupo mujeres de la zona para abrir la primera sede del Hogar en la ciudad. Alicia era una de ellas. “Esta mujer tenía mucho sentido social. Cuando visitó a su hija, aprovechó de recorrer los campamentos de Temuco y vio la necesidad de un Hogar de Cristo. Luego, se contactó con algunas personas, que no éramos más de diez. Mi motivación para participar estaba en encontrar un hogar para las nueve niñas de la escuela que se quedarían sin hogar a fin de año”.
Desde ese día, Alicia junto a otras voluntarias comenzaron la ardua labor de levantar la primera casa del Hogar de Cristo en la región. En el contexto de este significativo aniversario, conversamos telefónicamente con Alicia, quien hoy tiene 91 años y un encomiable liderazgo en materia de voluntariado. Aquí están sus recuerdos. “Apenas el obispo nos dio la autorización para trabajar en este proyecto, comenzamos a reclutar socios. Las cosas se dieron muy fáciles y la respuesta de la gente fue muy bonita. Gracias a eso, logramos reunir los primeros 600 socios, lo que nos permitió arrendar la primera casa”, recuerda Alicia.
Pero no todo fue tan simple, esa casa arrendada estaba en pésimas condiciones y era imposible de habitar. El desafío era grande, ya que contaban con una fecha límite. En diciembre las niñas del colegio rural quedaban sin escuela y la idea era poder acogerlas en la casa del Hogar de Cristo. “Tuvimos que hacer un gran trabajo de recuperación. Nos regalaron libros y muebles. En diciembre, la inauguramos. A partir de esa fecha, las nueve niñas llegaron a habitar el hogar. Con el tiempo, llegamos a tener 19 niñas”.
Pero mantener un Hogar sin la cantidad de socios necesaria obligó a las voluntarias a acudir a la imaginación. “Como no nos alcanzaba la plata, tuvimos que abrir un bazar de ropa usada que llamamos ‘Casi Nuevo’. Comprábamos fardos de ropa de Estados Unidos y las voluntarias del hogar la vendían. Teníamos un grupo de voluntarias entregadas, que dedicaban su tiempo a la causa”, cuenta Alicia.
“La semana pasada recibí una foto de una niña que ahora es profesora de biología. Eso demuestra la ayuda que significó para la comunidad la existencia del Hogar de Cristo”, recuerda Alicia Garbarini.
Fue desde ese momento, que la labor y presencia del Hogar de Cristo comenzó a crecer en la región. “Fuimos una gran ayuda para mucha gente necesitada, mujeres trabajadoras que dejaban a sus niños solos”, reflexiona Alicia, que hasta el día de hoy recibe agradecimientos de las niñas que habitaron el primer hogar de Cristo en Temuco. “La semana pasada recibí una foto de una niña que ahora es profesora de biología. Eso demuestra la ayuda que significó para la comunidad la existencia del Hogar de Cristo”.
Con el tiempo y la solvencia económica que entregaba el aumento en la inscripción de socios, las voluntarias enfocaron sus energías en nuevos desafíos: abrir una casa para 18 jóvenes universitarios que pertenecían a la Universidad Católica de Victoria, que también cerraría sus puertas, además de una hospedería para mujeres y un hogar para enfermos terminales.
Los 1.600 socios con los que contaba el Hogar de Cristo, pocos meses después de la inauguración de la primera sede, les permitieron adquirir un terreno de 5 mil metros cuadrados donde se levantaría la hospedería para mujeres campesinas. “Pese a que durante esos años vivíamos bajo dictadura militar, el apoyo nunca faltó. El Intendente de ese tiempo, que era militar, nos dio todas las facilidades para continuar con nuestra misión”.
Fue su entrega y compromiso lo que permitieron a Alicia convertirse en la presidenta de la institución hasta el año 1989. “Fueron tiempos muy gratificantes y no hay una persona que tenga más mérito que otra. Todos los voluntarios y trabajadores se entregaron por completo para que la institución diera sus primeros pasos”.
Hoy, a 33 años de entonces, reflexiona sobre la facilidad con la que levantaron las casas de acogida en la ciudad. “En ese tiempo el Hogar de Cristo era muy querido, incluso más que ahora, porque teníamos la imagen reciente de la obra del Padre Hurtado. Él visitó Temuco y muchos de nuestros socios cooperaban porque lo habían conocido. A eso se sumaba que la pobreza estaba muy presente en nuestra ciudad, por eso la necesidad hizo que la gente fuera más solidaria”.
Siempre crítica y exigente con la labor que se le encomendó en 1984, hoy Alicia reflexiona sobre los inicios y la forma en que el Hogar de Cristo debe enfocarse en las necesidades de la gente. “Partimos ayudando a los más pequeños, pero lo que se necesita hoy es que las autoridades den más relevancia a la ayuda a los ancianos. Es penoso ver a los ancianos botados, con sueldo miserable y sin familia. Las casas de acogida del Hogar están orientadas a ellos y es una misión que nos tiene muy contentos”.
Fotos gentileza de Diario El Austral de La Araucanía.