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Covid-19

Jul

2020

Doris Fels y su cuarentena por Covid 19: “Con esta enfermedad no me quiero ir”

Está aislada en una de las seis casas de la Residencia Adulto Mayor Recoleta del Hogar de Cristo, junto a otras seis personas que -como ella- dieron positivo al Covid 19. En su habitación, sola y sin poder salir ni siquiera al comedor, relata cómo ha sido vivir en cuarentena y ver a varios amigos del lugar partir sin los ritos tradicionales de despedida. “Le pido a Dios que disponga de mí cuando termine la pandemia”.

Por María Teresa Villafrade

Doris Fels (80) ha vivido los últimos 17 años de su vida en la Residencia Adulto Mayor Recoleta del Hogar de Cristo y, tal como nos contó en enero de 2019, está “muy agradecida y contenta de estar aquí. Me cuidan mucho, tengo una pieza sola y muchas amigas fuera que me vienen a ver. Me dedico a tejer, especialmente ropa de guagua, tomadores de ollas y animalitos. Tengo buen carácter y mucha paciencia, trato de llevarme bien con todas las que viven aquí, aunque no siempre es fácil”.

Sin embargo, la llegada del coronavirus a nuestro país cambió toda su rutina, en especial cuando se produjo un brote en la residencia del cual ella salió contagiada. “Un solo día tuve fiebre alta, pero hasta ahora no he tenido que hacer cama. He siempre sido bien resistente, de hecho influenza nunca me ha dado. Ahora estoy esperando que me den de alta, ya falta poco”, dice a través de la videollamada.

Del encierro y la soledad que ha tenido que vivir este último tiempo, junto a otros que como ella dieron positivo al Covid 19, la han salvado el cariño y buen trato que recibe, según confiesa, pero especialmente sus amigas que la llaman diariamente: “Mi madrina, también Pilar Portales y sus hermanas, y la Isabel que me llama dos veces al día y me lee cuentos”, explica.

Ésta última, Isabel Vial (81), es voluntaria del Hogar de Cristo desde hace casi dos décadas y, al igual que todos los adultos mayores del país, debió recluirse en su casa y dejar de acudir a la residencia donde sagradamente iba dos veces por semana a acompañar a los acogidos. “Para mí era difícil dejarlos, por eso busqué alternativas. Al principio les hacía liturgia ecuménica vía remota, pero cuando se puso crítica la situación allá lo suspendí. Ahora me conseguí un iPad y espero retomar las liturgias”, dice Isabel, quien ratifica que a Doris le encantan los cuentos de Italo Calvino y otros autores que le lee.

“AHORA VALORO MUCHO MÁS LO QUE TENÍA”

Le preguntamos a Doris, católica ferviente que incluso estuvo con el Papa Francisco en su venida a Chile (foto principal), por qué le pide a Dios insistentemente que esta pandemia no la lleve, a lo que responde: “Es que nadie podrá venir a mi funeral, ni siquiera van a poder estar mis amigas, que tanto me han ayudado este tiempo. Le digo a Dios que una vez que termine la pandemia, disponga de mí, pero con esta no me quiero ir”.

Isabel la entiende perfectamente: “Es que todo esto es tan poco natural, no podemos abrazarnos ni vernos con los seres queridos, es algo demasiado duro. Yo siempre le digo a Doris que ella le va a ganar al virus. He acompañado a abuelitos a morir desde hace tiempo, porque no siempre puede llegar un sacerdote al Hogar. Recuerdo que una vez una persona de la residencia me comentó: Ahora sé que no voy a estar solo cuando me muera, y eso me conmovió”.

Doris Fels asegura que la vida en una residencia sería muy monótona sin la presencia de las voluntarias, aunque reconoce que después de la pandemia “va a haber un cambio en mí, porque ahora valoro mucho más lo que tenía en este hogar, la forma en que nos cuidan y nos tratan”.

-¿Cómo ha logrado resistir tanto tiempo confinada?

-Con paciencia y con mucha fe en Dios, me he refugiado en mi religión. Yo leo todas las mañanas, pero a partir de las 4 de la tarde empiezo a escuchar Radio María y a las 5 rezo el Rosario con todos los auditores. Me ha dolido mucho no poder ir a la capilla a acompañar a los que han partido, pero puedo rezar por ellos, en especial por mi amiga María Cortés, a quien me quitó la pandemia”, responde.

Isabel Vial se declara admirada de la resiliencia de Doris y de sobrevivir a una tensión tremenda gracias a que “todo el equipo del Hogar de Cristo ha sido de una entrega maravillosa, el cariño y la forma en que los atienden, les lavan el pelo, les cortan las uñas, es un cuidado integral encomiable”.

Es la primera línea que trabaja incansablemente por los más vulnerables del país. Por eso es tan importante que todos los que pueden estar en sus casas y trabajar a distancia, se unan a la segunda línea.

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