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Feb

2021

David Vargas: “En el tema migrantes no se escucha la voz de nuestros obispos”

El sacerdote, de 41 años, nacido en Perú y radicado en Calama hace 13 años, es tajante al afirmar que la crisis migratoria en el norte “no tiene nombre” y que el silencio de la Iglesia frente a este drama humanitario se debe al miedo “porque tenemos tejado de vidrio y eso hace que nos escondamos”. Pero él cree que hay que jugársela por los migrantes.

Por María Teresa Villafrade

El padre David Vargas, párroco de la diócesis de San Juan Bautista, director de Cáritas Calama y capellán del Hogar de Cristo, es muy conocido en Calama a donde llegó hace 13 años como seminarista, pero con estudios avanzados en su natal Arequipa. “Siempre quise ser misionero y mi historia comenzó gracias a que estudié en el colegio de los jesuitas de mi ciudad. Conocí la obra de los Círculos Católicos de Arequipa (CIRCA) fundada por el padre Carlos Pozo y en una jornada vocacional conocí por primera vez el significado de prójimo, de hacer cosas por los demás”, cuenta.

En un recorrido que hizo por distintos pueblitos prácticamente nacidos como tomas, acompañó a Carlos Pozo a hacer misas y descubrió que el Evangelio entregaba a las personas mucho más que las cosas materiales. “Esa mirada de esperanza en la gente me hizo reflexionar y cuestionarme. ¿Por qué no hago yo algo más?”, dice al revelar cómo nació su vocación al sacerdocio.

A Calama llegó invitado por el entonces obispo monseñor Guillermo Vera Soto y a los pocos meses, se hizo cargo de la capellanía del Hogar de Cristo, cuando el capellán general era Agustín Moreira. Se hizo diocesano y es párroco de la diócesis San Juan Bautista.

“Para mí, el Hogar de Cristo ha sido mi cable a tierra, porque a los curas nos pasa que a veces olvidamos de dónde venimos, cuáles son nuestros orígenes y nos acomodamos. El Hogar de Cristo me recuerda de dónde somos y lo que hacemos: obras sociales. Después de monseñor Vera Soto llegó monseñor Oscar Blanco Martínez y me pidió trabajar el tema social en la Iglesia de Calama, ahí comenzamos la reestructuración social y hace tres años formamos la Fundación Cáritas Calama, así, todas las acciones sociales quedaron bajo el alero de Cáritas”, dice respecto a ese trabajo que le apasiona.

“Tengo a mi cargo tanto la labor social como la espiritual ya que soy ahora párroco del Alto Loa que abarca un área muy extensa, con todos los pueblos del interior hasta Ollagüe en la frontera con Bolivia”, explica.

Durante febrero han estado en alerta por las lluvias torrenciales del “invierno boliviano” y prepararon de manera preventiva a toda la comunidad. Sin embargo, está preocupado porque Ollagüe se ha convertido en un paso no habilitado para migrantes. “Yo tuve el privilegio de haber sido bien recibido en este país, nunca padecí la no aceptación ni problemas de papeles, pero yo no puedo dejar de preocuparme por lo que están pasando los migrantes, sé qué es ser migrante y que por tu apariencia sufras un rechazo, ciertos estigmas, conociendo eso, tengo que hacer algo por mi prójimo”.

-¿Quiénes están ingresando por Ollagüe?

-El movimiento fuerte es boliviano, todos sabemos que Piñera abrió las puertas y ahora que se cierran significa que se instalan muchos más pasos no habilitados. Si ahora en Colchane no hay ningún venezolano, esto va a reventar por otra parte. Estuve en reunión con Cáritas de Bolivia y las de Arica, Iquique y Antofagasta, para coordinarnos porque los migrantes tienen que estar ingresando por otra parte mucho más riesgosa. En estos momentos tenemos que atender esta emergencia sanitaria de una u otra manera, no reaccionando sino tomando precauciones porque Bolivia tiene que saber por dónde están saliendo. Los coyotes andan buscando caminos y después los dejan botados. Son terribles las condiciones en que llega la gente, es muy doloroso lo que uno ve. Los venezolanos andan mucho en familia y me acordé tanto de la Sagrada Familia que tuvo que arrancar a Egipto al igual que ellos, defendiendo sus vidas. Por eso salen de Venezuela.

TEJADO DE VIDRIO

David Vargas, vicario pastoral social de la Iglesia de Calama, toma aire y no puede dejar de expresar lo que siente. “Voy a ser un poco duro, pero creo que aquí como Iglesia no hemos dado respuesta a esta tragedia, no se escucha la vocecita de los padrecitos, no se escucha la vocecita de los obispos, porque también tenemos miedo, hoy tenemos tejado de vidrio, entonces eso hace que nos escondamos, salvo que eso no debe ser así, todos tenemos tejado de vidrio, pero cuando de verdad hay una necesidad de levantar la voz, tenemos que hacerlo, de verdad esto que está sucediendo no tiene nombre. Nadie dice que no hay pobreza en Chile, pero el medio pan que tenemos lo podemos compartir y hoy necesitamos actuar de manera solidaria y ayudar a la gente. Hay mucha ignorancia, lo de Colchane mismo es un ejemplo del gran desconocimiento, se hablaba por hablar y lamentablemente nadie se la juega por los migrantes. Como Hogar de Cristo sabemos que hay grupos vulnerables que necesitan que apretemos a la política y a los políticos para que atiendan la realidad de los adultos mayores, por ejemplo.

-¿No le parece inexplicable que, por un lado, se pida mayor igualdad y justicia social en Chile, y por otro, se rechace a los migrantes?

-Es una dicotomía en todos sus términos, en mayúsculas. La dicotomía que se da en nosotros es atroz y hay que decirlo aunque se molesten y se enojen. En las redes sociales me han hecho pedazos pero yo le respondo a Dios y nada más.

Cierra sus palabras contando que están con un proyecto de hospedaje social para darle acogida a los migrantes y “si Dios quiere, en junio, estaríamos abriendo un centro diurno para personas en situación de calle”.

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