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Ene

2020

“Cambio constitucional en Chile: Cómo incluir las voces de los más excluidos”

A esta importante cuestión apuntó la charla que dio el profesor Diego Gil a los trabajadores del Hogar de Cristo, actividad de nuestra Pastoral, Escuela de Formación y Dirección Social Nacional,  que se realizó la mañana del lunes pasado y se trasmitió a través de streaming. Aquí sintetizamos lo central de su contenido y su mensaje clave: la importancia de informarse y participar.

Por Ximena Torres Cautivo

Con este ambicioso título, la mañana del lunes 6 de enero, en la casa matriz del Hogar de Cristo, el abogado de la Universidad de Chile, profesor de la Escuela de Gobierno de la Católica, y master en Ciencias del Derecho de la Universidad de Stanford, Diego Gil dio una charla a trabajadores del Hogar de Cristo para informarlos sobre el proceso de cambio constitucional que se viene. Después, los asistentes se reunieron en grupos para responder cómo la nueva Constitución podría acercar a las instituciones políticas con los ciudadanos y sus demandas, en un breve taller.

Diego Gil explica por qué importa votar el 26 de abril en el plebiscito de entrada.

La actividad culminó con las palabras del sicólogo Paulo Egenau, director social nacional de la fundación, quien planteó su preocupación por cómo evitar que el proceso se contamine con ideologías, intereses partidistas y otros elementos, impidiendo que la redacción de la nueva Carta Fundamental considere las voces de los más excluidos y la defensa de sus derechos. También reflexionó sobre la necesidad de hacer otro taller, que muestre la opción minoritaria, según indican todas las encuestas, el No a una Nueva Constitución, ya que la postura explícita de Diego Gil era a favor del Sí en el llamado “plebiscito de entrada”, el que se realizará este próximo 26 de abril.

“La fecha está clara: 26 de abril es la fecha en que los ciudadanos decidiremos sí o no sobre la creación de una nueva Carta Magna y el debate ya ha empezado a animarse. Es muy importante que se abran espacios de participación, porque los que existen están muy debilitados. Esta es una oportunidad para recuperar el sentido de nación y participar en la creación de un mejor país de manera consciente”, señaló en la introducción al conversatorio el capellán Pepe Yuraszeck, quien andaba con un ejemplar de la Constitución actual “que compré en la cuneta”, tal cual confesó, invitando a todos a leerla e informarse para participar con plena conciencia en la votación que viene.

Hogar de Cristo, junto a Fondo Esperanza y a TECHO han trabajado recopilando los diagnósticos, problemas prioritarios y situaciones posibles a la crisis social hechos por las personas más vulnerables de Arica a Punta Arenas a través de los llamados Círculos Territoriales. Han sido más de 20 mil los participantes y una de las respuestas mayoritarias es que se requiere participar y votar para mejorar el actual estado de cosas en el país, lo que se condice con esta actividad y es una recomendación que aplica a todos.

El abogado Diego Gil partió su charla señalando que el proceso que estamos viviendo “es inédito en la historia republicana de este país. Y que todos, en especial instituciones tan importantes como el Hogar de Cristo, debemos tener espacios de reflexión sobre el tema”. Luego de explicar el sentido de la Constitución, “que representa una suerte de pacto social y contiene las reglas jurídicas más importantes que nos permiten ordenarnos como sociedad”, distinguió sus dos funciones: distribuir el poder político y asegurar los derechos fundamentales de las personas. “Muchas veces se da más importancia a lo segundo, pero el que los derechos humanos se respeten depende mucho más de la parte orgánica, del cómo se distribuye el poder, de lo primero”, dijo el constitucionalista, poniendo como ejemplo “nuevas constituciones latinoamericanas que han transitado de la democracia a regímenes autoritarios, pese a haber puesto mucho énfasis en lo segundo”. Enseguida hizo otra distinción: “Existen Cartas Magnas maximalistas y minimalistas. Las primeras intentan normarlo todo. Son muy pormenorizadas, se basan en la idea de que más es más, lo que puede terminar dificultando el funcionamiento del país”.

El capellán Pepe Yuraszeck invita a leer la actual Constitución y votar informado.

El paradigma de las Constituciones es la más antigua, la de Estados Unidos, que data de 1787 y ha sufrido innumerables enmiendas o cambios, adaptándose a los tiempos. Es más bien minimalista, a diferencia de la ecuatoriana, por ejemplo, que es lo opuesto. Eso, mientras la chilena de 1980 y que nos rige hasta ahora, es considerada intermedia por el abogado Gil.

Un dato interesante es que “las Constituciones duran en promedio 19 años, aunque hablar de promedios esconde realidades muy diversas, partiendo por la de Estados Unidos que tiene más de 200 años. Pero, sin duda, el reemplazo constitucional es más frecuente de lo que se cree”, afirma. También desdramatiza el que se cambie el texto y se parta de cero, de una hoja en blanco.

Sí hace notar la importancia de participar informado. “El modo en que se cambia una Carta Magna es clave para su éxito futuro. No basta con un buen contenido. Es importante que las voces de los excluidos se escuchen, que el proceso sea transparente, que incluya a los partidos políticos. Pese al desprestigio en que se encuentran, no existe una democracia sustentable en el mundo sin un grupo de partidos políticos que canalicen las demandas de la ciudadanía. Los partidos políticos son como los abogados: un mal necesario”, declaró, sacando risas entre los asistentes.

Pifias, en cambio, despertó en la audiencia la imagen de Jaime Guzmán, presente en una diapositiva en su power point de apoyo. A propósito, señaló: “Existen a mi juicio muy buenas razones para cambiar la Constitución del 80. Fue redactada en condiciones políticas especiales, en dictadura, y en ella se volcaron las ideas de gobierno de Jaime Guzmán y las de los asesores económicos de la dictadura, los Chicago Boys, que apuntaban a establecer una democracia protegida y a amarrar un modelo socio económico, respectivamente. En relación a los derechos fundamentales, el acento estaba puesto en una fuerte protección de las libertades del emprendimiento privado, consagrando -aunque no se dice nunca en esos términos- un rol subsidiario del Estado”.

Paulo Egenau y Juan Cristóbal Romero siguen atentos la charla de Diego Gil.

Pese a las modificaciones que la convierten en la Constitución más reformada de la historia de Chile y que intentaron mejorarla, haciéndola más genuinamente democrática, Gil hace notar que “tiene un diseño institucional problemático y la práctica que ha originado sigue influenciada por los traumas de la transición. Ese diseño no ha facilitado que los sectores políticos respondan a las demandas de la ciudadanía. Aunque fue un texto razonable para las circunstancias históricas en que estábamos en los 80, no es la que necesitamos para los próximos 30 años”, concluyó el experto.

 

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