Sep
2019
Belén Vergara, sicóloga “A los estudiantes aquí nadie los va a juzgar”
La joven profesional es parte del equipo de orientación de la escuela de reingreso Padre Álvaro Lavín de Fundación Súmate, ubicada en Maipú.
Por Jacqueline Otey A.
Luego de haber hecho su práctica profesional en un colegio privado, Belén Vergara (24) se integró al equipo de orientación de la escuela de reingreso Padre Álvaro Lavín de Fundación Súmate. Necesitaba hacer algo totalmente diferente. Así llegó en febrero de este año al proyecto educativo ubicado en Maipú, que brinda educación especializada a estudiantes provenientes de familias vulnerables y que han vivido episodios de exclusión del sistema escolar.
A Belén le interesó la modalidad de estudio, que posee un enfoque pedagógico personalizado y métodos didácticos interactivos, orientados a la restitución del derecho a la educación de niños, niñas y jóvenes que, por distintas razones, tienen trayectorias educativas discontinuas o truncas. Hoy en Chile hay 222 mil niños y jóvenes excluidos. Esta escuela de reingreso de Maipú, desde su creación en 2008, ha recibido a más de 600 estudiantes, que han logrado recuperar su derecho a la educación.
“Las escuelas de reingreso brindan orientación y tienen un enfoque educativo poco convencional. El sistema dos años en uno que permite a estudiantes ya adolescentes concluir la educación básica, por ejemplo. En educación media, el proceso es distinto, ya que cuenta con diferentes sistemas de estudio y mucho acompañamiento al estudiante”, explica la profesional.
A la joven profesional aún la conmueve el alivio que sienten las familias de los alumnos al encontrar un cupo para sus hijos. “Es emocionante ver a estas personas salir contentas del colegio porque sus niños fueron aceptados, después de haber tenido innumerables rechazos en otros colegios donde les cerraron las puertas”.
También destaca el cambio evidente que experimentan los alumnos en un lapso de tiempo corto. “Los estudiantes que llegan en marzo a clases no se imaginan en qué consiste el sistema de estudio, sin embargo, es impresionante observar el cambio de actitud que tienen cuando regresan de las vacaciones de invierno, comentando que se les hicieron largas las dos semanas. Es increíble ver cómo algo que antes no les gustaba, después les encanta o cómo un gesto de cariño y atención les cambia el día, la cara y la actitud”, indica.
Muchos de los niños y jóvenes que asisten a este tipo de escuelas provienen de un contexto social donde la educación no ha sido primordial y el sistema los ha llevado a perder la fe en espacios como el colegio. “Llegan creyendo que será algo negativo, pero se encuentran con personas similares a ellos, donde no se les juzga ni se les hace sentir distintos, extraños o problemáticos. Que vivan con su abuela, que no tengan padres, que hayan repetido varias veces de curso, no son estigmas acá adentro”.
Otra cosa que le impresiona es que los alumnos con el tiempo sientan motivación por seguir estudiando. “Muchos se acercan y preguntan: ´Tía, ¿habrá alguna posibilidad para seguir estudiando? O consultan sobre el proceso para dar la PSU”.
Para ella trabajar en la escuela de reingreso de Maipú ha sido una gran experiencia humana y profesional. “Hay alumnos que han tenido problemas con la ley y es impresionante lo responsables que son con sus estudios. Sienten que tienen que cumplir, además se dan cuenta de los avances que van logrando. Eso los ayuda a madurar y reflexionar. En la escuela tampoco hay tabúes en torno a sus historias, ya que es un espacio donde pueden compartir y nadie los juzga”, concluye.
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