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May

2021

Yetsabel Menares: “Hemos notado una baja en el desarrollo lingüístico de los niños”

Con más de 12 años de experiencia, la directora del jardín infantil de Hogar de Cristo en Puerto Montt hace un repaso de su primer año en modalidad online y advierte sobre las consecuencias de no poder trabajar con los niños en forma presencial. “Más que el tema social, el lenguaje y las expresiones son lo que se verá más afectado”, dice.

Por Daniela Calderón P.

Con más de 3 años como directora del Jardín Infantil Padre Alberto Hurtado de Puerto Montt, perteneciente a Hogar de Cristo, y doce como educadora de párvulos, Yetsabel Menares (40) entiende y conoce de sobra las implicancias que la pandemia y la crisis social que vive nuestro país están teniendo sobre la educación que hoy reciben los pequeños que asisten al establecimiento.

Luego que la ciudad de Puerto Montt pasara a fase 2 dentro del plan de Paso a Paso, el Jardín Infantil Padre Alberto Hurtado pudo abrir sus puertas al reducido grupo de familias que decidieron enviar a sus hijos a clases. “Antes de la pandemia teníamos 104 niños, un equipo de 20 personas, y atención diaria. Hoy, tenemos un aforo de 7 niños por nivel en días alternados, 28 en cada sala y 20 en sala cuna”, comenta Yetsabel aclarando el nuevo panorama que enfrenta el jardín. “Ha sido difícil porque es invitar a los papás a que hagan las actividades, la mayoría las hace pero no todos, algunos nos mandan videos y fotos para evaluar las experiencias, además hemos instaurado un sistema para que ellos también puedan evaluar a sus hijos con nuestra orientación”, agrega, orgullosa de trabajo que ha logrado con los apoderados del jardín.

En un principio, cuando la pandemia explotó en nuestro país, el desafío de realizar clases online desde casa significó una gran carga laboral para todo el equipo liderado por Yetsabel. “A raíz de la pandemia todo cambió, tuvimos que trabajar desde casa, hacernos una página de Facebook, contactar a los papás y mamás por whatsapp, subir material y cápsulas educativas. El año pasado fue difícil, nos veíamos una vez al mes para la entrega de las canastas Junaeb, estábamos todas estresadas con el trabajo desde casa, teníamos que estar pendientes de las familias que tampoco la pasaron muy bien”, comenta.

Para Yetsabel, a pesar del estrés y el agotamiento del equipo, la pandemia del coronavirus trajo algo positivo y permitió que muchos niños que pasaban todo el día en el jardín pudieran compartir más con sus padres. “Los niños están mucho más apegados a sus papás, se acostumbraron a estar en casa. Y ahora que estamos con modalidad presencial se nota que están un poco tristes por estar en el jardín pero en la jornada se les pasa”, cuenta agregando que otro tema positivo de la pandemia es el cuidado de la higiene de los niños por parte de sus familias. “Ahora se nota que hay mayor cuidado, además los chicos saben que se tienen que lavar las manitos y usar alcohol gel. Antes nos pasó muchas veces que los niños llegaban a la sala cuna con el pañal de la noche y eso ahora no se ve”.

Pero no todo es positivo, las clases online y la falta de contacto de las educadoras con sus alumnos han dejado en evidencia un problema al que Yetsabel y su equipo han debido enfrentar ahora que las clases presenciales se retomaron. “Hemos notado una baja en el desarrollo de la parte lingüística de los niños. Eso ocurre porque los papás no los hacen hablar, si el niño apunta un objeto los papás se lo van a pasar sin preguntarle qué es. Más que el tema social, el lenguaje y las expresiones son lo que se verán más afectados”, advierte agregando que otro desafío importante al que debieron enfrentarse fue que los niños aprendieran a mantener las distancias físicas. “El saludo es más a distancia, pero igual hay niños que necesitan contención y hay que abrazarlos. Por eso, nosotros estamos con elementos de protección personal como mascarilla, escudo facial, delantal plástico y cubre zapatos. Al principio, los niños se asustaban un poco y teníamos que sacarnos las mascarillas, manteniendo el escudo facial, para que nos vieran pero con el tiempo se acostumbraron. Se dieron cuenta que no era un monstruo el que los estaba atendiendo sino que eran las mismas personas cariñosas que siempre conocieron”.

 

 

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