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Entrevista

Ago

2019

Saulo Urbina: “Gracias a Vivienda Primero recuperé mi rol de padre”

A los 56 años, la vida le ha vuelto a sonreír. Después de décadas de no tener nada y vivir en calle y en albergues, tiene un trabajo y sueños que quiere cumplir. Está recuperando a su familia, a sus hijos y nietos, que hoy lo visitan con frecuencia y llenan de alegría su nuevo hogar.

Por María Teresa Villafrade

“Mi padre creció en la calle y fue camionero. Mi madre es autodidacta en lectura y escritura. Para ellos que yo terminara cuarto medio era su máxima aspiración y aunque quise ser trabajador social, por pura ignorancia no continué mis estudios cuando en la panificadora donde trabajaba me cambiaron de turno. Después supe que debía haber dicho que estaba estudiando y ellos no habrían podido cambiarme el horario de trabajo”, cuenta Saulo Urbina (56), uno de los beneficiados del programa Vivienda Primero, que a partir de este año ejecuta el Hogar de Cristo y entrega un techo a personas que han estado en promedio cinco años en situación de calle.

Saulo era uno de ellos y su historia de superación tiene altos y bajos. Él no oculta nada, porque sabe que así puede ayudar a otros que como él atraviesan por el difícil camino de dejar el consumo problemático de drogas.

“Tenía 27 años cuando murió mi papá y quedé a cargo de dos casas: la mía con mi señora y dos hijos y la de mi madre con mi hermana de 15 años. Puse un negocio en la población José María Caro a comienzos de los 90 y, en un par de años, llegó la cocaína al sector. No sé por qué, quizás para validarme en un lugar donde no me sentía bien, comencé a consumir y poco a poco, fui perdiendo todo lo que tenía: negocio, amigos, familia. Estuve con consumo ininterrumpido hasta el 98, mi madre y mis hijos la pasaron muy mal conmigo. Luego estuve un par de años bien, conocí a una persona, la mamá de los niños me los entregó para que los cuidara. Eso me motivó mucho, les veía las tareas en las noches, les leía cuentos, pero igual tenía mis recaídas. El 2005 volví a consumir hasta el 2006, estuve en la calle y en la hospedería Padre Álvaro Lavín”, resume.

Nuevamente salió adelante. Encontró trabajo en una panadería, ahorró y arrendó un departamento. “Fui muy ordenado por cerca de siete años, pero se me ocurrió invertir mis ahorros en una patente comercial. Por un mal movimiento que hice antes de instalar el negocio, me caducaron la patente de alcoholes. En ese tema corre mucha plata, perdí todos mis ahorros, tuve que entregar el departamento, mi pareja se fue, me vino un derrumbe, una depresión, estuve varios meses en tratamiento en el consultorio en Cueto, pero volví a consumir. El 2013 volví a la calle por seis años”.

“VIVIENDA PRIMERO ES UN TREMENDO CAMBIO DE MENTALIDAD”

En marzo de este año y mientras se encontraba en el albergue nuevamente, escuchó del programa Vivienda Primero y de inmediato pensó “esto es para mí”.

-¿Por qué pensaste que era para ti?

-Porque sentía que era la única manera en que podría volver a ponerme de pie. El programa es un tremendo cambio en la mentalidad para resolver el problema de las personas en situación de calle. Hay muchas cosas que no puedes superar si no tienes lo principal que es un hogar. Si bien las hospederías y albergues son soluciones, no te dan paso a superar la situación de calle. Yo viví prácticamente un año allí y es complicado compartir un dormitorio con 10 personas más, donde debes asumir un montón de cosas que no voy a nombrar. Es muy duro”.

Saulo Urbina vive en un departamento en Santiago Centro desde abril de este año, junto a otro compañero que también estuvo en situación de calle. Gracias al proyecto piloto Vivienda Primero, financiado por el Ministerio de la Vivienda y el Ministerio de Desarrollo Social, Saulo ha retomado sus proyectos de vida y ha vuelto a contactarse con su familia.

“Confieso que el primer día que llegué al departamento me dio crisis de pánico. Sentía que no me la iba a poder. Me puse a llorar como un niño. Llamé a un amigo que conocí en el albergue y al poco tiempo estuvo acá, el solo hecho de hablar con él me tranquilizó. Me acompañó en la tarde y después volvió a venir, ha estado muy presente, me viene a visitar. De a poco empecé a sentir que sí, que era cierto que esta era mi casa. Después de tantos años de no tener nada, siento que ahora vivo como un príncipe”.

-¿Y cómo ha sido el reencuentro con tus hijos?

-Maravilloso. Ellos tienen 35 y 30 años, tienen sus propias familias. El otro día los invité a todos a almorzar, yo mismo cociné.  Lo más importante es que siento que he recuperado el rol de padre pues ellos han vuelto a confiar en mí. Me regalaron un televisor gigante para que lo pusiera en mi pieza. Estoy trabajando de conserje en horario nocturno pero mi idea es aprovechar las tardes para emprender algo propio y volver a surgir, quiero vender manteles que yo mismo coseré, creo que tengo muchas buenas ideas y lo único que en este minuto me falta es un computador”.

Saulo Urbina sabe que está siendo protagonista de un histórico momento en la política pública  para las personas en situación de calle. Quiere aprovechar esta nueva oportunidad al máximo y abrir camino para otros que le seguirán si, tal como ha ocurrido en otros países de Europa y Estados Unidos, el programa resulta exitoso. “Me la voy a jugar para que así sea”, promete mientras se despide con una sonrisa.

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