Dic
2015
Principio de Acción
Vengo de una familia bastante numerosa, éramos 18 viviendo en la misma casa. Desde niña fui testigo del esfuerzo que hacían mis papas para “multiplicar” los panes en la mesa, y a pesar de esto, se preocupaban por los demás y eran voluntarios en diferentes lugares. Soy voluntaria desde los 18 años de edad. Ser voluntario significa no ver desde la vereda del frente los problemas del vecino.
Ser voluntario es ser parte de la alegría de los acogidos en las navidades, pero también de sus penas por las noches, cuando llegan solos y con frío.
Cuando llegue a la Hospedería de Hombres en San Bernardo no había voluntarios, quizás por un tema de horarios (ya que el voluntariado es de noche) o quien sabe por qué, lo cierto es que se necesitaban más personas que se sumaran al proyecto. Recuerdo que comencé motivando a los que hacían voluntariado por un tiempo corto, o por campañas solidarias específicas, la idea era convocar voluntarios de manera permanente, con real compromiso. Para involucrarlos los fui llevando a la Hospedería y les presentaba a los acogidos, así de a poco, fueron ellos mismos creando lazos. Hoy en día, somos un equipo de ocho voluntarias las que permanentemente acogemos a los que llegan a la Hospedería en búsqueda de compañía.
A uno siempre le preguntan: ¿Por qué eres voluntario? y no solamente las personas que no conocen la realidad del Hogar, sino también los mismos acogidos. Un día se me acerco un muchacho de la Hospedería para decirme: “tía para que viene a perder el tiempo en nosotros, si usted sabe que vamos a volver a la calle”. Le respondí contándole la experiencia de un amigo que llegó buscando apoyo al Hogar. Mi amigo había estado preso en la cárcel, y no lograba encontrar trabajo porque nadie confiaba en él, pero en la Fundación lo acogimos, recibiendo el apoyo que tanto necesitaba, rehabilitándose y recuperando a su esposa y a su hijo”