Ago
2017
Nataly Cartes: “Ser voluntaria es la mejor decisión que he tomado en mi vida”
El reloj marca las 21:30 horas y en una pequeña casa, frente a la sede central del Hogar de Cristo, un grupo de personas se prepara para iniciar una nueva “Ruta Calle”, donde cada noche, una decena de voluntarios van en ayuda de personas en situación de calle. Este grupo asiste a quienes se ubican precariamemte a lo largo de la Ruta 68, camino a Valparaíso. Entre ellos, resalta la potente y enérgica voz de Nataly Cartes Henríquez -40 años, casada, dos hijos-, quien se ha transformado en una líder del animado grupo de voluntarios de la ruta de los días miércoles.
A la Nati, como la conocen todos, nunca le faltan energías para salir a visitar a los que ella denomina sus “amigos especiales”. Hace 9 años que es voluntaria del Hogar de Cristo, tiempo que le ha permitido conocer las diferentes realidades que se viven en nuestro país. Esa es la principal motivación de su voluntariado: “Abrirte a mirar la realidad más con los ojos que con el corazón. Para mí lo normal es ayudar, de distintas formas, visitando hogares, tal vez dando un aporte mensual, compartiendo una buena conversación, regalando una sonrisa. Si bien pasé por varios programas del Hogar de Cirsto: hospederías de adultos mayores, de mujeres, mujeres con capacidades distintas, fue el mundo de la calle el que me tocó el corazón. El amor incondicional, el respeto y el cariño infinito y desinteresado que recibimos en cada visita de nuestros amigos de calle es algo impagable que seguramente jamás podremos hacer lo suficiente para regresárselos”.
-¿Qué ganas con algo que para muchos para un sacrificio?
–Es triste que para muchos las personas en situación de calle sean invisibles. Que les sea más fácil cruzar la calle para no toparse con ese señor mal vestido y tal vez mal oliente. Probablemente ni se ha puesto a pensar dónde podría lavar la ropa, cuando no tiene casa. Ellos, por su lado, poco a poco, van sintiendo el rechazo y se van marginando, dejando de recibir un abrazo, una caricia, un apretón de manos. Es ahí donde tenemos la oportunidad de cambiar en algo su realidad al compartirles nuestra energía, alegría y amor, con un fuerte abrazo, un beso, una sonrisa, en fin. No podemos cambiarles la vida, sí podemos hacerles y regalarles un ratito mejor en su vida.
Nati considera geniales a sus compañeros de los viernes. Ella y ellos hacen parte del 7% de los jóvenes chilenos que participa en una acción de voluntariado, grupo que aumenta al 10% cuando se producen catástrofes. Ahí aflora la solidaridad como callampas tras la lluvia, pero lo que se requiere es un compromiso más permanente con los más vulnerables del país. Ella es una suerte de ejemplo de ese compromiso. “El grupo de voluntarios que participa cada miércoles es simplemente genial. Somos unos locos y amantes de la vida y también unos afortunados de tener la oportunidad de compartir y contribuir con un pequeño granito de arena a nuestros amigos de calle. Cada uno de nosotros aporta lo mejor de sí. A veces salimos disfrazados, cantamos, bailamos, lloramos, nos damos un fuerte abrazo con nuestros amigos. Cuando salimos a la calle, no vemos a nuestros amigos de con lástima, porque todos respiramos el mismo aire. Somos iguales. Muchas veces se nos aprieta el corazón, cuando la lluvia los moja y el frío les cala los huesos. Ahí tratamos de calentar su corazón y abrigar su cuerpo con las donaciones que nos dan y con los aportes del Hogar de Cristo”.
-¿Ha cambiado tu percepción de lo que es ser voluntario?
-Con los años he descubierto que ser voluntaria es una de las mejores decisiones que he tomado en la vida. En un comienzo, pensé que ser voluntaria era estar dispuesta a entregar cariño, tiempo, dedicación, pero lo que no sabía era cuánto amor recibiría de regreso.
-Pero lo que se ve en las rutas de calle es duro, ¿cómo haces para despegarte de esa realidad?
-Esas realidades duelen en el alma y es ahí cuando el amor se pone a toda marcha, se transforma en un desafío, te hace pensar en cómo contribuir a mejorar o hacer más llevadera aquella realidad. Es girar el ángulo con que se mira. Somos un buen equipo, donde la energía del amor se pone en movimiento.
-¿Tenemos un desafío como chilenos en cuento a la solidaridad?
-Los chilenos somos tremendamente solidarios cuando hay una catástrofe o algún evento solidario en el año. Mi invitación es a salir de nuestra zona de confort del día a día, tomarnos un minuto y mirar a nuestro alrededor. Invito a todos a que salgan con un par de calcetines en los bolsillos o un chaleco extra, a comprar un vaso de café para la persona que ven entumida y sola y hablarle. Dedicarle unos minutos y con ese contacto hacerlos visibles. Les prometo que el amor que verán en sus ojos les llenará el alma. Invito a los jóvenes a dejar de mirar el celular y a vivir un tiempo en presente, conectándose con otras realidades.
¿Te conmovió la historia de Nataly Cartes? Sé voluntario, aquí.