Mar
2021
Maryorie Dantagnan: “Abuso y explotación sexual siempre están antecedidos por negligencia afectiva”
La experta en trauma infantil nacida en Chile y formada en Colombia fue la invitada especial para comentar el libro “Ser Niña en una Residencia de Protección en Chile” que acaba de lanzar el Hogar de Cristo. En esta entrevista previa, enfatizó en que tan complejo de tratar como el daño que deja la violencia sexual en niñas, es el abandono y la negligencia afectiva.
Por Ximena Torres Cautivo
-El trauma de las niñas que han padecido violencia sexual es de una grave complejidad, lo mismo que su proceso reparatorio. Además, en la gran mayoría de los casos, se trata de procesos y no de eventos traumáticos que han ocurrido antes de los 8 años, edad promedio de ingreso a las residencias de protección –sostiene la psicóloga y psicoterapeuta Maryorie Dantagnan, experta en sufrimiento, daños traumáticos y trastornos del apego en niños maltratados. Maryorie, quien vive en Barcelona y es parte de la Asociación EXIL, una oenegé centrada en la atención terapética-psico-social de personas traumatizadas por diferentes tipos de violaciones de los derechos humanos, fue la oradora principal en el lanzamiento del estudio “Ser Niña en una Residencia de Protección en Chile”.
Los especialistas del Hogar de Cristo analizan en el texto la realidad de las residencias con “una mirada comprensiva desde la perspectiva de género, pobreza y desigualdad” a partir de su conocimiento directo de esta población. Y lo hacen reconociendo que hasta ahora siempre se ha desconocido la dimensión de género en el cuidado y protección de las niñas y jóvenes que llegan a estos programas -las mal llamadas “niñas Sename”-, lo que es esencial para comprenderlas y desde ahí cuidarlas, protegerlas y reparar sus experiencias de trauma, en especial el de índole sexual.
Maryorie si bien reconoce el impacto de este aspecto, precisa: “Estas niñas han crecido en contextos de grave desprotección, en que a menudo hay una coexistencia con otro tipo de victimizaciones, no sólo la sexual: maltrato emocional, físico, abandono… Creo que aunque podríamos asociar causalmente la victimización sexual padecida con los graves problemas de salud mental que presentan estas niñas: depresión, conductas autolesivas, revictimización sexual, debemos hacerlo con mucha precaución y cuidado. Todos estos problemas no son simples de tratar y requieren atención especializada para ser abordados, pero tratar o reparar las consecuencias del abandono y la negligencia afectiva y contextual, sobre todo en la primera infancia, a mí me parece que conlleva un desafío tanto o más grande que la reparación del daño provocado por la victimización sexual”.
La especialista refuerza que lamentablemente este “descuido” o negligencia en la infancia temprana sigue siendo invisible y, por lo mismo, no considerado. “Si exploras en las historias de estas chicas que han padecido violencia sexual como procesos traumáticos, encontrarás que la negligencia temprana está presente en la historia de la mayoría, por no decir de todas”.
Desde Barcelona, mientras acá eran las 11 de la mañana y allá las 5 de la tarde, Maryorie en su clase magistral online sobre el libro lanzado por Hogar de Cristo, explicó la importancia de “los primeros mil días” en la existencia humana. “Esos primeros mil días son para toda la vida; es ahí donde cognitivamente se forma todo”, señaló, reforzando la importancia del apego, de la contención y el apoyo. Previamente nos había hablado de sí misma y de su infancia:
-Yo trabajo acompañando niños, niñas y adolescentes que han sufrido todo tipo de traumas, entre ellos, los sexuales, que, como he dicho, son victimizaciones visibles, aunque no siempre. Soy hija de una madre maestra, de una profesora normalista, de esas que dejan huellas de cariño en sus estudiantes. Supongo que eso ha marcado mi profesión: La vida me regaló la oportunidad de seguir sus pasos hasta que llegué a la psicología infantil. Llevamos más de 20 años trabajando con mi esposo, Jorge Barudy, reconocido por su activismo en la infancia y hemos tenido la oportunidad de desarrollar un trabajo sistematizado, comprometido con la infancia maltratada. Creo que es una responsabilidad de todas y todos hacer que este mundo sea más humano, más justo, y hay muchas maneras de trabajar en ello. Quienes hemos sido bien tratados cuando fuimos niños, tenemos más posibilidad de hacerlo, cada una o cada uno hace lo que puede con lo que tiene. Hoy mi tarea es acompañar, facilitar procesos de reparación y también compartir lo aprendido.
LA SUMA DE TODOS LOS MALES
Un concepto interesante en esta aproximación de género a este grupo de niñas y jóvenes es la interseccionalidad que padecen. Esto se refiere a que ellas, a diferencia de ellos, acumulan una suma de desventajas, donde al ser mujer se agregan el ser menor de edad, estar al cuidado del Estado, padecer alguna discapacidad, tener algún tipo de consumo problemático, estar en abandono, y todo lo que aumenta su pobreza y desigualdad.
-¿Cómo se supera o se combate este este tema, Maryorie?
-Existe, sin duda, una limitación de “oportunidades” según el sexo, las mujeres tenemos menos oportunidades en el sentido laboral, del trabajo, el que además debemos compatibilizar con tareas de la casa y de los cuidados. Aquí en España, por ejemplo, las mujeres reciben una renta más baja teniendo un mismo título universitario. La previsión social es distinta y otra vez las mujeres salimos perdiendo. El acceso a la educación y a la salud es más difícil. Son siempre las chicas las que dejarán de estudiar para sostener, acompañar, cuidar, ser mamás. Esta realidad que deja en evidencia al patriarcado y al modelo neoliberal, donde tener es más importante que ser, relega lo esencial de la vida: los afectos, los cuidados, la crianza. Por lo tanto, para equilibrar la balanza y vivir en un mundo más justo, me parece que no sólo debemos hacer esfuerzos por empoderarnos como mujeres en nuestro terreno familiar y local, sino también hacer un cuestionamiento desde lo micro a lo macro en todos los ámbitos de la vida. No debemos confundir patriarcado con liderazgo, que son dos cosas bien distintas. Esto se ve tristemente en la vida política con mujeres patriarcalizadas, enajenadas en su condición de mujer. Hay mucho, mucho por hacer y creo que mundialmente este movimiento, cuestionamiento o reivindicación ya se está haciendo y con inteligencia.
–Volviendo a las redes de explotación sexual comercial que denuncia el trabajo del Hogar de Cristo, ¿pasa algo similar en Barcelona, en España?
-Hoy, acá, en España, esas redes no son un problema mayor, pero conocemos y trabajamos con mujeres adultas que sí han padecido esta explotación sexual comercial. Trabajamos en nuestro centro en Barcelona con ellas y con sus hijos e hijas que han padecido esta violencia, son personas que han migrado de otros países en condiciones infrahumanas. Acá volvemos otra vez a lo que te mencionaba en la primera pregunta, hay que pasar de lo micro a lo macro y viceversa, pero hacerlo desde lo macro con grandes movimientos políticos y sociales no es fácil, porque existe una estructura social y cultural que sostiene este estado de cosas. Pero no por eso dejaremos de seguir luchando para erradicar esa desigualdad de condiciones grotescas que existe en el mundo, dentro de cada país y de continente a continente. El núcleo de estas y otras atrocidades radica en el poder económico y en el patriarcado. ¡Hay tanto que hacer! Y para hacerlo se necesitan muchas y muchos.
Si te importan las niñas y jóvenes más vulnerables de Chile, involúcrate…