Dic
2017
Madre migrante lo deja todo por sus hijas
Sin otra alternativa, llegó a Chile con lo puesto, junto a su madre, dos hijas pequeñas y una maleta. Ese era todo su patrimonio. De La Habana Vieja al Hogar de Cristo, ocurrió algo. ¿Heroína de su historia? Usted decida.
Por Matías Concha
En Chile hay aproximadamente 241 mil mujeres inmigrantes. De ellas, más de 52 mil viven en situación de pobreza. Llegaron sin pensar en los sobresaltos que la experiencia significaría, pero mirar atrás ya no vale. Sólo importa el futuro, el ir hacia adelante, sin ayuda masculina. No hay reversa.
Para Susana Veitia (30), Cuba era la soledad misma. Sin trabajo, sin movimiento, tan privada de recursos, que su esencia era su condición de isla. “Me pagaban 10 dólares al mes, que vienen siendo aquí como 30 mil pesos, entonces si compraba comida, no teníamos con qué vestirnos; si nos vestíamos, no comíamos; si iba a la tienda, no nos alcanzaba para el arriendo. Vivíamos una vida súper dura, yo trabajaba como independiente con un carrito vendiendo comida, pero los impuestos eran muy altos, además estaba lleno de inspectores que te cobraban hasta lo que no tenías. En Cuba nadie puedes avanzar, todo es restringido, por eso decidimos irnos”.
No llegó al país sola, vino con su madre, Susana de los Reyes (50) y dos hijas, Jennifer y Angeli, de 13 y 4 años respectivamente, las dos de distintos padres. Uno desapareció en Cuba y el otro envía dólares desde Estados Unidos. “Él nos ayuda, pero no es suficiente, está pero no está”.
-¿Les costó mucho llegar a Chile?
-Sí, pasamos muchos sustos. Siempre está el miedo a que te deporten o te quiten a tus niñas, no conocíamos nada y no teníamos dónde quedarnos. Pero tuvimos suerte, un transportista nos habló del Hogar de Cristo, que aquí recibían a mujeres con niños.
El chofer de micro tenía razón, la causa del Padre Hurtado recibe a más de 332 personas de nacionalidad extranjera en sus programas de acogida. De ellos, 145 son mujeres migrantes que en su mayoría llegaron buscando educación para sus hijos, inclusión laboral o un lugar donde pasar la noche. Susana necesitaba las tres cosas.
-¿Te ha costado conseguir trabajo?
-Sí, me demoré bastante, pero ahora estoy trabajando en un motel, me llaman cuando alguien descansa, entonces ahí voy y hago aseo, eso me da para comprarles cosas a las niñas.
-¿Firmaste contrato?
-No, como aún no tengo carnet me dicen que no pueden hacerme. En Chile hay buen trato los extranjeros, pero lo único difícil es conseguir trabajo porque los trámites son muy complicados. No hay un papel o un permiso provisorio para trabajar, no hay nada que te acredite.
Nuestra ley obstaculiza la búsqueda de empleo de los migrantes y fomenta los trabajos informales. Ocho de cada diez extranjeros llegan a Chile buscando trabajo. Sin embargo, la legislación actual llena de dificultades este proceso. Por ejemplo, quienes logran encontrar empleo sin una visa, como Susana, deben esperar hasta 150 días para recién obtener un permiso de trabajo.
-¿Cómo se han adaptado tus hijas?
-Estoy orgullosa de mis niñas, porque ellas a pesar de la edad que tienen, también han tenido el valor de venir. Nosotras les preguntábamos si querían hacerlo y ellas no dudaron. Es emocionante, tú las ves, están felices, no están llorando, han aceptado bien a Chile.
-¿Cuesta más emigrar con niños?
-He visto a madres que han venido solas aquí, sin trabajo, sin compañía, nada y, encima, sufren porque los hijos no están al lado. Yo les diría que siempre con los hijos, con ellos adonde sea. Mi única angustia es no poder enviarlas aún a la escuela. Como llegamos en octubre, hasta tener los papeles al día, los colegios no las aceptan.
-¿Encontraron en Chile lo que buscaban?
-Sí, acá si eres esforzada y trabajas, puedes comer bien y, al menos comprarles, cosas a tus niñas. También está el tema de la libertad, acá puedes ver noticias de otros países, puedes hablar claramente, tener libertad de expresión. En Cuba, todo es restringido.
-Se viene un nuevo año, ¿Qué deseos pedirías para el 2018?
-Trabajar y llegar a tener una casa, un apartamento. Lograr que nos puedan dar el carnet, que mis niñas puedan ir a la escuela, que nada nos separe nunca.