Abr
2019
Lucio Díaz, dirigente de Los Nogales: “Amo mi población”
Conoce este sector de Estación Central, que en su origen era conocido como Chuchunco y estaba rodeado de barriales, como la palma de su mano. Aquí jugó, creció y ha sido testigo de los cambios sociales que ha sufrido la población. Hoy su mayor preocupación es ayudar a salir de la droga a sus vecinos.
Por Jacqueline Otey A.
Lucio Díaz tiene 63 años, es padre de dos hijos y se siente orgulloso de vivir en la población Los Nogales, de Estación Central. Allí creció junto a sus 10 hermanos, de los cuales nueve están vivos, y con el tiempo se convirtió en dirigente vecinal y deportivo.
De baja estatura, contextura delgada y paso ágil y seguro, cuenta que casi nació en su casa, donde conversamos. “Cuando mi madre tuvo síntomas de parto caminó hacia la calle Ocho de Enero, buscando a alguien que la ayudara. En ese momento, esto era un barrial y mis viejos vivían hacinados en su casuchita. Unas vecinas la vieron y la llevaron al hospital San Juan de Dios, pero por poco nací en la población, así es que más ´nogalino´ no puedo ser”.
Durante 20 años, Lucio vivió junto a su esposa e hijos en Peñalolén, pero cuando se separó regresó a la casa de sus padres en Los Nogales, población que existe desde hace 69 años y debe su nombre a la gran cantidad de árboles de este tipo que había ahí. “Volví, porque aquí me siento cómodo. Mi hija vive en Quinta Normal, mi hijo en la Villa del Profesor y mis hermanos cerca. Mis viejos ya fallecieron, pero todos los lunes los demás nos juntamos aquí a comer y conversar”.
Con nostalgia, recuerda los orígenes de Chuchunco y sus barriales. “Las calles principales eran de bolones de piedra por las que transitaban caballos. Aquí vivían personas que tenían chacras y criaban animales. No había agua potable ni luz. La gente construía sus casas con los materiales que podía. Y nuestros papás salían con tarros y zuecos a buscar agua”.
Hoy trabaja en la construcción y cuenta que a los 13 años dejó el colegio y comenzó su vida laboral. “A esa edad construí un carrito con el que iba a recoger leña al basural que había en esta zona, y que hoy es el Parque Bernardo Leighton. Siempre ayudé al sustento de la casa, porque había necesidades. Con el tiempo he trabajado en todo tipo de cosas”.
Drogadictos en situación de calle
Lucio señala que se siente plenamente identificado con el lugar donde creció. “Amo mi población. Soy muy sentimental, blandito de corazón, por eso cuando hablo de Los Nogales me da mucha nostalgia, porque desde hace un tiempo las cosas han cambiado mucho en el aspecto comunitario y social. Es una población sin recursos, donde se ha metido la drogadicción y la prostitución infantil”.
Comenta que muchos de los que tienen problemas de consumo de drogas y que deambulan por las calles de la población, se encuentran en situación de calle. “Son gente de familia como nosotros y los tenemos marginados por su condición. He hecho varios eventos para tratar de ayudarlos en el Centro Deportivo y Cultural Renacer que fundamos hace años; es un tema que me tiene preocupado y sumido en tratar de resolverlo. También participo en la Fundación Ciudad Emergente con la que he hecho El Gran Malón, donde una vez al año se invita a los niños y personas de la calle a comer y conversar para tratar de recuperar confianza”.
El nogalino que vive en Capitán Gálvez, una de las principales arterias de la población Los Nogales, donde las casas de fachada continua son parte del paisaje, comenta: “Desde hace 20 años la droga comenzó a hacerse sentir en la población. Conozco a todos mis vecinos y converso con todos, aunque algunos se hayan desviado del camino. Soy amigo de ellos y no puedo quitarles el saludo. Hay algunos que ahora son narcotraficantes y también adictos y, por eso, todas las noches pienso qué puedo hacer para ayudarlos. En las noches, algunos se juntan en ciertas calles del sector, donde, además de venta y consumo, existe prostitución infantil. Niñas de 16 años en adelante se prostituyen para seguir consumiendo. Es una realidad que he vivido muy de cerca. Cuando salgo a la calle en la noche, los veo en las esquinas como zombies. Eso me da mucha impotencia; creo que es muy difícil que algo pueda detener este flagelo”.
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