Oct
2020
Eduardo Flores, psicólogo-voluntario: “Devolver la mano es parte de mi responsabilidad”
Desde marzo, este joven profesional se unió al voluntariado de fundación Súmate en Valparaíso. Su rol ha sido clave en momentos donde la salud mental está siendo gravemente afectada por la pandemia y hay jóvenes en riesgo social que anhelan poder cumplir sus sueños que hoy se ven amenazados. Aunque no creció ni de cerca en la opulencia, frente a sus pacientes, siente que vivió entre algodones y que debe hacer algo por ellos.
Por María Luisa Galán
Un importante y valioso voluntariado realiza Eduardo Flores (29), psicólogo de profesión con un magíster en salud mental y diplomado en psicología familiar sistémica, en fundación Súmate, del Hogar de Cristo. En tiempos donde la salud mental se ha deteriorado de manera evidente, él presta sus servicios de forma desinteresada a quienes participan del Programa Socioeducativo que tiene la institución en Valparaíso. Comenzó en marzo de este año, justo con el inicio de la crisis sanitaria en Chile. Llegó en el momento preciso. Actualmente está atendiendo a cinco jóvenes, cuatro están en la educación superior y el otro en básica, y además a una apoderada. Las sesiones son una vez por semana o según lo requiera el usuario, a través de Zoom, aunque, cuando falla la famosa plataforma, ocupan las videollamadas de WhatsApp.
Su abuelo fue zapatero y tuvo 12 hijos, entonces siempre aprendió a vivir con lo justo, pero asegura que nunca le faltó nada. “Dentro de esta premisa, cuando sabes que las cosas cuestan, devolver un poco la mano se siente casi como una responsabilidad y un deber. Cuando uno escucha las historias de estos jóvenes, uno dice: lo que yo he vivido es entre algodones, ellos sí que la han tenido difícil. Muchos no cuentan con apoyo ni contención familiar, y siempre están con las lucas justas para llegar a fin de mes”, cuenta Eduardo acerca de lo que ha sido su experiencia trabajando con los participantes de Súmate en Valparaíso, algunos provenientes de algún hogar del Sename y que están terminando su carrera profesional.
Profundiza. “Ojalá a los que trabajamos con personas vulnerables nunca se nos olvide que, si bien somos profesionales y este es nuestro trabajo, no podemos sacar el factor humano, no podemos desensibilizarnos y dejar de sentir que cuando la gente cumple sus objetivos, también tenemos que ser parte de ellos, no sólo con el objetivo, sino que también empatizar. Nosotros somos parte del proceso, no somos una firma o algo pasajero”, opina Eduardo sobre el importante rol que tiene el personal de salud mental y social en la prestación de sus servicios.
Hoy en día está sin trabajo remunerado en su rubro, pero si hay algo que transmite este joven psicólogo es el amor por su vocación, por el aporte y la ayuda que puede brindar a una persona. Cuenta que aunque obtuviera un trabajo, no abandonaría a sus pacientes de forma abrupta: “Porque es un compromiso que ya adquiriste y tú quieres llegar lo más lejos posible con ellos porque eres parte de su proceso. Si dejo el voluntario que sea el día que no tenga a nadie más que atender o que haya la posibilidad de que otra persona tome la posta, pero irme de un día para otro, que esos usuarios no tengan una atención asegurada, no va a pasar”, dice con firmeza.
TODOS PARA UNO.
Además de psicólogo y voluntario, Eduardo es emprendedor. Desde adolescente, y en común acuerdo con dos compañeros y amigos del colegio, siempre soñó con instalarse con un bar. Pero en el camino se dio cuenta que era muy caro, trabajó como bartender y pudo constatar todos los gastos que aquel proyecto implicaba. Sin embargo, el verano pasado se entusiasmó y empezó a hacer cerveza artesanal junto a esos amigos de la escuela. Inicialmente era para ellos, para darse un gusto. Regalaron un poco a algunos conocidos, los que les pidieron más. Hoy son todo un éxito, tanto que para fiestas patrias pidieron ayuda.
“Después del 18 le pedimos a un amigo de Santiago que comprara ollas más grandes porque nos quedamos cortos en la producción. Nos ha ido re bien”, cuenta con alegría. Los próximos pasos son obtener su patente y el permiso sanitario para poder llegar a vender sus productos en el bar de un amigo, el que ya les ofreció esa oportunidad. Mientras, se puede conocer más sobre sus diferentes estilos de birras en su cuenta de Instagram y Facebook, en donde se pueden encontrar bajo el nombre de Cerveza Mosquetero.