Jul
2021
COVID-19: Entre la soledad y el duelo
Hace pocas semanas se realizó la segunda charla del Ciclo Participativo: “COVID-19: entre la soledad y el duelo” del Centro UC de la Familia. El capellán del Hogar de Cristo, José Francisco Yuraszeck, fue el expositor de esta sesión que buscó responder la pregunta: ¿Por qué la pandemia ha detonado las experiencias de soledad y duelo?
Por Matías Concha P.
“La idea es que en esta charla todos reflexionemos sobre el dolor y el duelo, ¿quién no ha experimentado estos sentimientos en pandemia? Creo que hablar de estas emociones resulta crucial hoy”, expresó al inicio de la conversación, Carolina Salinas, directora del Centro UC de la Familia.
La charla online, transmitida por el canal de YouTube del centro, se enmarca en el segundo Ciclo Participativo: “COVID-19: Entre la Soledad y el Duelo”, compuesto por un total de cinco encuentros. El segundo orador invitado, José Francisco Yuraszeck, se refirió a cómo la enfermedad y la muerte han sido relevantes durante la pandemia y se han dado de una forma completamente distinta a cómo estábamos acostumbrados a vivirlas. “Desde hace nueve años soy sacerdote, digo esto, porque no tengo ninguna formación particular para atender temas de duelo o soledad, pero sí la experiencia que me ha dado el Hogar de Cristo sobre cómo la enfermedad y la muerte han sido muy relevantes y distintas a cómo eran antes. Sobre esa experiencia personal quiero hablarles”.
El sacerdote jesuita hizo referencia a los textos “Manual de Acompañamiento de Fin de Vida” y “La Experiencia de Misas Online” escritos por Hogar de Cristo, y relató varias historias donde se evidencia la limitación que ha tenido el proceso del duelo en pandemia. “No podemos realizar los hitos, no podemos despedirnos, con suerte podemos ir a los funerales. ¡Qué triste! Entonces la enfermedad y la muerte, que son naturales en la vida, las hemos vivido de una forma que no es natural”.
Para ejemplificar la soledad, contó la emotiva partida de Claudio Leiva, un comprometido trabajador social del Hogar de Cristo, quien falleció producto del COVID-19 en 2020. “Él era una persona extraordinaria, querendona, quizás por eso decidió no hacer cuarentena, optó por no dejar a los adultos mayores de la Casa de Acogida Josse Van der Rest, que está junto a nuestra casa matriz y es muy emblemática para todos nosotros”, recuerda el capellán del Hogar de Cristo. Y agrega que “luego de fallecer, la esposa de Claudio, me dijo: ´De la impotencia, del dolor, de la rabia que siento contra él por no haberse cuidado, me queda el dolor de haberlo dejado en la clínica para volver a recibirlo metido en un cajón… Es algo que no le deseo a nadie´”.
Sin embargo, a un año de esa dolorosa e inesperada muerte, el sacerdote revela que la esposa de Claudio vivió un cambio en su duelo, se abrió una ventana de esperanza en medio de su soledad. “Ella recordó cómo todos los arroparon después de la muerte de Claudio. Agradeció el amor de todos, traducido en llamadas en envíos de comida, gestos que según me confesó la mantuvieron viva todo este tiempo”.
Al terminar, el capellán de Hogar de Cristo, respondió las preguntas de los participantes. Una de ellas fue: “¿Cómo percibe la relación entre la fe y la salud mental?”. El jesuita respondió: “Hay que entender a las personas como un todo. Por ejemplo, los pueblos originarios tienen una comprensión súper integral de las personas, entonces, la machi del pueblo, además de entregar remedios, escucha profundamente lo que el enfermo le dice. La idea de ellos es que sus espíritus también oigan lo que el enfermo siente. Así, la escucha, el consejo, la palabra, resulta tan importante como el remedio físico”.
Minutos antes de concluir, el capellán aludió a una expresión del Papa Francisco: “El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar”.