A los 16 años, Cristián del Valle llegó al Hogar de Cristo de la mano de su hermano mayor, debido a las constantes crisis de epilepsia que sufría. Hoy, a los 46, asiste al Centro de Preparación para el Trabajo para aprender a hacer jardines y cajas para chocolates. En sus ratos libres, canta a todo pulmón las canciones de su ídolo.

Por Jacqueline Otey

Cristián del Valle ama a Chayanne y canta sus éxitos sin inhibiciones. Cuenta que tiene un CD del artista que alguien le regaló y que cuida como un tesoro. De hecho, al escuchar la música de su cantante favorito, una sonrisa le ilumina el rostro. “Torero” es su tema preferido. “Desde que era niño lo sigo… creo que me parezco a él”, agrega.

Del Valle hoy tiene 46 y llegó a los 16 al Hogar de Cristo acompañado de su hermano mayor, debido a las constantes crisis de epilepsia que sufría y que le generaron discapacidad mental.

Actualmente, Cristián señala que gracias a los medicamentos que toma, se encuentra en buenas condiciones de salud y puede trabajar. “En la mañana hago un taller de jardinería y en la tarde voy a un taller donde armo cajas de bombones… Eso me hace sentir contento, porque es algo que hace feliz a los demás”.

Sus cercanos lo describen como sociable, responsable y con una gran disposición para relacionarse con su entorno. Es un acogido de la Fundación Rostros Nuevos que ingresó en 1997 a los Hogares Protegidos del antiguo Programa Apoyo Comunitario (PAC), actual unidad San Ignacio de Loyola de Conchalí.

René Trujillo, coordinador de la Unidad San Ignacio de Loyola, menciona que Cristián ha transitado por distintos hogares protegidos, en los cuales se ha trabajado el desarrollo de su autonomía. “En 2016 ingresó al Hogar Protegido Estocolmo, en el que vive actualmente”, explica.

En este lugar y con el acompañamiento de su monitora Arlenne Zuñiga, se ha propiciado su inserción social, tanto a nivel comunitario como laboral. “Para ello se lo ha vinculado al Centro de Preparación para el Trabajo y se le ha hecho parte de las distintas actividades realizadas por el Centro Diurno de la Unidad San Ignacio de Loyola”, afirma René Trujillo.

El Hogar de Cristo ha sido la casa de Cristián durante tres décadas aunque su familia lo visita sagradamente tres veces al año: Fiestas Patrias, Navidad y Año Nuevo. Él asegura: “Aquí tengo amigos y me siento querido”. Y al parecer es así, ya que al verlo compartir tareas con sus compañeros, él destaca por la alegría y amabilidad con la que se desenvuelve en su grupo.

Definitivamente, Cristián vibra con la música. Cuenta que cada vez que hay actividades de la Fundación, espera que incluyan karaoke para tomar el micrófono y dar a conocer sus habilidades artísticas. “Desde siempre  canto y hago coreografías de Chayanne. Nunca me ha dado miedo subir al escenario… En mi casa canto en la mañana y en la noche, por suerte donde vivo nadie se enoja”, asegura con una amplia sonrisa mientras tatarea el contagioso tema “Madre tierra” de su ídolo.

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