Ene
2021
Columna. Des-cifrando el consumo de drogas en adolescentes: actuemos distinto
Carlos Vöhringer, Director Técnico Nacional Hogar de Cristo
Hace unos días Senda publicó un nuevo estudio acerca del uso de alcohol y drogas en la población escolar que fue hecho durante el último semestre de 2019. Hay cifras alentadoras y otras que merecen ser atendidas por padres y autoridades.
Una de las noticias positivas es el descenso sostenido del uso de tabaco, una baja que vemos desde el año 2003 y que se debe, en gran medida, a la urgencia que se asumió en esta materia, implicando importantes cambios en la regulación. Lo que ha pasado con el tabaco es lo que debería pasar con el alcohol, donde si bien las cifras descienden, aún queda mucho trabajo por hacer. Preocupa que de los escolares que declaran haber consumido alcohol, más de la mitad dice haber tenido a lo menos un episodio de embriaguez en el mes. Esto significa que consumió cinco o más tragos en una ocasión.
Hoy Chile no tiene una ley integral de alcohol que lo regule de forma efectiva y que aborde, tal como lo sugiere la OMS, aspectos como disponibilidad, publicidad, marketing, impuestos, etiquetado, patentes, entre otros. Aún podemos ver, por ejemplo, que un equipo de fútbol tiene como sponsor en su camiseta la marca de una bebida alcohólica o un medio de transporte público esté completamente brandeado con imágenes de una empresa de whisky. Necesitamos abordar el tema del alcohol de forma seria e integral y para ello es necesario que el proyecto de Ley de Alcoholes, que está hace doce años en el Congreso, se apruebe incorporando las recomendaciones de la OMS.
Otro punto que debe estar en el radar es el alza en el consumo de tranquilizantes sin receta médica. Comparado con el consumo de los adultos, los escolares consumen 6,6 veces más. Un impacto, sin duda, sobre todo en personas que están en pleno desarrollo. Mediáticamente, la discusión está centrada en las sustancias ilícitas, pero tanto el alcohol como los tranquilizantes están disponibles dentro de nuestros hogares. ¿Habrá subido este consumo en pandemia? En un año en que los adolescentes y jóvenes tuvieron que lidiar con el encierro y el estrés, angustia, aburrimiento y un sinfín de otras emociones, es muy probable que hayan recurrido a lo que tenían más cerca.
¿Qué hacer? Sugerimos tres focos: definitivamente invertir mayores recursos en prevención. La evidencia internacional muestra que a lo menos debiéramos gastar lo mismo que en tratamiento. Segundo, replicar lo que hemos realizado con el tabaco aprobando una Ley de alcoholes integral. Y, por último, no olvidarnos de los más de 180 mil niño y jóvenes que no están el sistema escolar y de cuyas necesidades y riesgos sabemos nada, salvo que -sin duda- son mayores que las de los escolarizados. Hace varios años las autoridades recalcan que nuestra infancia y juventud está primera a nivel de Las Américas en el consumo de marihuana, cocaína, pasta base y tranquilizantes. ¿Cómo salimos de ahí? Claramente la política pública debe generar acciones e inversiones distintas para cambiar esta realidad