Por Liliana Cortés, directora de Fundación Súmate

Es importante discutir de manera transparente por qué en el año quizás más crítico que ha vivido la educación chilena, la partida 09 del presupuesto de la Nación 2021 -que es la que asigna las platas al Ministerio de Educación- viene un 0.2% más escuálida que la de 2020.

Llevamos meses angustiados viendo cómo retener a los 80 mil estudiantes que el propio Ministerio estima abandonarán el sistema escolar, sumándose a los casi 187 mil que ya estaban excluidos de la educación antes de la pandemia, y resulta que la partida de Educación de Adultos y Reinserción,   que es donde estos niños tienen algún camino de salida, recibirán un 10% menos de presupuesto que el que tuvieron en 2020.

Este incomprensible castigo tampoco se hace cargo de que estos establecimientos han vivido una compleja situación financiera este año. Según el DFL2 de 1998, el pago de subvención por asistencia se efectúa considerando el último registro vigente; es decir, los primeros 15 días de marzo. Esto afecta catastróficamente a las escuelas mencionadas, ya que al atender a una población con una multiplicidad de problemas propios de la pobreza y la vulnerabilidad, sus matrículas y asistencias no tienen la puntualidad y precisión de los alumnos de un establecimiento regular, que efectivamente entran a clases en marzo. En nuestro caso, eso no es así. Recién en abril, llegan los estudiantes, y esto, fue más complejo en este 2020 de pandemia: el cálculo de subvención por asistencia nos ha castigado de manera brutal.

El mezquino presupuesto 2021 propuesto, que incluso ha sido reforzado con casi 174 mil millones de pesos de un Fondo de Emergencia Transitorio y aun así está por debajo del de este año, no considera recursos extraordinarios para propuestas que favorezcan el reingreso educativo. La distribución presupuestaria es contradictoria con las preocupaciones manifestadas por el Ministerio, por la Mesa para Prevenir la Deserción Educativa y por Compromiso País, instancia convocada por la Presidencia de la República.

Realmente resulta incomprensible esta disminución de fondos para algo tan central como la garantía del derecho a la educación de los niños, niñas y jóvenes más vulnerables de Chile. Es por eso que estamos en alerta, el presupuesto 2021 para el reingreso, nuevamente corre peligro… y se quedará corto.

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