Mar
2021
Tatiana Quevedo, presidenta y cofundadora de Corporación Cultural Transversal: “Para mí la pandemia ha sido pura ganancia”
Ingeniera comercial, mamá de tres hijos, dedicada a la gestión cultural y de proyectos, derrocha energía y es una fiel representante de las muchas mujeres líderes sociales que se han sumado a la aplicación Dopapp, que pone en red a personas y organizaciones que trabajan por los demás. Hoy, su foco es la biblioterapia, que aquí nos explica, así como su positiva mirada de la emergencia sanitaria por COVID.
Por Sucky Luthan
-La biblioterapia asume que la lectura tiene propiedades para sanar a las personas ante diversos problemas, como enfermedades mentales o trastornos emocionales. Esta disciplina trata de enfocar los problemas y darles una posible solución a través de la lectura. Para ello, nuestro rol es capacitar a personas para que orienten a las personas en qué lecturas les pueden ser útiles, les pueden servir. Para ello, hemos capacitado personal de las bibliotecas públicas –nos explica de entrada.
La Corporación Cultural Transversal, que ayudó a fundar y que hoy dirige, nació en 2019. “Llevamos poquito funcionando, pero con mucho éxito. Nuestro propósito principal es fortalecer la educación, principalmente en lugares rurales. Ya nos hemos ya ganado cuatro proyectos.
Uno de ellos es este de la “biblioterapia”, que es una forma de ayudar a personas vulneradas –niños, jóvenes y adultos– con cuentos, relatos e historias enlazadas con sus propias vivencias para fortalecer su autoestima. Dice Tatiana: “En Chile no existía la biblioterapia. Yo comencé a averiguar y conocí Irene Bostelmann, quien ha trabajado por más de 6 años como profesora a cargo de numerosos talleres. Van desde expresión plástica, narración e ilustración para niños y adolescentes, hasta intervenciones psicosociales y artístico-culturales para públicos amplios. Juntas, comenzamos a trabajar en biblioterapia, una técnica muy exitosa en España. Allá se ha usado con muy buenos resultados como terapia en hospitales de niños con cáncer, así como con adultos mayores. Mi sueño es insertar la biblioterapia a todo nivel en Chile”.
A este proyecto suma Her Global Impact, del cual es embajadora en Chile. Se trata de una academia sólo para mujeres que les entrega herramientas en el ámbito digital. “Ser seleccionada como alumna en la academia es súper difícil. Tienes que tener un proyecto de impacto, tanto social como económico. Yo postulé con KalaNegra, una empresa b2b que trabaja con los procesos de poda de árboles de parques y árboles nativos. Estas podas se transforman en eco bloques, rodelas y juguetes para niños. A través de un código QR, estos juguetes muestran la historia del lugar de dónde viene la madera, a qué árbol corresponde y dónde fue cortado. Ahora me invitaron a ser embajadora en Latinoamérica para atraer y motivar a que más mujeres se atrevan a formarse en innovación y transformación digital, y así generar un cambio en la sociedad”, explica con el entusiasmo que la caracteriza.
-¿Cómo ha resultado hacer todo lo que haces en situación de pandemia?
-Saqué lo mejor de la pandemia. Soy ingeniera comercial y me capacité en asesoría en contexto de crisis en las áreas de salud, minería y educación, la pandemia ha hecho que ya lleve capacitadas a más de 500 personas. Ha sido muy enriquecedor. Pura ganancia. Hemos dado vuelta la pandemia. Nuestro trabajo estaba orientado a encuentros y capacitaciones presenciales y el COVID ha hecho que nos volquemos en un ciento por ciento a lo digital. Así, nuestro alcance ha sido aún mayor. Creo que lo digital está para quedarse y que hay que adaptarse, las facilidades están y hay que tomarlas, adecuarse a ellas.
A cargo de Isidora, Julián y Emita y pese a sus múltiples actividades, no deja de bailar flamenco ni sus clases de danza árabe, a las que ahora sumó una rama del flamenco, que se llama “bata de cola”.
-¿Cómo logras hacer tanto?
-Me gusta conocer y aprender. Con mis hijos, todos pequeños, he tenido que aprender a organizarme. Me titulé de ingeniera hace solo dos años, siempre con mis niños al hombro. Ellos nunca fueron un obstáculo para mi carrera. Me enseñaron a organizarme y distribuir las horas de la manera más eficiente posible.
Y nos revela la clave de su éxito: “Lo que me ha resultado a lo largo de la vida es conocerme muy bien. Yo me crié en un colegio de monjas. Ahí vi que la ayuda empezaba en tu círculo cercano. Hay que ayudar al que tienes al lado. Eso me llevó a tener un fuerte compromiso social. Uno tiene que ser la mejor versión de uno misma. Ser positiva, ver las fortalezas que tienes y esas entregárselas a los demás de alguna manera. Hay que tener los valores bien claros y ser generosa. Yo creo que ese es el gran valor: la generosidad”.
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