El programa que lleva el nombre del fundador del Hogar de Cristo y que entrega cuidados especiales, cariño y contención a quienes más lo necesitan en su etapa final de vida, fue inaugurado en la residencia de adultos mayores ubicada en la comuna de San Bernardo. Son 14 acogidos, la mayoría postrados, que reciben trato digno, acompañamiento y apoyo sicoespiritual.

Por Comunicaciones Hogar de Cristo

“Esta sala representa el sentir de nuestro fundador, que quiso relevar la dignidad humana hasta en el último instante de vida de las personas que estuvieron a su resguardo, y es por ello que, siguiendo su ejemplo, hemos querido dar especial dedicación en esta etapa, no solo preparando y mejorando un espacio físico, sino que también planificando con mucha dedicación esta inauguración de nuestra sala, reflexionando acerca del rol que cada uno tiene en los cuidados de fin de vida, en el acompañamiento de las personas que atendemos y sus familias, y en especializarnos técnicamente para brindar atención de calidad”, dijo Angélica Gómez, directora de la residencia en su discurso de apertura de la nueva sala Padre Alberto Hurtado.

Se trata de un programa que, según explicó Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo de Hogar de Cristo, es único y de vanguardia en el país ya que existen muy pocos espacios como éste, orientados al ciclo de fin de vida con tal nivel de excelencia y dedicación. “Siempre existieron salas de enfermería en las hospederías, pero es a partir de 1973 que se crea la primera sala de cuidados especiales en nuestra casa central, con una capacidad de 20 camas. El año pasado la cerramos para abrir en distintas hospederías y a lo largo del país un total de 4 programas, con el doble de cupos”, explicó.

Además de mejorar la infraestructura, se ha perfeccionado y capacitado a los equipos con la ayuda de la Universidad Católica, que “también está aprendiendo con nosotros, es un aprendizaje mutuo”, agregó.

El Capellán de Hogar de Cristo, José Francisco Yuraszeck, impartió la bendición y recordó que antes de ser sacerdote jesuita, en el año 2000, fue voluntario en la denominada sala “del buen morir” de la hospedería Josse Van der Rest, una experiencia que lo marcó.

La residencia de adultos mayores Rosita Renard, de Nos, cuenta en total con 80 acogidos y 63 trabajadores que trabajan por turnos. Su directora, Angélica Gómez, señaló: “Sin duda nos falta mucho más por hacer, por seguir creciendo como equipo, tal como nos encomendó san Alberto Hurtado no podemos descansar mientras haya un dolor que mitigar, y para ello seguiremos perfeccionándonos, seguros de que el fruto de este trabajo, cimentado en el amor a nuestros adultos mayores, cumplirá los objetivos y valores que encarna el padre Hurtado”.

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