Nos dijeron que en el colegio de Súmate nos podían ayudar
En el Santo Tomás me dijeron que estaba repitiendo de nuevo y le contaron a mi mamá que conocían un colegio que tenía menos materias, que exigía menos, que me podían ayudar y enseñar las cosas que no había aprendido antes, porque yo el octavo lo pasé raspando, me faltó aprender materia. Le dijeron que en el colegio de Súmate nos podían ayudar y nos mandaron para acá. Ahí mi mamá me dijo: “Christopher, conocí un colegio dos por uno que te puede ayudar, es más sencillo, es más fácil para ti, con cabros más o menos igual que tú”, y yo le dije: “yapo”, y lo vine a ver.
Cuando vine me di cuenta que había un vecino mío y empecé a hablar con él, este año se tendría que graduar, pero tiene muchos problemas así que ya no viene más al colegio. Después me di cuenta que había otro loco que conocía, que iba antes en el Santo Tomás, en realidad eran tres, y la cuestión es que empecé a hablar con ellos, y por ellos conocí a todos los que están acá. Como habían hartos amigos me quedó gustando el colegio, así que dije que sí, y de ahí que estoy aquí.
Me veían como uno más
Cuando entré al colegio dije: “puta los weones pa’ flaite”, los locos estaban jugando ping pong y “que y la concha el loro shii habla ma’ bajito”, y me dije: “chuta, salí de una pa’ meterme a otra”. Después conocí a los chiquillos y en realidad todo bien. Cuando llegué en la mañana justo un compañero del año pasado se estaba fumando un cigarro afuera y dice: “mira Marcelo te presento al Christopher”, y ahí empecé a conocer a uno, después al otro y a todos al final. Entré conociendo a todo el curso en realidad, me veían como uno más, nos llevamos súper bien, al día siguiente ya estábamos cagados de la risa, fue bacán.
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