Los niños que están fuera del sistema escolar

Publicado el 29/03/2018

Repita con nosotros y escriba 100 veces la frase: “En Chile existen casi 78 mil niños y jóvenes excluidos del sistema escolar y se estima que otros 14 mil están en riesgo de abandonar la educación”. En el Hogar de Cristo llevamos los últimos tres años señalando con particular energía este tema frente a las autoridades y a la opinión pública, porque, pese a su gravedad y al impacto social que tiene, no cuenta con la popularidad de que gozan la gratuidad y la calidad de la educación, el fin al lucro y otros que sobresalen cuando se discute sobre la educación en Chile. Tan claro es esto, que el gobierno pasado disminuyó sistemáticamente la glosa presupuestaria destinada a las escuelas de reingreso a razón de mil millones de pesos por año, redestinando los recursos a las causas más populares, sabiendo que eso no tendría consecuencias, traducidas en marchas, protestas o funas.

Estos mal llamados “desertores” no poseen redes ni movimientos ciudadanos que se movilicen en su apoyo, por lo tanto no tienen visibilidad. Y nosotros, que como fundación Súmate contamos con 5 escuelas de reingreso y hacemos parte de la Red de Trayectorias Educativas, de la que participan Unicef y otras organizaciones como la nuestra, cubrimos todos juntos las necesidades de apenas un 3 por ciento de esta joven población que tiene vulnerado su derecho a la educación.

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A estas alturas sabemos que escribir 100 veces la frase: “En Chile existen casi 78 mil niños y jóvenes excluidos del sistema escolar y se estima que otros 14 mil están en riesgo de abandonar la educación”, no tiene mayores efectos sobre la sensibilidad ciudadana, a diferencia de lo que pasó con un testimonio en video del profesor Patricio Lobo, que trabaja en la Escuela San Francisco de Fundación Súmate en La Pintana. Ese testimonio, que subimos a los sitios web del Hogar de Cristo y de Súmate, se viralizó como un reguero de pólvora, logrando cientos de reproducciones y miles de likes.

Esto resulta una buena metáfora de las características que deben tener las escuelas de reingreso y sus docentes, y de la energía y creatividad que tenemos que ponerle a esta tarea. En ellas no se puede reproducir la rigidez de un sistema que no empatiza con los que, por su vulnerabilidad económica, social, familiar, cultural, son considerados “un cacho”. Las experiencias educativas anteriores de los estudiantes de nuestras escuelas de reingreso exudan trauma, maltrato, discriminación, la que naturalmente se traduce en desajustes conductuales. No son alumnos fáciles los nuestros y no lo son porque sus trayectorias existenciales han sido terriblemente complejas. La violencia vivida por ellos no se ha limitado a su familia, a su entorno, a la relación con sus pares, sino que también está presente en la que han tenido con sus profesores. Existe distancia, falta de empatía, de flexibilidad, de humanidad  para tratarlos. Y eso ha terminado por excluirlos, por arrinconarlos hasta el abandono. Recuperarlos, reencantarlos, pasa por nuevas fórmulas de hacer pedagogía, por profesores inspirados, como Patricio, el de nuestro exitoso video, que se aproxima a ellos desde un liderazgo positivo, que les abre el mundo, más que del autoritarismo estrecho, que se los reduce.

Este martes 27, el nuevo ministro de Educación, Gerardo Varela, inaugurará el año escolar de las escuelas de reingreso en una de las nuestras, Betania, que funciona en la comuna de La Granja y atiende a 210 jóvenes. El gesto es esperanzador y ojalá se traduzca en la comprensión del enorme beneficio que tiene una intervención oportuna y de calidad de parte de las autoridades educativas en la vida de esos 77.554 niños y jóvenes menores de 18 años que están fuera del sistema escolar, cifra que incluye a un tercio de los niños que están en el Sename.

 

 

 

 

 

 

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