Carol Hullin: “Estudiar me cambió el mundo”

Publicado el 28/05/2018

La decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica de Temuco vivió en un campamento en La Legua, vendió dulces en las micros, sufrió bullying en la escuela y obtuvo 383 puntos en la PAA. Hoy la lleva en tecnologías de la información y comunicación en el sector de salud, educación y derecho.

María Ester Gómez L.

El jueves 24 de mayo, fue un día ajetreado para la doctora Carol Hullin. ¿La razón? La visita de la experta sueca en informática de la salud, Evelyn Hovenga, que vino a brindar una clase magistral y capacitar al equipo académico y los estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica de Temuco. Sin embargo, en medio de una pausa, la decana Hullín se da tiempo para atendernos telefónicamente porque “siempre estoy encantada de ayudar con mi experiencia a quienes, al igual que yo, nacimos en un entorno vulnerable”.

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Carol nació en La Legua en condición de pobreza y extrema vulnerabilidad. A los 7 años vendía dulces en las micros para aportar con algo en su casa. Cuando terminaba las clases en la escuela, iba directo a la cocina a lavar platos y ordenar. Recibía como pago un tarro de alimentos que llevaba a su hogar.

Como reconoce, su trayectoria escolar fue “bien dañada, traumática”. Debido a la escasa y mala alimentación que tuvo, no lograba un buen rendimiento académico. “No fue positiva para mí. Solamente sobreviví”, precisa.

-¿Qué le permitió surgir, qué hizo la diferencia en usted?

-El amor de mi familia y conocer a Dios en unas casas que nos dieron después de salir del campamento. Ahí conocí la Biblia, cuando tenía 14 años, mi primer y único libro.

-¿Cómo hizo para seguir estudiando?

-Mi papá no quería que estudiara porque era un impedimento para trabajar. Fueron mi madrina y mi mamá quienes me empujaron a ser técnico paramédico en Caritas Chile. Ahí empecé a hacer misiones católicas, a viajar. Eso me cambió el mundo.

Luego de obtener el título de enfermería en Caritas Chile, Carol emigró a Australia donde se doctoró en Informática en Salud con especialidad en Inteligencia Artificial para la seguridad del paciente. Fue contratada por el gobierno australiano para desarrollar el primer centro de informática clínica del país y después, pasó al Banco Mundial donde desde la informática buscó mejorar el acceso a la salud de los más pobres. Acaba de terminar un magíster en Derecho en Chile para conseguir un trato digno para las personas que se atienden vía telesalud y con tecnologías móviles para su cuidado.

-Leí que muchas veces sus compañeros le dijeron ¨tarada¨ porque aprendía más lento. ¿Cómo transformó esa debilidad en una fortaleza?

En conocerme a mí misma. La clave es saber qué ritmo y sintonía tienes para aprender. Para mí fue lento por las condiciones que tuve que vivir.

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-Chile es un país desigual, falto de oportunidades para aquellos en situación de pobreza y vulnerabilidad. ¿Qué podemos hacer para revertir esta realidad?

-Cambiar nuestra cultura. Que el sistema nos trate con dignidad, que tengamos educación digna, servicio de salud digno, transporte digno y vivienda digna. Una vez que el sistema dé por sentado un estándar de vivienda básica, recién ahí podemos actuar devolviéndole al sistema. Hoy este sistema nos violenta a cada segundo. El gobierno, antes que del dinero, debe preocuparse de la experiencia del ciudadano en su país. Los principios que nos rigen son económicos y eso está violentando el nivel de desarrollo humano, tanto de ricos como de pobres.

-Los jóvenes de hoy, ¿enfrentan y asumen los desafíos o más bien escapan y evitan solucionarlos?

-El joven está reaccionando al mundo digital sin tener en cuenta la realidad humana. Se pierden en un mundo fantasioso, lo cual no permite humanizar la interacción. No está mirando a los ojos a las otras personas, encuentra mucho daño, sufre en soledad y como comunidad no somos capaces de actuar. El joven está dando, lo que el sistema le da: odio, rabia. No le estamos dando amor, no los alentamos sólo los criticamos a cada rato.

-¿Cuándo comenzó a cultivar el amor por el servicio a los demás?

-A los 14 años debido a la conexión que hice conmigo misma. El solo hecho de saber que mi cuerpo era el templo de Dios y su creación, me permitió amarme y respetarme.

-Usted dice que no se estudia para aumentar la cuenta bancaria sino para poner los conocimientos al servicio de los demás. ¿Cree que el sistema de educación chileno está mal enfocado al direccionarse más hacia lo material y menos a lo espiritual y afectivo?

-Es correcto, porque nuestros docentes son una generación que se crió en la dictadura. Ellos no pueden dar lo que no tienen y como tuvieron tanto carencia material como falta de libertad, hoy están dando libertinaje, transfiriendo su rabia, en vez de un conocimiento basado en evidencia. Entonces el sistema educacional hoy necesita una transformación no sólo material y de infraestructura, precisa de un pensamiento crítico para inspirar al otro. Eso no lo tenemos porque nuestros docentes están vacíos.

-¿Cuál sería su mensaje para aquellos niños y jóvenes en situación de pobreza que debido a su realidad evitan plantearse metas altas y sueños imposibles?

-Les diriía que la educación es la libertad. Y no la educación de leer y escribir y hacer ejercicios aritméticos, sino aprender activamente, donde cada experiencia que se nos presenta es para dar lo mejor de cada uno..

-¿Se considera una profesional exitosa?

-Para nada. Soy sólo una aprendiz.

-La humildad, ¿conduce al éxito?

Se ríe y contesta: “Garantizado”.

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